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La noche había llegado en un parpadeo, envolviendo la ciudad en un manto de oscuridad interrumpido solo por las luces neón y los faros de los vehículos que se reunían para la carrera clandestina. James y Sean llegaron al lugar acordado, un descampado donde se congregaban corredores y sus ayudantes, todos preparando sus motocicletas con un fervor casi ritual. El aire estaba cargado de adrenalina y el rugido de los motores reverberaba como un preludio a la velocidad y el peligro.

A un costado del tumulto, James divisó a Derek junto a su querido técnico, quienes estaban ocupados con una motocicleta que destacaba por su apariencia imponente y feroz. Al verla, James corrió hacia ella, sus ojos brillando de emoción. La examinó meticulosamente, apreciando cada detalle de su diseño aerodinámico y el potente motor que prometía una carrera inolvidable.

—¿Es mi motocicleta? —preguntó James, sus manos recorriendo la máquina con reverencia.

—Sí, es esta —respondió Derek, cruzado de brazos y observando a su hermano.

James, sin poder contener su entusiasmo, llamó a Sean. —Mi amor, ven aquí. Mira qué cosa tan hermosa —dijo, extendiéndole la mano para que se acercara.

Sean se aproximó, sus ojos abriéndose de asombro. —Es muy linda —dijo, sus palabras llenas de admiración.

El momento de intimidad se rompió cuando Derek se acercó. —James, dentro de una hora comenzará la carrera. Todo está acordado con los jueces. Tú solo tienes que hacer lo tuyo. Intenta demorar un poco esa carrera —dijo, su tono serio y profesional.

—¿Qué tipo de cargamento es? —quiso saber James, aún absorto en la motocicleta.

—Coca —respondió Derek, lanzando una mirada a Sean. —Si no es mucho pedir, podrías ayudar a mis trabajadores a servir bebidas —le dijo a Sean.

James se puso tenso, su mirada se endureció. —Él no es un sirviente, Derek. Mucho menos trabaja para ti.

—Solo le estoy dando un motivo para quedarse. Sabes que no puede estar aquí, es un lugar privado —replicó Derek.

—Por mí no hay problema. ¿Qué tengo que hacer? —dijo Sean, dispuesto a ayudar.

—¿Ves esas mesas de allá? —dijo señalando un área llena de clientes. —Suelen llegar a refrescarse luego de ver las carreras o incluso antes. Solo ayuda a los demás camareros con las bebidas.

—Está bien, no es problema para mí —respondió Sean.

—Trabajaba en mi bar, por supuesto que no es un problema para él —añadió James, sintiéndose un poco más tranquilo. Se volvió hacia Sean y, sin importarle la presencia de los demás, lo besó en la boca. —Voy a estar contigo en un rato.

Sean le devolvió el beso con igual pasión. 

—Eres increíble, James, — dijo Derek, observando la escena, no pudiendo evitar una sonrisa burlona. —¿Qué edad tiene?

—Tu edad —respondió James, sin perder la sonrisa.

—Estás saliendo con un hombre de casi cuarenta años que es tu profesor. Nunca imaginé que podían gustarte los hombres, eres tan diferente —dijo Derek, meneando la cabeza.

James lo miró con seriedad. —No soy diferente a ti, Derek, —dijo tomándolo por sorpresa — Sé que también te gustan los hombres, pero por culpa de Vittorio no te atreves a dar ese paso.

Derek bajó la voz, susurrando. —No sé de qué me hablas. No me gustan los hombres.

James se acercó aún más, su voz también en un susurro. —Fuiste mi principal referente, hermano. Tal vez no lo recuerdas, pero yo sí. — murmuró a escasos centímetros suyos — Cuando Vittorio me llevaba a la mansión, de pequeño, estaba aburrido y buscaba a mi hermano para que jugara conmigo.

Bilogía Sangre Y Poder: Perversos Deseos I || BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora