07•

864 112 22
                                    

El aula quedó vacía, y Sean se permitió un momento para respirar profundamente, tratando de asimilar todo lo que acababa de descubrir.

Reflexionando sobre su falta de obligaciones en el bar esa noche, sacó el teléfono del bolsillo de su chaqueta y rápidamente envió un mensaje a Zoe: "Llegaré tarde a casa, tengo que corregir exámenes".

Lo guardó de nuevo y salió apresuradamente del salón, esperando que James no se hubiera marchado aún. El pasillo estaba casi vacío, salvo por algunos estudiantes rezagados, y su corazón latía con fuerza mientras se apresuraba hacia la salida.

Al llegar al estacionamiento, sus ojos buscaron frenéticamente a James. Para su alivio, lo vio subirse a su moto, ajustándose el casco con un aire despreocupado. Sean alzó la voz, intentando llamar su atención antes de que arrancara.

— ¡James! —gritó, caminando rápidamente hacia él—. ¿Quieres ir a un café conmigo? Me gustaría continuar la conversación.

James detuvo su movimiento y lo miró con una mezcla de sorpresa y desdén, jugueteando con el piercing en su labio. Sus ojos brillaban con una chispa de desafío mientras consideraba la propuesta de Sean.

— Profesor, no intente jugar un rol de padre porque no lo es — respondió James con un tono cortante—. Además, no podría ver al hombre que me encanta como esa figura paterna.

La confesión de James dejó a Sean atónito. Un escalofrío recorrió su columna mientras procesaba las palabras del joven. Respiró hondo, intentando mantener la compostura.

— Mira, no quiero ser tu padre, James —dijo Sean con firmeza, aunque su voz contenía un matiz de ternura—. Pero soy tu profesor, y me preocupo por ti. Si no quieres...

James lo interrumpió antes de que pudiera terminar la frase.

— Está bien, dígame en qué café y lo sigo en mi moto —dijo James, cediendo un poco de su actitud desafiante.

Sean sintió un alivio mezclado con nerviosismo. Le indicó un café cercano, uno que solía frecuentar por su ambiente tranquilo y discreto. Ambos montaron en sus respectivos vehículos y se dirigieron hacia el lugar acordado, el sonido del motor de la moto de James acompañando el camino de Sean en todo momento.

Llegaron al café en cuestión de minutos. Sean estacionó su coche y esperó a que James hiciera lo mismo con su moto. El joven se bajó con un movimiento ágil, quitándose el casco y sacudiendo el cabello. Sean observó sus movimientos, intentando leer lo que pasaba por su mente, pero James mantenía su expresión enigmática.

Entraron al café, y el aroma a café recién hecho y pasteles caseros los envolvió. Encontraron una mesa en una esquina, alejada del bullicio. Sean se sentó primero, dejando su maletín a un lado, mientras James tomaba asiento frente a él, aún jugueteando con su piercing.

— Gracias por venir —comenzó Sean, sin saber muy bien cómo iniciar la conversación—. Realmente me importa saber cómo estás, no solo como estudiante, sino como persona.

James lo miró, sus ojos mostrando una mezcla de curiosidad y escepticismo.

— ¿Por qué te importa tanto, profesor? —preguntó, su tono menos desafiante pero aún cauteloso.

Sean suspiró, eligiendo cuidadosamente sus palabras.

— Porque veo potencial en ti, James. Eres inteligente, tienes una chispa que pocos tienen. Y, sinceramente, no quiero que te pierdas en un camino peligroso.

James bajó la mirada por un momento, luego volvió a mirar a Sean, su expresión suavizándose un poco.

— No es fácil, profesor. Mi vida... es complicada.

Bilogía Sangre Y Poder: Perversos Deseos I || BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora