XVI

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Las mellizas estaban en el patio de su casa, lavando la camioneta bajo el sol de la mañana

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Las mellizas estaban en el patio de su casa, lavando la camioneta bajo el sol de la mañana. Charlaban animadamente mientras trabajaban, salpicándose ocasionalmente con agua.

—Bells —dijo Ara, frotando con energía el capó del vehículo—, deberías decirle a Edward que cambie su corte de cabello. No le queda bien, parece el pelo de una escoba.

Bella soltó una carcajada, tirando la esponja al agua.

—Le haré llegar tu comentario, Ara. Estoy segura de que se lo tomará bien.

De repente, el rugido de un motor las interrumpió. Ambas se giraron para ver el jeep de Emmett estacionándose, con Edward al volante.

—Hablando del rey de Roma —murmuró Ara, secándose las manos en su camiseta.

Los chicos se bajaron del jeep, y Ara corrió a abrazar a Emmett.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó, sonriendo.

Emmett la apretó contra él y le respondió:

—Venimos a invitarlas a nuestra casa. Nuestros padres quieren conocerlas.

Bella y Ara se miraron sorprendidas. Bella se mordió el labio, preocupada.

—¿Y si no les caemos bien? —preguntó Bella, mirando a Edward.

Emmett sonrió y acarició la mejilla de Ara.

—Ángel, tú le caes bien a cualquier persona que te conozca.

Antes de que pudieran responder, Edward y Emmett se tensaron de repente.

—Ocurrió una complicación —dijo Edward con voz apremiante.

—Nos vemos luego —añadió Emmett, dándole un beso rápido a Ara—. Deja la ventana abierta.

Se subieron al jeep rápidamente y arrancaron, dejando a las chicas con muchas preguntas. Poco después, vieron a Billy y Jacob Black acercándose en la camioneta de Billy. El ambiente se tensó.

Billy se estacionó y Jacob ayudó a su padre a bajar del vehículo.

—Venimos a ver a Charlie —dijo Jacob, sonriendo.

En ese momento, Charlie salió de la casa, saludando a Billy y Jacob.

—¿Vienen a ver el juego? —preguntó Charlie, guiándolos adentro.

Las chicas terminaron de lavar la camioneta y luego entraron a la casa. Se dirigieron a la habitación de Ara, y ella no pudo contener una sonrisa traviesa.

—Bells, ¿notaste la forma en que Jacob te miraba? Pareciera que le gustas.

Bella se quedó pensativa por un momento, pero luego negó con la cabeza.

—No lo creo, Ara. Además, aunque fuera así, no me interesa. Solo lo veo como un amigo, y amo a Edward.

Ara sonrió ampliamente.

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