En la aldea oculta de Konoha, dos jóvenes ninjas, Boruto Uzumaki y Sarada Uchiha, se embarcan en un viaje emocional y lleno de desafíos mientras descubren un amor que desafía las tradiciones y las expectativas de sus familias.
En medio de sus deber...
La brisa nocturna acariciaba sus rostros con suavidad, una caricia etérea que traía consigo el susurro de un mundo que finalmente volvía a la paz.
Boruto y Sarada permanecían abrazados, con el pantano reflejando la luz de la luna detrás de ellos, como un testigo silencioso de su victoria.
Pero, a pesar de la tranquilidad que los rodeaba, algo dentro de Boruto no se sentía en calma.
La oscuridad había sido erradicada, sí. Pero una pregunta quemaba su mente.
¿Por qué él? ¿Por qué la oscuridad lo había elegido a él como su prisionero?
El Jogan en su ojo derecho parpadeó sutilmente, como si respondiera a sus pensamientos, como si aún hubiera un fragmento de ese poder acechando dentro de él.
Sarada, aún con los brazos rodeando su espalda, sintió el cambio en su chakra.
— Boruto… algo te preocupa.
Boruto no respondió al instante. Simplemente la miró.
En la suave luz lunar, ella era la imagen de la determinación y la esperanza. Su cabello negro se movía levemente con el viento, su Sharingan estaba desactivado, pero su mirada aún tenía ese brillo ardiente que siempre lo fascinaba.
Él quería creer que todo había terminado. Pero lo que sintió en la oscuridad… lo que la sombra le susurró en su mente… no podía olvidarlo.
— Sarada…— murmuró con voz baja.
Ella elevó el rostro hacia él, esperando su confesión.
— ¿Qué pasa?
Boruto inhaló profundamente.
— Cuando estaba atrapado… en la prisión de la oscuridad… no fue solo desesperación lo que sentí.
Sarada frunció levemente el ceño.
— ¿Qué quieres decir?
Boruto apartó la mirada hacia el pantano, como si las respuestas estuvieran flotando en sus aguas ahora tranquilas.
— Esa cosa… el monstruo, la oscuridad…— Apretó los puños — No intentó simplemente borrarme. Quería convertirme en parte de ella.
Sarada sintió un escalofrío recorrer su espalda. Boruto continuó con un tono bajo, como si aún sintiera la presión de aquel abismo en su alma.
— Me susurró cosas, me mostró visiones…
Cerró los ojos un instante. Recordó. Las sombras rodeándolo. La voz que repetía su nombre. Las imágenes de un futuro incierto, de algo más grande que solo aquel pantano.
— Sarada, esto no fue solo una trampa cualquiera.
Finalmente la miró de nuevo, y ella vio la seriedad en su mirada.
— Alguien más estuvo detrás de esto.
Sarada sintió que su pulso se aceleraba.
— ¿Crees que había algo… o alguien… más poderoso controlando la oscuridad del pantano?
Boruto asintió con lentitud.
— No tengo pruebas todavía, pero… puedo sentirlo.
Su mano se llevó inconscientemente al ojo derecho, el Jogan aún vibrando con una sensación que no podía comprender completamente.
— La oscuridad aún no ha desaparecido del todo.
Un silencio pesado cayó entre ellos. La brisa nocturna pareció volverse más fría.
Sarada mordió su labio inferior, procesando las palabras de Boruto. Si era cierto. Si la oscuridad no se había originado en el pantano sino en algo más grande…Significaba que su lucha no había terminado.
Pero entonces…Boruto tomó su mano. Sarada parpadeó sorprendida y lo miró, viendo cómo una suave sonrisa se dibujaba en su rostro, a pesar de la seriedad de su conversación.
— Sea lo que sea…
Apretó su mano con firmeza.
— Lo enfrentaremos juntos.
Sarada se sorprendió al notar que su corazón se calmaba con esas palabras. Boruto siempre había sido así.
Aunque el mundo estuviera en llamas… aunque la oscuridad lo hubiera reclamado… aunque todo se volviera en su contra…
Él siempre sonreiría y seguiría adelante. Y ella lo seguiría a donde fuera. Con un suspiro, apoyó la frente contra su pecho, sintiendo la calidez de su chakra envolviéndola.
— Sí. Lo haremos juntos.
Boruto cerró los ojos un instante, disfrutando la sensación de tenerla tan cerca .Porque no importaba cuántos secretos quedaban por descubrir.
No importaba cuántos enemigos aparecieran en su camino. No importaba cuánta oscuridad aún quedaba por erradicar.
Mientras Sarada estuviera con él, Boruto sabía que siempre encontraría el camino de regreso a la luz.
Y con esa certeza en su corazón, la abrazó con más fuerza, con la promesa silenciosa de que nunca dejaría que la oscuridad volviera a alejarlos.
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