El sol de la tarde se filtraba a través de los árboles, iluminando suavemente el patio trasero de la casa de Ara y Bella. Victtoria, sentada en una de las sillas de mimbre junto al jardín, observaba las flores que florecían bajo los cálidos rayos del sol. El aroma de la tierra y las plantas llenaba el aire, y el murmullo del viento a través de las hojas creaba una sinfonía de paz. A pesar de la belleza del momento, su mente estaba lejos de allí. Los recuerdos y las preocupaciones la rodeaban, envolviéndola en un manto invisible de melancolía.
La vida, pensaba Victtoria, era como ese jardín. Había momentos de esplendor, de vida en su máxima expresión, pero también había marchitamientos inevitables, y ella lo sabía mejor que nadie ahora. Desde que regresó a Milán después de la boda de Bella, su mundo había cambiado de formas que ni siquiera sus nietas podían imaginar. Pero estaba decidida a aprovechar al máximo el tiempo que le quedaba, por ellas. Por Ara y Bella, sus estrellas en el oscuro cielo de su vida.
El sonido de una puerta cerrándose suavemente la sacó de sus pensamientos. Charlie apareció en el umbral, con las manos en los bolsillos y una expresión seria en el rostro. Caminó hacia ella con calma, pero había algo en su postura que Victtoria notó de inmediato. No era solo una visita casual.
—Desde cuándo estás tomando medicamentos —dijo Charlie, rompiendo el silencio mientras se paraba cerca de ella, con una mirada inquisitiva.
Victtoria no apartó la vista del jardín. Un pequeño suspiro escapó de sus labios. No le sorprendía que Charlie lo hubiera notado; siempre había sido un hombre observador, y desde que ella había llegado, su rutina se había vuelto menos discreta. Sin embargo, no esperaba tener esta conversación tan pronto.
—¿Cómo lo supiste? —preguntó, manteniendo su voz suave, como si aún quisiera aferrarse al momento de paz que el jardín le ofrecía.
Charlie se acercó un poco más, apoyándose en el respaldo de una silla frente a ella.
—Eres una mujer muy sana —respondió, su tono tranquilo pero firme—. Y hoy en la mañana vi que dejaste un medicamento en la mesa de la cocina. No sueles dejar cosas así.
Victtoria cerró los ojos por un momento, permitiendo que el aire fresco acariciara su rostro antes de hablar. Sabía que eventualmente tendría que decirlo en voz alta. Hacía tiempo que guardaba este secreto, incluso de sus nietas.
—Linfoma, etapa cuatro —dijo con una calma que casi le sorprendió, como si al decirlo, finalmente pudiera liberarse del peso que llevaba.
La reacción de Charlie fue inmediata. Sus ojos se abrieron con incredulidad, y su voz, normalmente tranquila, se llenó de preocupación.
—Por Dios, Victtoria... —dijo, acercándose más—. ¿Desde cuándo lo sabes?
Victtoria dejó que su mirada vagara por el jardín, observando las flores que comenzaban a inclinarse hacia el sol en su descenso. Suspiró antes de responder.
—Lo supe cuando regresé a Milán, después de la boda de Bella. Me sentía muy mal y no podía ignorarlo más. Alessandro me revisó... y lo descubrió. Pero fue demasiado tarde para hacer algo. —Su voz se quebró ligeramente, pero mantuvo la compostura—. Por eso quiero disfrutar lo que me queda, Charlie. Quiero estar con mis nietas mientras aún puedo.
Charlie tragó saliva, procesando la gravedad de lo que ella le estaba diciendo. Durante un momento, no supo qué decir. Este no era el tipo de noticias con las que alguien podría lidiar fácilmente.
—¿Les piensas decir a las niñas? —preguntó finalmente, su voz cargada de preocupación por lo que Ara y Bella podrían sentir al enterarse.
Victtoria finalmente lo miró, con una sonrisa triste en sus labios, pero sus ojos estaban llenos de determinación.
—Por el momento, no —respondió—. Bella está embarazada, y hay tanto en su vida ahora. La amenaza de los lobos, la preocupación constante por el bebé. Y Ara... ella también está muy preocupada por Luca, por lo que está ocurriendo en su vida. No quiero añadirles más dolor. Cuando todo pase, entonces les diré.
Charlie asintió lentamente, comprendiendo sus razones, aunque no estaba seguro de estar completamente de acuerdo con ella. Sabía que sus hijas la amaban profundamente, y guardarles un secreto tan importante podría lastimarlas aún más. Pero también entendía que Victtoria estaba tratando de protegerlas, de la única manera que sabía.
—¿Tienes miedo? —preguntó después de un largo silencio, en un tono suave pero lleno de empatía.
Victtoria se tomó un momento antes de responder, dejando que el viento acariciara su rostro una vez más. Había temido muchas cosas en su vida, pero cuando descubrió su enfermedad, el miedo fue algo que se apoderó de ella de una manera que nunca había experimentado.
—Cuando lo descubrí, me entró un miedo terrible —admitió, su voz apenas audible—. Sentía que la vida se me escapaba de las manos. Pero luego, vi a mis nietas. Las vi felices, y supe que ya no me iban a necesitar de la misma manera.
—Ellas siempre te necesitarán, Victtoria —interrumpió Charlie con suavidad—. Eres su nonna. Además, también está Rene. Tu hija aún te necesita.
Victtoria esbozó una sonrisa triste al mencionar a su hija.
—Rene, mi dulce niña... —suspiró—. Siempre fue tan libre, tan independiente. No, Charlie, Rene no me necesita como antes. Ha construido su propia vida, y estoy orgullosa de ella. Pero mi estrella y mi luna... —susurró, refiriéndose a Ara y Bella—. Ellas siempre fueron y siempre serán mi luz y mi oscuridad desde que Massimo partió. Son lo que me mantiene aquí. Lo único que le pido a Dios es que me permita vivir lo suficiente para conocer a mi bisnieta. Y para ver que Ara encuentre su final feliz.
Charlie la miró con una mezcla de tristeza y admiración. Era una mujer fuerte, siempre lo había sido, pero esta lucha era algo que ni siquiera él podía imaginar.
—No le tienes miedo a la muerte, ¿verdad? —preguntó, notando la serenidad en sus palabras, algo que lo conmovió profundamente.
Victtoria dejó que una pequeña sonrisa apareciera en sus labios mientras miraba hacia el cielo. Recordaba una frase que había escuchado alguna vez, algo que resonaba con ella más que nunca.
—Alguien dijo alguna vez: "Para una mente bien organizada, la muerte no es más que la próxima gran aventura" —dijo con una leve sonrisa, como si saboreara el significado de esas palabras—. Además, Charlie... cuando llegue ese momento, podré volver a ver a mi Massimo.
Sus ojos se alzaron hacia el cielo, y por primera vez en mucho tiempo, Victtoria sintió una paz profunda. La idea de reunirse con su amado Massimo no era algo que temiera, sino algo que esperaba con calma. Pero hasta entonces, aún tenía tiempo. Tiempo para sus nietas, tiempo para su familia.
Y eso era todo lo que realmente necesitaba.
◇Holis, como están?◇Se esperan lo de Victtoria?
◇Los extrañé, pero ya termine mis exámenes así que el lunes vuelven los capítulos diarios
◇Los quiere su autora favorita
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Please Please Please
FanfictionPlease please Please Don't bring me to tears when I just did my makeup so nice Heartbreak is one thing My egos another I beg you don't embarass me Mother fucker ahhh Ara x ?