La puerta se cerró detrás de Sarada con un susurro metálico, y de inmediato, la atmósfera cambió. El aire en el interior era denso, como si el mismo ambiente conspirara para aplastarla bajo su peso.
La oscuridad aquí era diferente, más profunda, más tangible, como si las sombras fueran algo vivo, algo que respiraba junto a ella. Cada paso que daba resonaba en el silencio sepulcral, y el eco de sus pisadas parecía alargarse indefinidamente, perdiéndose en el vacío opresivo de aquel lugar.
Era como caminar por el vientre de una bestia, una criatura inmensa y antigua que la observaba desde la penumbra.
El suelo, cubierto de un polvo espeso y húmedo, parecía absorber cada vibración, y el aire, cargado de humedad y polvo, se pegaba a su piel como una manta sofocante.
Cada inhalación era un esfuerzo, un acto de voluntad, y Sarada podía sentir cómo el peso del entorno trataba de hundirla, de hacerla sentir pequeña, insignificante ante la inmensidad oscura que la rodeaba.
El chakra de Boruto era apenas perceptible, un susurro débil en la distancia, como una llama que parpadeaba a punto de extinguirse. Esto hacía que su corazón latiera con fuerza en su pecho, impulsándola a avanzar más rápido.
Boruto estaba en peligro, y cada segundo que pasaba aumentaba su angustia. El aire, espeso y opresivo, le impedía moverse con la libertad que hubiera querido, pero sus pies seguían adelante, impulsados por la determinación de salvar a su compañero.
El recinto en el que entró era estrecho, sus paredes curvas parecían cerrarse a medida que avanzaba. La opresión del lugar era innegable.
Las paredes de la cueva, cubiertas de musgo oscuro, se inclinaban hacia ella como si estuvieran vivas, como si intentaran sofocar su propia presencia. El techo, bajo y asfixiante, parecía estar a punto de colapsar sobre ella, cada grieta en la piedra un recordatorio de la fragilidad del espacio en el que se encontraba.
El lugar olía a abandono y desesperanza, un sitio donde el tiempo no fluía con normalidad, donde las emociones quedaban atrapadas en las paredes y en el aire.
Sarada sintió un escalofrío recorrer su espalda, una sensación de que algo en este lugar estaba terriblemente mal. No era solo la oscuridad, no era solo el aire sofocante, era la sensación de que el lugar mismo se alimentaba del miedo y la desesperación de quienes caían en sus garras. Aquí, las emociones pesaban como cadenas invisibles.
Al fondo, lo vio.
Una cápsula azul, brillante en la penumbra, se alzaba como un monumento solitario en medio del abismo. Conectada a una serie de máquinas que zumbaban suavemente, la cápsula contenía a Boruto, su cuerpo atrapado en una prisión líquida, flotando inmóvil, pálido como la luna oculta tras nubes de tormenta.
La luz que emanaba de la cápsula era tenue, azulada, como el reflejo de un océano distante que nunca podría tocar. El brillo del líquido se extendía por el suelo de la cueva, iluminando apenas lo suficiente para revelar las sombras que se arremolinaban alrededor de Boruto, sombras que parecían vivas, respirando junto a él.
Sarada se acercó, su corazón acelerado, sus manos temblorosas. La imagen de Boruto, atrapado y vulnerable dentro de la cápsula, la llenó de un profundo asombro. Su piel era tan pálida, casi translúcida, y su expresión, aunque inmóvil, estaba marcada por el sufrimiento.
El dolor que Boruto había soportado en esa prisión parecía haber dejado una huella en cada línea de su rostro. Sus ojos estaban cerrados, pero su cuerpo flotaba en una quietud que parecía un sueño de angustia, un lugar del que no podía despertar.
El zumbido de las máquinas llenaba el aire, constantes y frías, como el latido mecánico de una criatura sin alma. Sarada sabía que cada segundo que Boruto pasaba dentro de esa cápsula era un segundo más que lo alejaba de la realidad, hundiéndolo más profundamente en sus pesadillas. Debía actuar rápido.
Desconectar la máquina era la única opción. Sin pensarlo dos veces, Sarada se movió rápidamente hacia los controles, examinando los cables que conectaban la cápsula al sistema.
La sensación de urgencia la empujaba a actuar con rapidez, pero su mente mantenía la claridad suficiente como para encontrar la manera de liberar a Boruto sin ponerlo en peligro. Desconectó los cables, uno por uno, su respiración agitada, sintiendo cómo el lugar entero parecía observarla con una expectativa oscura.
Cuando desconectó el último cable, la cápsula comenzó a temblar. El líquido azul que mantenía a Boruto prisionero burbujeó ligeramente, y después, con un suave silbido, la cápsula se abrió, dejando salir un frío aire que se mezcló con el ambiente sofocante de la cueva.
Los ojos de Boruto se abrieron de golpe. Su mirada estaba llena de terror, su respiración agitada, como si acabara de despertar de una pesadilla que lo había consumido por completo. Sus ojos estaban llenos de desesperación, y su cuerpo temblaba levemente mientras intentaba orientarse, todavía atrapado en el miedo de su prisión mental.
- Sarada... sácame de aquí por favor - murmuró Boruto, su voz rota, apenas un susurro que escapaba de sus labios pálidos.
El pánico en su voz era palpable, como si aún no pudiera creer que estaba libre.
Sarada no esperó ni un segundo más. Corrió hacia él y lo abrazó, con una fuerza que hablaba no solo del alivio de encontrarlo, sino del profundo amor que sentía por él.
El abrazo era intenso, una promesa silenciosa de que ya no estaría solo, de que no dejaría que el pantano o las sombras lo reclamaran nuevamente.
- Nos iremos de aquí ahora mismo, Boruto - susurró Sarada con firmeza, sus palabras suaves pero llenas de determinación.
Su abrazo era su ancla, su conexión con la realidad, y mientras lo sostenía con fuerza, supo que nada en ese lugar oscuro, opresivo, podía romper ese vínculo.
El zumbido de las máquinas se desvaneció lentamente, y aunque el aire seguía siendo opresivo, Sarada supo que la oscuridad no los atraparía esta vez.
Con Boruto a su lado, su objetivo claro, se preparaba para enfrentarse a lo que fuera necesario para escapar de aquel abismo en el corazón del pantano. Juntos, sobrevivirían a la oscuridad.
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Susurros En Konoha (BoruSara)
FanfictionEn la aldea oculta de Konoha, dos jóvenes ninjas, Boruto Uzumaki y Sarada Uchiha, se embarcan en un viaje emocional y lleno de desafíos mientras descubren un amor que desafía las tradiciones y las expectativas de sus familias. En medio de sus deber...