La sala de máquinas estaba envuelta en una penumbra inquietante, las luces de los dispositivos y el brillo etéreo del ataúd de Ada proyectaban sombras alargadas en las paredes de hielo.
Boruto y Sarada se mantenían en guardia, sus ojos fijos en la figura oscura que emergía de las sombras. Cada paso de la figura resonaba con una frialdad que helaba los huesos, y la tensión en el aire era palpable.
— ¿Quién eres? — demandó Boruto, su voz llena de determinación y desconfianza.
La figura se detuvo, y lentamente, las sombras que la envolvían comenzaron a disiparse, revelando su identidad. Al ver el rostro del enemigo, Boruto y Sarada quedaron paralizados por el asombro.
Ante ellos estaba Kashin Koji, un hombre cuya identidad y motivaciones habían sido envueltas en misterio desde siempre. Su presencia allí, en ese momento crítico, era tanto desconcertante como alarmante.
— Kashin Koji...— murmuró Sarada, sus ojos entrecerrados mientras trataba de entender la situación — ¿Tú eres el que protege a Ada?
Kashin Koji sonrió, una mueca fría y calculadora que no alcanzaba a sus ojos.
— No es tan simple, niña. Estoy aquí para asegurarme de que Ada permanezca en su estado de hibernación, por el bien de todos.
El asombro de Boruto se convirtió en una mezcla de incredulidad y furia.
— ¿Por qué? ¿Qué tienes que ver con todo esto?Kashin Koji dio un paso adelante, su presencia imponente llenando la sala.
— Hay fuerzas en juego que van más allá de lo que puedes imaginar, Boruto. Ada y su Seringan son parte de un plan mayor, uno que no puedes comprender todavía.
Antes de que Boruto pudiera responder, Kashin Koji lanzó un ataque, su mano brillando con un chakra ardiente que cortaba el aire como una hoja de fuego.
Boruto y Sarada se apartaron justo a tiempo, esquivando el ataque con la agilidad de una danza bien ensayada.
La batalla comenzó con una explosión de energía y poder, cada movimiento resonando con una intensidad que llenaba la sala.
Boruto, con su Jogan activado, se movía con la rapidez de un rayo, sus ataques precisos y letales. Sarada, con su Sharingan brillando, lanzaba golpes devastadores con su Chidori, su energía chisporroteando en el aire.
Kashin Koji, sin embargo, no era un enemigo común. Sus movimientos eran rápidos y precisos, sus ataques llenos de una destreza que desafiaba la lógica.
Cada golpe, cada barrido, era una mezcla de fuerza y técnica, su chakra ardiente dejando estelas de fuego en su estela. La sala de máquinas se convirtió en un campo de batalla, las luces parpadeando y los dispositivos vibrando con la intensidad del combate.
Boruto y Sarada luchaban con una sincronización perfecta, sus ataques complementándose en una danza de luz y fuego. Boruto, con su agilidad y fuerza, desviaba los ataques de Kashin Koji, sus movimientos rápidos como un relámpago. Sarada, con su precisión y poder, lanzaba golpes devastadores, su Chidori brillando con una luz cegadora.
La sala de máquinas se llenó de un torbellino de energía, las sombras y las luces entrelazándose en un baile mortal.
Los dispositivos y las máquinas crujían bajo la presión del combate, sus estructuras temblando y retorciéndose. El ataúd de Ada brillaba con una luz etérea, sus cables vibrando con cada choque de poder.
Kashin Koji, aunque poderoso, comenzaba a ceder ante la implacable fuerza de Boruto y Sarada. Sus movimientos se volvieron más desesperados, sus ataques más erráticos. La intensidad del combate alcanzó su punto álgido, cada golpe resonando como un trueno en el aire helado.
Finalmente, con un último esfuerzo conjunto, Boruto y Sarada lograron abrir una brecha en la defensa de Kashin Koji. La luz del Jogan y el poder del Sharingan se combinaron en un rayo de energía pura que atravesó la oscuridad, impactando directamente en el corazón de Kashin Koji.
El grito de Kashin Koji resonó en la sala, un sonido lleno de dolor y furia. Su cuerpo se desintegró en la luz, su chakra ardiente disipándose como humo en el viento. La batalla había terminado, y Boruto y Sarada se quedaron de pie en el silencio que siguió, sus corazones latiendo con fuerza.
El interior de la fortaleza era un paisaje de luces y sombras, las paredes de hielo brillando con una luz etérea. La combinación de tecnología y naturaleza creaba un ambiente tanto hermoso como inquietante. Los dispositivos y las máquinas vibraban con una energía latente, sus luces parpadeando en la penumbra.
Boruto y Sarada avanzaron hacia el ataúd de Ada, sus ojos fijos en la figura dentro de la cápsula de cristal. La luz del ataúd iluminaba el rostro sereno de Ada, sus cabellos azules esparcidos como un halo. La imagen era tanto hermosa como perturbadora, una mezcla de inocencia y peligro.
Antes de que pudieran actuar, una presencia oscura llenó la sala. De las sombras emergió Amado, su rostro lleno de una mezcla de tristeza y determinación.
— Boruto, Sarada — dijo, su voz resonando en el silencio — no saben en lo que se están metiendo.
El asombro de Boruto y Sarada se transformó en confusión.
— Amado, ¿qué estás haciendo aquí?— preguntó Boruto, su voz llena de incredulidad.
Amado suspiró, su mirada fija en Ada.
— Hay mucho que no entienden todavía. Ada no puede ser despertada. Su poder, el Seringan y la Omnipotencia, son más peligrosos de lo que pueden imaginar.
La tensión en la sala aumentó, y antes de que pudieran responder, las máquinas comenzaron a vibrar con una intensidad creciente. La luz del ataúd de Ada se intensificó, y los cables que la rodeaban comenzaron a chisporrotear con energía.
Un acontecimiento inesperado estaba a punto de desarrollarse. La luz del ataúd se volvió cegadora, y una onda de energía emanó de Ada, llenando la sala con un brillo deslumbrante. Boruto y Sarada se cubrieron los ojos, sintiendo la fuerza de la energía atravesar sus cuerpos.
La visión de Boruto se activó una vez más, y lo que vio lo dejó paralizado. El futuro que había visto antes se materializó ante sus ojos, pero esta vez con una claridad aterradora.
Vio a Kawaki y Ada, sus poderes combinados en una explosión de luz que envolvía el planeta. La realidad misma se retorcía y cambiaba, y las mentes de todos se alteraban, intercambiando las identidades de Boruto y Kawaki.
Cuando la luz se desvaneció, Boruto y Sarada se encontraron de nuevo en la sala de máquinas, pero algo había cambiado. El ambiente estaba cargado de una energía diferente, y las presencias de Amado y Ada eran más palpables.
Boruto y Sarada se enfrentaban a una nueva realidad, sus corazones llenos de incertidumbre y determinación.
El futuro de Konoha y el destino de Boruto estaban en juego, y con la llegada de Amado, la verdadera prueba de su fuerza y valentía estaba a punto de comenzar.
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Susurros En Konoha (BoruSara)
FanfictionEn la aldea oculta de Konoha, dos jóvenes ninjas, Boruto Uzumaki y Sarada Uchiha, se embarcan en un viaje emocional y lleno de desafíos mientras descubren un amor que desafía las tradiciones y las expectativas de sus familias. En medio de sus deber...