El vacío oscuro del portal se cerró detrás de Boruto Uzumaki, dejándolo caer en un mundo de sombras y susurros. Su cuerpo se sentía pesado, y su mente era un torbellino de confusión y desesperación.
Cuando finalmente tocó el suelo, se encontró en una calle desierta, envuelta en la penumbra de la noche. Los edificios a su alrededor eran familiares, pero había algo en ellos que parecía fuera de lugar, una disonancia que perturbaba su percepción.
Konoha. El nombre resonaba en su mente como un eco lejano, un lugar que conocía íntimamente pero que ahora parecía un sueño distorsionado.
Boruto se levantó lentamente, sus ojos azules escudriñando el entorno con una mezcla de esperanza y temor. El aire estaba frío, y la luna brillaba débilmente a través de un cielo nublado, proyectando sombras alargadas en las calles vacías.
Mientras caminaba por las calles desiertas, Boruto no podía sacudirse la sensación de que algo estaba terriblemente mal. Las casas y tiendas, aunque similares a las que conocía, tenían un aire de abandono y desolación.
Las ventanas estaban cerradas y las puertas bloqueadas, como si los habitantes temieran algo invisible. Era una versión de Konoha que le resultaba familiar pero extraña al mismo tiempo.
- ¿Dónde estoy? - murmuró para sí mismo, su voz resonando en el silencio - Esto no es Konoha... no es mi Konoha.
Los recuerdos de su hogar, de sus amigos y familia, eran como destellos de luz en la oscuridad, guiándolo mientras intentaba entender su situación. Pero cada paso que daba solo aumentaba su confusión.
Las calles, aunque conocidas, llevaban a lugares que no correspondían con su memoria. Era como si estuviera caminando en una pesadilla, un reflejo distorsionado de la realidad.
El punto culminante de su desconcierto llegó cuando levantó la vista hacia el monte de los rostros. Esperaba ver el rostro de su padre, Naruto Uzumaki, tallado en la roca como un faro de esperanza y liderazgo.
Pero en lugar de eso, vio el rostro de Sasuke Uchiha esculpido en la montaña, su mirada severa observando la aldea. Boruto se detuvo, su corazón latiendo con fuerza.
- No puede ser...- susurró, sus ojos fijos en la montaña. - ¿Qué está pasando? ¿Dónde está mi padre?
El mundo a su alrededor parecía volverse aún más irreal, cada detalle una pieza de un rompecabezas que no lograba encajar. La Konoha que conocía era un lugar de paz y luz, pero esta versión estaba envuelta en una atmósfera de melancolía y misterio.
Mientras caminaba sin rumbo, tratando de encontrar alguna explicación, se topó con un chico que no reconocía. El chico tenía el pelo celeste, ojos dorados que brillaban como el sol, y una piel blanca pálida que contrastaba con la oscuridad de la noche. Su sonrisa era amplia y contagiosa, irradiando una calidez que parecía fuera de lugar en el ambiente sombrío.
- ¿Tú eres Boruto? - preguntó el chico, su voz llena de asombro y alegría.
Boruto, sorprendido y confundido, solo pudo asentir lentamente.
- Sí... soy Boruto. ¿Quién eres tú?
El chico se acercó rápidamente y lo abrazó con fuerza, una efusividad que dejó a Boruto inmóvil por la sorpresa.
- ¡No lo puedo creer! Dijeron que estabas muerto.
Boruto, aún aturdido, trató de procesar lo que estaba sucediendo.
- ¿Muerto? ¿De qué estás hablando? ¿Y quién eres tú?
- Soy Mitsuki - respondió el chico, su voz llena de emoción - Pensé que nunca volvería a verte, mi sol.
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Susurros En Konoha (BoruSara)
FanfictionEn la aldea oculta de Konoha, dos jóvenes ninjas, Boruto Uzumaki y Sarada Uchiha, se embarcan en un viaje emocional y lleno de desafíos mientras descubren un amor que desafía las tradiciones y las expectativas de sus familias. En medio de sus deber...