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En el viaje al supermercado, el silencio entre Zoe y Sean se volvió abrumador. Zoe apretaba con fuerza el bolso contra su pecho, incapaz de sacar de su cabeza la manera en la que el nombre de James había salido de los labios de Sean esa mañana. Cada kilómetro recorrido en el coche parecía alargar más la distancia emocional entre ellos. Sean mantenía la mirada fija en la carretera, consciente del peso de sus pensamientos, pero incapaz de iniciar una conversación.

Cuando finalmente llegaron al supermercado, Sean fue el primero en salir del coche. Se dirigió al lado de Zoe para abrirle la puerta con un gesto cortés que parecía más mecánico que genuino. Zoe bajó sin decir una palabra y comenzó a caminar por delante de él, su postura tensa reflejando la tormenta de emociones que intentaba ocultar. Sean la siguió, manteniendo una distancia prudente, sabiendo que el ambiente estaba cargado y que cualquier palabra inapropiada podría desencadenar una confrontación.

Al entrar al centro comercial, la multitud y el bullicio parecieron acentuar el silencio entre ellos. Zoe se dirigió directamente hacia una tienda de ropa, mientras Sean optó por quedarse afuera, dándole el espacio que, evidentemente, necesitaba. Se apoyó en la barandilla de las escaleras mecánicas, observando distraídamente a la gente que pasaba, tratando de ordenar sus pensamientos.

De repente, una voz familiar lo sacó de su ensimismamiento.

—Profesor Dante, qué sorpresa verle aquí.

Sean tragó seco y volteó lentamente, encontrándose cara a cara con Adam. El joven sonreía despreocupado mientras se sostenía de la barrera metálica de la escalera mecánica. El corazón de Sean se aceleró al ver a Adam, un recordatorio viviente de sus complicaciones recientes.

— Mi novia está dentro —dijo Sean casi en súplica, echando un vistazo nervioso a la tienda—. Te pido de favor que te marches, no quiero que te vea cerca de mí.

Adam, sin perder su sonrisa, se acercó un poco más.

—No seas tan maleducado —respondió—. Sólo te estoy saludando, y me sales con eso.

Sean apretó los labios, sintiendo la tensión acumulándose en su pecho.

—Sé qué quieres, Adam —dijo con voz tensa—. Y no vas a tardar en lanzarte sobre mí, pero ahora no es el momento.

Adam arqueó una ceja, claramente disfrutando de la incomodidad de Sean.

—¿Y qué es lo que quiero, según tú? —preguntó Adam, acercándose más, invadiendo el espacio personal de Sean.

Sean lo miró fijamente, sus ojos reflejando una mezcla de frustración y resignación.

—A James —respondió Sean finalmente, su voz baja pero cargada de significado.

Adam soltó una carcajada breve, atrayendo algunas miradas curiosas de los transeúntes.

—Vaya, profesor, parece que por fin estás siendo inteligente, —dijo Adam, inclinándose un poco más cerca—. Si sabes que es lo que quiero, entonces sabrás también que deseo que desaparezcas de su vida.

Sean sintió un escalofrío recorriendo su espalda. Miró nuevamente hacia la tienda, donde Zoe seguía ocupada mirando ropa, ajena a la confrontación que se estaba desarrollando fuera.

—Mi relación con James, es diferente, entre nosotros no existe nada—dijo Sean con severidad.

Adam lo miró con una intensidad que hizo que Sean se sintiera expuesto.

— James y yo tenemos un pasado, y no pienso renunciar a él tan fácilmente, lo único que te queda, es renunciar tú a James, porqué sino, voy a entrar a esa maldita tienda y le contaré a tu prometida, como su prometido no es tan hombre como ella cree.

Bilogía Sangre Y Poder: Perversos Deseos I || BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora