En la aldea oculta de Konoha, dos jóvenes ninjas, Boruto Uzumaki y Sarada Uchiha, se embarcan en un viaje emocional y lleno de desafíos mientras descubren un amor que desafía las tradiciones y las expectativas de sus familias.
En medio de sus deber...
La penumbra de la sala espeluznante se llenaba de sombras y luces danzantes mientras los dos Borutos y Mitsuki se preparaban para enfrentarse a las figuras de chakra oscuro. La batalla que se avecinaba prometía ser feroz y devastadora, pero sus corazones estaban llenos de una determinación inquebrantable.
Las figuras de sombra, creadas por el consejo de Konoha, se alzaban como titanes, sus cuerpos emanando una oscuridad impenetrable.
Sus ojos brillaban con una malevolencia fría, y sus movimientos eran rápidos y letales. Boruto, Mitsuki y el Boruto rescatado se miraron, sabiendo que debían unir sus fuerzas para vencer a estos enemigos.
El combate comenzó con una explosión de energía, las sombras y la luz chocando en un ballet mortal. Boruto, con su Jogan activado, se movía con la rapidez de un relámpago, sus ataques de chakra cortando el aire como cuchillas de luz.
Mitsuki, con su aura dorada, luchaba con una gracia etérea, sus movimientos fluidos y precisos como una danza celestial.
El Boruto de esta realidad, aunque debilitado por su tiempo en cautiverio, encontró una fuerza renovada en su deseo de luchar por su libertad y por aquellos a quienes amaba.
Sus ataques eran impulsados por una mezcla de rabia y esperanza, cada golpe resonando con una fuerza implacable.
Las figuras de sombra respondieron con una ferocidad igualada, sus ataques llenos de oscuridad y malevolencia. Pero Boruto y Mitsuki, unidos por su amor y determinación, luchaban con una energia perfecta. Sus chakras se entrelazaban, creando una barrera de luz y energía que repelía los ataques oscuros.
El combate era un torbellino de colores y formas, las sombras y la luz fusionándose en un espectáculo deslumbrante. Cada golpe, cada movimiento, era una sinfonía de poder y resistencia. Las figuras de sombra, aunque poderosas, comenzaron a ceder ante la implacable fuerza de los dos Borutos y Mitsuki.
Finalmente, con un último esfuerzo conjunto, lograron destruir las figuras de sombra. Las energías oscuras se desvanecieron en el aire, disolviéndose en un susurro final. La sala quedó en silencio, la luz de las antorchas iluminando los rostros cansados pero victoriosos de los combatientes.
Boruto y Mitsuki, con el Boruto rescatado en sus brazos, salieron del lugar espeluznante. Al cruzar el umbral, la noche los recibió con su manto estrellado y su aire fresco. El Boruto de esta realidad respiró bocanadas de aire con intensa desesperación, sus pulmones llenándose de la libertad que tanto había anhelado.
Mitsuki lo abrazó con amor y desesperación, sus manos temblando al sentir el cuerpo de su amado sol.
- Estás a salvo - susurró, su voz llena de emoción - No dejaré que nada ni nadie te vuelva a hacer daño.
Fuera, la noche caía, envolviendo a Konoha en un silencio tranquilo. Los dos Borutos se miraron, sus chakras conectados en una comprensión mutua. El Boruto rescatado sabía todo lo que su contraparte había padecido debido a esa conexión, y en ese momento, se abrazaron, encontrando consuelo en la compañía del otro.
- Gracias - dijo el Boruto rescatado, su voz temblando de emoción - No sé cómo podré pagarte por lo que has hecho por mí.
- No necesitas pagarme - respondió el Boruto visitante, su voz suave - Somos iguales, y haría lo mismo por ti en cualquier mundo.
El doloroso recuerdo de la traición de sus padres invadió el corazón del Boruto rescatado. Sentía un peso inmenso en su pecho, un dolor que parecía no tener fin. La confianza y el amor que había tenido por ellos se habían roto, dejando solo una herida abierta.
- Mis padres... me traicionaron - murmuró, su voz quebrada - Los quería muchísimo, pero ya no confío en ellos. No puedo perdonarlos.
Boruto asintió, comprendiendo profundamente el dolor de su contraparte.
- No tienes que hacerlo ahora. Tómate tu tiempo. Pero recuerda que todavía hay quienes te aman y te apoyan.
El Boruto rescatado llegó a casa, enfrentándose a su familia con el corazón pesado. Naruto y Hinata lo recibieron con lágrimas de alegría, pero él no podía mostrarse feliz. El dolor y la traición que sentía eran demasiado profundos. Ni siquiera a su hermanita Himawari deseaba saludar.
Demasiadas torturas recibió por el único pecado de desear tener una familia feliz y vivir en una Konoha donde reinase el amor y la alegría en vez de respirar el miedo y la angustia de forma constante.
La tensión en el ambiente era palpable, como una nube oscura que se cernía sobre la familia Uzumaki. Mitsuki se quedó en casa con su sol, a pedido de éste, tratando de ofrecer consuelo en medio del caos emocional.
La frialdad volvió a reinar en la familia, pero esta vez debido a la actitud del Boruto rescatado, quien lloraba internamente por la pérdida de la confianza en aquellos que más amaba.
La noche avanzaba, y la casa se sumía en un silencio tenso. Boruto, el visitante, sabía que debía buscar una forma de salvar a todos de la oscuridad que los atormentaba.
Mientras todos dormían, salió de la casa, decidido a encontrar una solución o al menos la respuesta al por qué reinaba la oscuridad en Sasuke y el consejo de ancianos. En la oscuridad, el Boruto rescatado lo sorprendió saliendo.
- Lo siento - dijo el Boruto visitante, su voz llena de pesar - Debo seguir adelante. No puedo permitir que esta oscuridad siga consumiendo a todos.
El Boruto rescatado asintió, su mirada llena de comprensión y tristeza.
- Lo entiendo. Desearía poder acompañarte, pero aún no me he recuperado del todo.
Boruto, el visitante, lo abrazó brevemente.
- Te prometo que volveré. No dejaré que esta oscuridad gane.
Con esas palabras, se despidió y se adentró en la noche, su corazón lleno de determinación. Sabía que debía encontrar una forma de salvar a todos y traer la luz de regreso a Konoha.
La batalla por la libertad y la justicia continuaba, y Boruto, con su determinación renovada, estaba listo para enfrentarla con todo su ser.
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