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De repente, el ambiente del bar cambió. La puerta se abrió de golpe y un grupo de hombres entró. Eran cinco, todos con miradas duras e intimidantes. La forma en que se movían y la confianza en sus gestos dejaban claro que no estaban allí para disfrutar de una noche tranquila. Sean sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

Los hombres se acercaron a la barra y pidieron bebidas, sus voces eran firmes y autoritarias. Mientras preparaba sus pedidos, Sean no pudo evitar notar que estaban armados. Las armas eran visibles, asomando de sus chaquetas de cuero, un recordatorio constante del peligro que representaban. El bar, que momentos antes parecía un refugio seguro, se convirtió en un escenario cargado de tensión.

El sonido de las bolas de billar cesó y las conversaciones se apagaron gradualmente. Sean entregó las bebidas a los hombres con manos firmes, tratando de no mostrar el nerviosismo que sentía. A su alrededor, el aire se cargaba de una tensión palpable, como la calma antes de una tormenta. Sean sabía que en cualquier momento, todo podría descontrolarse.

Uno de los hombres se dirigió a Sean, su mirada fría y evaluadora recorriendo cada centímetro de su cuerpo. Era un escrutinio incómodo, casi degradante. El hombre tenía una cicatriz profunda que le cruzaba el rostro y ojos oscuros que parecían perforar el alma de Sean.

—Oye, tú, putito —dijo el hombre con una voz rasposa y burlona—, ¿por qué no le dices a tu jefe Arón que necesito hablar con él?

Sean tragó saliva, sintiendo un nudo formarse en su garganta. La palabra "putito" resonó en su mente, una etiqueta despectiva que no merecía. Él no era un prostituto, pero ¿cómo podría explicarle a ese matón que él era un profesor de literatura que, debido a circunstancias desesperadas, necesitaba el dinero y por eso trabajaba allí? No había tiempo ni lugar para justificarse, y sabía que cualquier intento sería inútil frente a alguien que no le importaban sus razones.

Tratando de mantener la calma y dejar a un lado las explicaciones que no le interesarían a ese tipo, Sean asintió con la cabeza. Se dio la vuelta, dispuesto a buscar a Arón, cuando sintió una mano firme agarrándolo del brazo, impidiéndole avanzar.

Era James. Con un movimiento decidido, lo sujetó, su mirada desafiante y llena de furia dirigida al hombre que lo había insultado.

— Él no es ningún puto —dijo James con una voz clara y firme—. Deberías saber que en este bar no se estilan ese tipo de servicios, como tampoco es tu recadero. Mueve tu gordo trasero y busca al jefe por tu cuenta.

El hombre, que fácilmente doblaba en tamaño a James, se puso de pie abruptamente. Sus movimientos eran torpes pero llenos de fuerza bruta. La atmósfera en el bar se volvió aún más tensa, como una cuerda a punto de romperse.

—Mide tus palabras, muchachito —gruñó el hombre, su voz resonando con un peligro palpable—. Te puedo romper la cara con solo un dedo.

James comenzó a reírse, una risa que cortó el aire como un cuchillo. Sean sintió el corazón acelerarse, la tensión era palpable, y cada segundo se sentía como una eternidad. Se acercó al oído de James, con la esperanza de que sus palabras calmarían la situación antes de que se saliera de control.

—Ya deja eso, James, no busques problemas —susurró, esperando que su voz no fuera escuchada por nadie más.

—Deberías hacerle caso a tu puto, muchacho —replicó el hombre, con un tono cargado de desprecio.

James apretó la mandíbula, la furia visible en sus ojos. Sin contenerse por más tiempo, agarró un taburete de la barra y lo estrelló con fuerza contra la cabeza del hombre, haciéndolo caer al suelo con un estruendo sordo.

El caos estalló en un instante. Los hombres que acompañaban al caído se lanzaron sobre James, sus intenciones claras en sus ojos llenos de odio. James, con una mezcla de agilidad y fuerza, comenzó a defenderse, sus puños y movimientos rápidos golpeando a los atacantes. Sean observaba, paralizado por la sorpresa y el miedo, mientras James peleaba con una ferocidad impresionante, recibiendo golpes pero siempre manteniéndose de pie, ileso en su determinación.

Bilogía Sangre Y Poder: Perversos Deseos I || BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora