06•

926 111 10
                                    

El tiempo pasaba lentamente, cada minuto arrastrándose mientras Sean luchaba por encontrar la calma. Sentía que no podía seguir así, que algo tenía que cambiar. Pero por ahora, lo único que podía hacer era tratar de dormir, de encontrar algún tipo de descanso en medio de su tormento interno. Cerró los ojos una vez más, abrazando la esperanza de que el sueño lo llevaría lejos de sus preocupaciones, aunque solo fuera por unas horas.

Finalmente, el cansancio comenzó a hacer efecto, y Sean se sumió en un sueño inquieto. Las imágenes de James seguían presentes, mezclándose con sueños confusos y fragmentados. Zoe seguía durmiendo a su lado, ajena al conflicto que desgarraba a Sean desde dentro. Y en la quietud de la noche, Sean se dio cuenta de que su vida nunca volvería a ser la misma, no después de lo que había pasado esa noche.

Sean tenía clases a primera hora de la mañana y, para evitar encontrarse con Zoe y responder a las preguntas que seguramente tendría sobre su llegada tardía, decidió salir de casa sin desayunar y dirigirse directamente a la universidad. El amanecer aún teñía el cielo de tonos naranjas y rosas, creando un contraste con las calles grises de Roma que ya comenzaban a llenarse de tráfico. Condujo por las arterias principales de la ciudad, donde los coches avanzaban lentamente, formando una serpiente de metal que parecía no tener fin.

Cuando llegó a un semáforo, Sean detuvo su coche y suspiró con resignación. La congestión vehicular era terrible esa mañana y no le quedaba más remedio que tener paciencia y esperar. Observó el cambio de colores en el semáforo, intentando mantener la calma. De repente, un sonido de golpeteo en su ventanilla lo sobresaltó. Giró la cabeza rápidamente y, al bajar la ventana, se encontró con un motociclista cuya figura le resultaba vagamente familiar. El motociclista levantó el cristal del casco y Sean reconoció de inmediato a James.

— ¿Si tiene coche para qué va al bar sin él? —preguntó James con una sonrisa traviesa.

Sean frunció el ceño y respondió con un tono serio, intentando no dejar traslucir su cansancio
— El bar está en un barrio de mala muerte y podrían dejarme sin vehículo.

James rió suavemente ante la comparación y replicó: — Pudo dormir, ¿no?

Sean negó con la cabeza, su expresión se tornó sombría:
— No, no dormí bien. No estoy acostumbrado a la violencia, James. Anoche fue muy intensa.

El semáforo cambió a verde y los vehículos comenzaron a moverse. James siguió de cerca a Sean, ambos se dirigían hacia el mismo destino. El tráfico continuaba denso y cada parada en los semáforos parecía alargar la distancia entre ellos y la universidad. A pesar del bullicio de la ciudad despertando, Sean no podía evitar que sus pensamientos volvieran a la noche anterior. La imagen de la pelea en el bar, los gritos y el caos lo perseguían, afectando su concentración.

Finalmente, llegaron a la universidad. Sean estacionó su coche en el aparcamiento habitual y escuchó el rugido de la motocicleta de James deteniéndose justo detrás de él. Salió del vehículo y esperó a que James hiciera lo mismo.

— ¿Estás bien? Tu mano debe doler —dijo Sean, preocupado, mientras observaba a su alumno quitarse el casco y los guantes.

James mostró sus nudillos quebrados, revelando los moretones y heridas que la noche anterior había dejado como recuerdo. Sus ojos brillaban con una mezcla de desafío y dolor, pero también con una extraña satisfacción.

— No es nada, profe. He tenido peores —respondió James con una sonrisa forzada, aunque el dolor era evidente en su voz.

Sean no pudo evitar sentir una punzada de culpabilidad. A pesar de la fachada despreocupada de James, sabía que la violencia no debía ser parte de la vida de ninguno de sus estudiantes. Intentó ofrecerle una palabra de aliento, pero las palabras se le quedaron atoradas en la garganta. En su lugar, se limitó a poner una mano en el hombro de James, transmitiéndole todo el apoyo y la comprensión que no podía expresar con palabras.

Bilogía Sangre Y Poder: Perversos Deseos I || BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora