El Beso que Rompe la Oscuridad

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La cueva retumbaba con un pulso invisible, como si el mismo lugar respondiera a la intensa lucha que se estaba llevando a cabo en su interior.

Las sombras oscilaban, retorciéndose en el aire, aferrándose a Boruto como una criatura hambrienta que se negaba a soltar su presa.

Sarada permanecía inmóvil frente a la cápsula azul, observando con el corazón acelerado cómo el líquido en su interior se agitaba violentamente.

Boruto flotaba dentro de la prisión líquida, su cuerpo atrapado en un estado intermedio entre la vida y el olvido. Su rostro, aunque pálido y sin expresión, no estaba vacío.

Había algo en él... algo en la forma en que sus dedos temblaban levemente, en la sutil contracción de su mandíbula, que le decía a Sarada que Boruto aún estaba allí. Que estaba luchando. Y de repente, lo escuchó.

Sarada... sácame de aquí... por favor...ayúdame....

Fue un susurro en su mente, débil, entrecortado, como el aliento de alguien que estaba a punto de rendirse. Pero ella lo sintió tan claro como si Boruto estuviera a su lado, murmurándole al oído. Sarada cerró los ojos con fuerza.

Su corazón latía desbocado, su cuerpo estaba tenso, su respiración agitada. Sabía que el tiempo se agotaba, que si no hacía algo ahora mismo, Boruto desaparecería en la oscuridad para siempre.

Pero... ¿cómo salvarlo? Había intentado todo.

Había destruido a los espectros que lo protegían. Había gritado su nombre, había luchado con todas sus fuerzas, pero la prisión que lo retenía no cedía. Entonces lo comprendió.

Esta no era una jaula de metal, no era una prisión común. Era una prisión hecha de desesperación.

Boruto estaba atrapado porque la oscuridad lo convenció de que estaba solo. Sarada apretó los puños, sintiendo cómo el chakra dentro de ella ardía con una intensidad feroz.

- No estás solo, Boruto.

Nunca lo estuvo. La única forma de liberarlo... era demostrarle que su amor por él era más fuerte que la oscuridad. Era una idea descabellada. Irracional. Un pensamiento que jamás habría considerado en cualquier otra circunstancia.

Pero su corazón le decía que era la única verdad. Sarada respiró profundamente y extendió la mano.

Sus dedos temblaban mientras tocaba la fría superficie de la cápsula azul. El cristal estaba helado, pero no le importó. Lo que importaba era la persona atrapada dentro.

- Boruto... - murmuró, su voz apenas un susurro.

Y entonces, con un destello de chakra, activó el mecanismo de apertura.

La cápsula silbó y crujió, y el líquido en su interior comenzó a drenarse. Las sombras se agitaron violentamente, como si intentaran aferrarse a su prisionero por última vez, pero Sarada no les dio la oportunidad.

Sin dudarlo, entró en la cápsula y tomó a Boruto entre sus brazos. Su cuerpo estaba frío, sus labios entreabiertos como si aún estuviera atrapado en su pesadilla. Su pecho subía y bajaba lentamente, su chakra tembloroso y débil.

Sarada sabía que solo tenía una oportunidad. Se inclinó sobre él.

Tomó su rostro entre sus manos con delicadeza, sintiendo la piel helada bajo sus dedos. Y entonces, sin más dudas...

Lo besó.

Fue un beso suave al principio, casi temeroso. Pero a medida que su corazón latía más fuerte, se volvió más intenso, más profundo, más lleno de todo el amor que sentía por él. Fue un beso que no pedía permiso.

Un beso que gritaba una verdad absoluta:

Que lo amaba.
Que jamás lo dejaría solo.
Que siempre lo encontraría.
La reacción fue inmediata.

El chakra de Boruto explotó como un relámpago dorado. Las sombras que lo retenían gritaron, deshaciéndose en el aire como cenizas arrastradas por el viento.

La cueva entera tembló, y un destello de luz cegadora iluminó todo. Sarada sintió cómo Boruto cobraba vida bajo sus labios.

Su cuerpo se calentó de repente, su respiración se aceleró y sus manos se aferraron con fuerza a su espalda, como si no quisiera soltarla jamás. Y entonces, sus ojos se abrieron.

No eran negros.
No eran sombras.
Eran azules.
Un azul radiante, fuerte, vivo.
Boruto Uzumaki estaba de vuelta.

Sarada se separó apenas unos centímetros, su respiración agitada, su corazón golpeando con fuerza en su pecho. Los ojos de Boruto la miraban con intensidad, con una mezcla de asombro y algo más... algo que hacía que su propia alma se estremeciera.

- Sarada... - murmuró, su voz ronca, como si estuviera despertando de un sueño eterno.

Ella no pudo responder. Todo en su interior estaba en llamas, su cuerpo temblaba por la adrenalina, por la emoción, por el hecho de que había funcionado.

Boruto sonrió suavemente. Y entonces, con un tono bajo, lleno de ternura, susurró algo que la dejó completamente sin aliento.

- No sé si esto fue un sueño o una pesadilla, pero si al final siempre me despierto con un beso tuyo, entonces no me importaría volver a caer en la oscuridad... solo para sentir esto otra vez.

Sarada sintió que su corazón explotaba. Su rostro se encendió en un rojo intenso, y sin pensarlo dos veces, lo abrazó con todas sus fuerzas, escondiendo su rostro en su pecho, sin poder creer lo que acababa de escuchar.

Boruto, con una sonrisa tierna y agotada, le devolvió el abrazo, sintiendo que por primera vez en mucho tiempo, la oscuridad había sido derrotada.

No con poder.
No con chakra.
Sino con amor.

Y en ese momento, supo que mientras Sarada estuviera con él, jamás volvería a estar perdido.

Y en ese momento, supo que mientras Sarada estuviera con él, jamás volvería a estar perdido

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Susurros En Konoha (BoruSara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora