La niebla envolvía el pantano como un velo opresivo, y el aire, denso y cargado, parecía resistirse a cada respiración de Sarada. Frente a ella, el monstruo del pantano emergía como una criatura forjada en las profundidades de los miedos más oscuros.
Su cuerpo, hecho de lodo y sombras, se alzaba imponente, con un tamaño descomunal que parecía fundirse con el propio pantano. Sus ojos, brillando intensamente en medio de la oscuridad, se clavaban en Sarada con una mezcla de hambre y odio, como si fuera una extensión viva del mismo pantano que devoraba las almas de quienes sucumbían a la desesperación.
Sarada, con su Sharingan ardiendo como brasas, sentía el peso de la situación sobre sus hombros. Cada paso que daba hacia la criatura parecía desafiar las mismas fuerzas que intentaban arrastrarla hacia las profundidades del pantano.
El monstruo movió sus brazos, hechos de barro y ramas retorcidas, y con un rugido que sacudió los árboles muertos a su alrededor, lanzó su primer ataque.
La mano del monstruo, inmensa y pesada como una montaña de barro, cayó sobre ella con un estruendo que hizo vibrar el suelo. Sarada, rápida y ágil como el viento, saltó hacia un lado, esquivando el ataque con precisión.
Pero el suelo bajo sus pies era traicionero, húmedo y resbaladizo. Cada movimiento era una lucha constante para mantener el equilibrio en un terreno que parecía querer hundirla con cada paso.
El aire, cargado de humedad y sombras, se apretaba a su alrededor. El rugido del monstruo resonaba como un trueno lejano, y Sarada sabía que no podía permitirse fallar. Boruto estaba en algún lugar más allá de ese umbral, prisionero en las profundidades, atrapado en una oscuridad que solo ella podía atravesar.
— Chidori — murmuró Sarada, y en un instante, su mano se llenó de rayos.
El rayo chisporroteó en el aire, cortando la niebla con su luz brillante. Sarada corrió hacia el monstruo, su cuerpo moviéndose como una ráfaga de viento, esquivando los brazos que el monstruo lanzaba hacia ella con la fuerza de una tormenta.
El Chidori impactó de lleno en el pecho de la criatura, atravesando su cuerpo de barro. El sonido de la electricidad desgarrando el lodo resonó en el aire, y por un breve momento, Sarada sintió la victoria.
El monstruo tembló, su cuerpo comenzando a desmoronarse bajo el golpe, como si la misma estructura de barro que lo mantenía unido estuviera cediendo. Pero el pantano, implacable, no dejaba caer tan fácilmente a sus guardianes.
La criatura se regeneró, su cuerpo de barro reformándose casi al instante. El lodo parecía cobrar vida propia, uniendo nuevamente los fragmentos rotos y alzándose aún más grande que antes. El pantano, nutrido por la desesperación de aquellos que caían en él, le daba fuerza, y Sarada entendió que este enemigo no sería fácil de derrotar.
Mientras tanto, en las profundidades del pantano, Boruto estaba atrapado dentro de una cápsula azul, suspendido en una prisión mental que no podía romper. El líquido azul que lo rodeaba estaba frío, sofocante, y cada segundo que pasaba en ese lugar parecía consumir más de su voluntad.
Estaba inmóvil, su cuerpo flotando en la cápsula como si estuviera atrapado en un sueño del que no podía despertar. Sus ojos, aunque cerrados, estaban inundados de pesadillas, imágenes de un futuro oscuro que lo atormentaba sin descanso.
Dentro de su mente, Boruto se movía a través de paisajes sombríos, caminando por tierras devastadas, viendo cómo todo lo que amaba se desmoronaba. Las visiones de Mitsuki, atrapado y controlado por Amado, se repetían una y otra vez, como si su mente estuviera condenada a revivir esos momentos de angustia sin cesar.
Cada paso que daba en sus pesadillas lo hundía más profundamente en un abismo del que no podía escapar. El eco de su propia desesperación resonaba en su mente, amplificando su miedo, su impotencia.
— ¡Sarada! ¡Sácame de aquí! Por favor te lo pido—gritó Boruto, su voz cargada de desesperación.
Pero en el vacío de su prisión, su grito se perdió, como una piedra arrojada a un pozo sin fondo. Intentó moverse, pero su cuerpo no le respondía. Intentaba romper las barreras que lo retenían, pero cada esfuerzo parecía inútil.
Estaba atrapado, completamente inmovilizado, y el peso de esa realidad lo aplastaba. La oscuridad a su alrededor se sentía cada vez más asfixiante, como si el mismo pantano estuviera devorando su mente.
Afuera, Sarada continuaba luchando. El monstruo del pantano, ahora enfurecido, lanzó un golpe directo hacia ella, pero Sarada, con una agilidad nacida del puro instinto, esquivó el ataque en el último segundo. El suelo bajo sus pies temblaba, y las ramas retorcidas del pantano parecían alzarse, tratando de atraparla.
Pero Sarada no se detuvo. Su cuerpo se movía con precisión, esquivando los ataques del monstruo mientras sus ojos seguían brillando con la luz del Sharingan. Sabía que solo había una forma de vencerlo, y estaba decidida a acabar con esta batalla de una vez por todas.
Con un grito de furia, Sarada cargó una vez más su Chidori, pero esta vez apuntó al corazón del monstruo, justo en el centro de su pecho donde el lodo parecía más espeso, más denso. Corrió hacia él, un relámpago en medio de la niebla, y antes de que el monstruo pudiera reaccionar, impactó de lleno.
El rayo atravesó el pecho del monstruo con una fuerza devastadora. El lodo que lo formaba comenzó a desmoronarse, como si la misma estructura que lo mantenía unido hubiera colapsado bajo la presión del Chidori. El monstruo emitió un último rugido, pero su cuerpo se desintegró rápidamente, desvaneciéndose en el lodo que lo había creado.
La victoria era de Sarada. Exhausta pero determinada, respiró profundamente, observando cómo el pantano volvía a la calma. El monstruo había caído, y con él, el camino hacia Boruto estaba despejado.
Sarada caminó hacia la puerta metálica que se alzaba frente a ella, el umbral hacia las profundidades donde Boruto yacía prisionero. Su corazón latía con fuerza, pero no era momento de detenerse. Empujó la puerta con determinación, sabiendo que más allá de ese umbral la espera era aún más sombría. Pero Boruto la necesitaba, y nada la detendría ahora.
Con un último respiro, Sarada cruzó el umbral, descendiendo hacia las profundidades donde Boruto esperaba, atrapado en la oscuridad de su propia mente, esperando que alguien lo liberara.
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Susurros En Konoha (BoruSara)
FanfictionEn la aldea oculta de Konoha, dos jóvenes ninjas, Boruto Uzumaki y Sarada Uchiha, se embarcan en un viaje emocional y lleno de desafíos mientras descubren un amor que desafía las tradiciones y las expectativas de sus familias. En medio de sus deber...