El Grito En La Oscuridad

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La luz azulada de la cápsula parpadeó con violencia, como el último destello de una estrella a punto de colapsar.

El aire se llenó de una energía densa y opresiva, una presión invisible que envolvía a Sarada como si la misma prisión de Boruto se resistiera a ser destruida.

Las sombras en la cueva vibraban, agitándose como serpientes enloquecidas, cada vez más densas, como si aquel sitio estuviera vivo y sufriendo, a punto de despertar de un letargo interminable.

Sarada sentía su pecho oprimido, su respiración entrecortada por la tensión del ambiente. El chakra de Boruto, que hasta ese momento había sido un hilo débil, comenzó a fluctuar con violencia. Algo dentro de la cápsula estaba cambiando.

El líquido que lo rodeaba, antes cristalino y azul, ahora se volvía oscuro, como si la desesperación misma lo estuviera reclamando.

- ¡No, no, no! - murmuró Sarada, su mente trabajando frenéticamente.

Su pulso retumbaba en sus oídos, un tambor frenético que marcaba la urgencia de la situación. Las máquinas alrededor de la cápsula comenzaron a chillar con alarmas agudas, señales de advertencia que parpadeaban en un idioma antiguo que ella no entendía.

La figura oscura permanecía inmóvil, con una expresión serena, casi disfrutando el espectáculo.

- Te advertí - dijo con suavidad, sus ojos brillando con malicia - No puedes liberar a alguien que ya se ha convertido en parte de esta prisión. Boruto es suyo ahora.

Sarada apretó los dientes. Sus manos temblaban, pero no de miedo, sino de furia.

- ¡No digas estupideces!- gritó, sus ojos rojos brillando con una intensidad feroz -¡No voy a dejarlo aquí! Boruto es mío, y lo sacaré de este infierno, aunque tenga que arrancarlo con mis propias manos.

El líquido negro dentro de la cápsula burbujeó violentamente, y el cuerpo de Boruto comenzó a estremecerse. Su rostro, hasta ahora inmóvil y pálido, se contrajo en una mueca de angustia.

Sus ojos seguían cerrados, atrapados en aquel tormento mental, pero sus labios se separaron ligeramente, dejando escapar un aliento débil, tembloroso.

Y entonces, Sarada lo escuchó.

- Sarada...ayúdame....

Fue un murmullo, apenas un hilo de voz entre el estruendo de las alarmas y el zumbido de la oscuridad creciente. Pero para Sarada, fue como una explosión dentro de su alma. Su corazón se estremeció, y su determinación ardió con una intensidad inquebrantable.

- ¡Boruto! - gritó, golpeando la cápsula con ambas manos, ignorando la vibración metálica que se extendió por el recinto - ¡Estoy aquí! Voy a sacarte, te lo juro.

Las sombras que rodeaban la cápsula se retorcieron, y la cueva misma comenzó a temblar, como si un gigante dormido estuviera comenzando a despertar.

Las máquinas vibraban con violencia, como si algo dentro de ellas estuviera a punto de romperse. Las alarmas se intensificaron, sus sonidos perforando el aire como gritos desesperados.

La figura oscura dejó escapar una leve risa.

- Has cometido un error - murmuró con voz profunda - Si lo liberas ahora, no será el Boruto que conocías.

Antes de que Sarada pudiera responder, el cristal de la cápsula se resquebrajó. Pequeñas grietas se extendieron como relámpagos sobre su superficie, y el líquido negro en su interior empezó a evaporarse, liberando una neblina oscura que serpenteaba en el aire como humo venenoso.

El cuerpo de Boruto se arqueó repentinamente, como si una corriente de electricidad lo hubiera atravesado. Sus manos se cerraron en puños temblorosos, y un grito desgarrador emergió de su garganta, un sonido de puro sufrimiento, de una mente fracturada al borde del colapso.

Sarada sintió un escalofrío recorrer su espalda. Ese grito... no era solo dolor. Era algo más. Algo profundo, primitivo, algo que no debía haber sido despertado.

Las sombras reaccionaron de inmediato, hundiéndose en Boruto como serpientes negras, enredándose en su piel, deslizándose por sus brazos, su rostro.

El chakra de Boruto estalló con una fuerza que hizo retroceder a Sarada, empujándola con una presión invisible que le dificultó respirar. El suelo tembló, y la cápsula emitió un último destello antes de estallar en mil fragmentos de cristal azul.

El cuerpo de Boruto cayó al suelo con un impacto sordo. El silencio reinó por un instante, apenas roto por el eco de los vidrios cayendo como gotas de lluvia sobre el suelo de piedra.

Sarada apenas pudo reaccionar antes de que Boruto abriera los ojos.

Lo que vio le heló la sangre.

Los ojos de Boruto ya no eran los mismos. No era el azul radiante que ella conocía, ni siquiera el Jogan que tanto lo distinguía.

Ahora eran dos orbes completamente negros, sin reflejo, sin emoción. Sombras vivas danzaban dentro de ellos, como si un abismo sin fin habitara en su interior.

El aire se volvió irrespirable, como si la misma presencia de Boruto hubiera alterado la atmósfera de la cueva. Sarada sintió su corazón martillar en su pecho, no por miedo, sino por la certeza de que algo horrible había ocurrido.

Boruto se incorporó lentamente, su cuerpo aún temblando por el impacto. Sus labios se separaron, y de su garganta emergió una voz que no era completamente la suya.

- ¿Quién... soy?

Sarada sintió que su estómago se encogía. Algo estaba mal. Algo estaba terriblemente mal.

- Boruto...- murmuró, acercándose lentamente, con una mezcla de esperanza y temor. El Boruto que estaba frente a ella no era el mismo que recordaba.

La figura oscura sonrió, con una satisfacción helada en su expresión.

- Te lo dije - susurró - Boruto ya no es el mismo. Has despertado algo que no podrás controlar.

El capítulo termina con Boruto alzando lentamente la mirada hacia Sarada, sus ojos oscuros brillando con una intensidad antinatural, mientras el eco de su propia voz reverbera en la cueva, sin reconocer quién era, sin recordar a la persona que estaba frente a él.

El capítulo termina con Boruto alzando lentamente la mirada hacia Sarada, sus ojos oscuros brillando con una intensidad antinatural, mientras el eco de su propia voz reverbera en la cueva, sin reconocer quién era, sin recordar a la persona que est...

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Susurros En Konoha (BoruSara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora