La sala de máquinas era un escenario atrapado entre el tiempo y la eternidad, donde la luz titilaba débilmente, reflejándose en las superficies heladas como estrellas perdidas en un cielo frío.
Las sombras se alargaban, danzando sobre las paredes como si tuvieran vida propia, susurrando secretos que nadie más podía oír. En ese espacio entre lo real y lo intangible, Boruto y Sarada se preparaban para enfrentarse a Mitsuki, su antiguo amigo de la otra realidad, quien ahora, en esta retorcida realidad, se había convertido en su enemigo.
El rostro de Mitsuki estaba bañado en la penumbra, su sonrisa leve y perturbadora, como un eco lejano de la bondad que alguna vez Boruto conoció en la realidad de la cual había regresado hacia pocos días.
Pero ahora, ese Mitsuki, el que había caminado junto a él como una sombra fiel, se había desvanecido, reemplazado por alguien cuyos ojos reflejaban la fría indiferencia de un esclavo.
No había calor en ellos, solo un vacío obediente, una sumisión absoluta a la voluntad de otro.
- ¿Mitsuki? - Boruto susurró, su voz rompiendo el silencio como una piedra lanzada a un estanque de aguas quietas - ¿Qué ha pasado contigo?
Pero Mitsuki no respondió con palabras. Sus movimientos, lentos y calculados, hablaron por él, colocándose entre Boruto y la figura de Ada, quien permanecía dormida en su ataúd de cristal, su cuerpo inerte, pero su presencia pesando en el aire como una promesa de destrucción.
Desde las sombras, otra figura emergió, lenta y meticulosa, como si la oscuridad misma hubiera moldeado su forma.
Amado, el arquitecto de esta pesadilla, se acercó con una calma calculada, sus ojos brillando con la astucia de un estratega que había movido todas las piezas en el tablero, excepto una. Su mirada se fijó en Boruto, y en ese instante, el joven Uzumaki comprendió que él no solo había venido por Ada.
- Boruto - dijo Amado, su voz suave, pero cargada de un peso imposible - Siempre supe que tenías un poder especial, pero nunca imaginé que podrías ver el futuro. Ese don... será mío.
El aire se volvió denso, casi imposible de respirar. Boruto sintió que el peso del destino se apretaba en su pecho como un yugo invisible, pero no estaba dispuesto a ceder.
Al lado de él, Sarada activó su Sharingan, sus ojos ardían con la resolución que solo el verdadero amor y la determinación podían generar.
- No permitiré que uses a Mitsuki - dijo Boruto, su voz ahora firme - Ni que despiertes a Ada para tus oscuros planes.
El tiempo pareció ralentizarse, como si el universo mismo estuviera tomando una pausa para observar la batalla que estaba a punto de desatarse.
Mitsuki, sin mostrar emoción, se lanzó hacia Boruto con la velocidad de un rayo, sus movimientos precisos y letales como un depredador acechando a su presa.
Boruto apenas tuvo tiempo para reaccionar, bloqueando su primer ataque con una explosión de chakra que resonó en toda la sala.
La batalla comenzó, una danza mortal entre la luz y la oscuridad. Mitsuki se movía con una gracia fría, su cuerpo fluía como el agua, incontrolable y peligroso. Boruto, con su Jogan resplandeciendo en su ojo derecho, esquivaba los ataques con agilidad, sus movimientos rápidos como el viento que corta las montañas.
Sarada, con su Sharingan activado, se enfrentó a Amado, quien no dudaba en utilizar dispositivos y técnicas ocultas para ganar ventaja. Chispas de energía volaban a su alrededor, iluminando brevemente las sombras que llenaban la sala.
El poder del Chidori de Sarada brillaba con la intensidad de un rayo, cortando el aire y obligando a Amado a retroceder momentáneamente, pero el científico siempre parecía tener un truco más bajo la manga.
Cada golpe resonaba en el aire, cada choque de chakra era una declaración de resistencia y valentía. Boruto sabía que Mitsuki no era el mismo, que estaba siendo controlado, pero aún así, la pelea era feroz.
Mitsuki lanzaba ataques con una precisión casi mecánica, y Boruto, aunque lleno de dolor por enfrentarse a su amigo, sabía que no podía flaquear.
Mientras tanto, Amado, con la misma mirada calculadora, observaba cómo las fuerzas se desarrollaban a su favor y en su contra. Su plan, aunque complejo, dependía de Ada y del futuro que él quería moldear a su antojo. Pero Boruto no iba a dejar que ese futuro se hiciera realidad.
En medio de la batalla, Boruto sintió una revelación profunda. Sabía que no podía derrotar a Amado o salvar a Mitsuki si Ada despertaba.
Todo el poder, toda la oscuridad emanaba de ella, aún en su estado de hibernación. Con el corazón pesado, Boruto tomó una decisión que sabía que lo atormentaría para siempre.
Usando la máquina a la que Ada estaba conectada, Boruto introdujo un veneno letal en su sistema, uno que su cuerpo dormido no podría rechazar. El veneno fluyó a través de los cables como serpientes invisibles, envenenando lentamente su corazón inerte.
El brillo en los ojos de Amado se apagó al darse cuenta de lo que estaba sucediendo.
- ¡No! - gritó, sus ojos llenos de desesperación mientras corría hacia Ada, pero era demasiado tarde.
El ataúd de cristal vibró suavemente, y entonces, todo se detuvo. El cuerpo de Ada permaneció inmóvil, su luz se desvaneció, y con ella, las esperanzas de Amado de controlar el destino. Ada estaba muerta.
El silencio que siguió fue profundo, como el eco de una campana que había dejado de sonar. Amado, su mejor carta derrotada, miró a Boruto con un odio indescriptible, pero sabía que no podía ganar esta batalla.
- Esto no ha terminado - murmuró Amado, su voz helada. Con un gesto rápido, Mitsuki, aún bajo su control, se colocó a su lado.
Juntos, desaparecieron en las sombras, retirándose del campo de batalla con una rapidez que Boruto no pudo seguir.
Boruto, agotado, observó la escena, su corazón latiendo con fuerza. La muerte de Ada era un peso sobre su conciencia, pero sabía que no había otra opción. Cuando la sombra de Amado se desvaneció, una nueva resolución nació en su interior.
- Mitsuki...- murmuró Boruto, con la mirada perdida. No podía dejarlo así, no podía permitir que Amado continuara con sus oscuros planes.
- Vamos a seguirlos - dijo Sarada, su voz firme pero preocupada.
Boruto asintió, sabiendo que el enfrentamiento final estaba lejos de haber concluido. Juntos, Boruto y Sarada se prepararon para seguir a Amado y Mitsuki, moviéndose entre las sombras de la fortaleza, decididos a detener el destino oscuro que aún se cernía sobre ellos.
ESTÁS LEYENDO
Susurros En Konoha (BoruSara)
FanfictionEn la aldea oculta de Konoha, dos jóvenes ninjas, Boruto Uzumaki y Sarada Uchiha, se embarcan en un viaje emocional y lleno de desafíos mientras descubren un amor que desafía las tradiciones y las expectativas de sus familias. En medio de sus deber...