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Antes de que pudiera decir algo más, los labios de James estaban cubriendo los suyos, comenzando un lento movimiento que segundos después, logró intensificarse. Los ojos de Sean cerrados y su corazón rebotando fuerte porque, después de diez años él volvía a besar a un chico y no uno cualquiera, a su estudiante.

Sintiendo como la lujuria arremetía contra su cuerpo, cogió con fuerza los brazos de James. Eran fuertes y suaves, estando aquel día descubiertos ante una camiseta. Sean sabía lo delicioso que estaba siendo aquel primer contacto boca con boca y esperaba que no se acabase jamás.

Cuando James introdujo su lengua en la cavidad contraria, la de Sean estaba dispuesta a arremeter e iniciando una nueva y picante lucha, ellos jadearon ante la desesperación que los acarreó. El mayor sabía que no faltaría demasiado tiempo para que aquello terminase de suceder; pero desde luego, él no estaba seguro de que sería aquel día. Cuando James lo juntó con fuerza hacia él y se separó con un húmedo chasquido, se sintió más excitado que nunca y al momento en que admiró aquellas preciosas perlas marrones rebosadas en placer, él sonrió por completo extasiado.

- Tenía tantas ganas de besarte, joder - susurró James, golpeando sus labios contra la mandíbula, bajando directo hacia su cuello y succionando sin compasión. Sus caderas restregándose y ambas erecciones haciéndose notar por debajo de los pantalones, ocasionando que la temperatura se elevase hasta el punto de hervir-. Pero tengo aún más ganas de joderte.

Y sin siquiera darle un merecido tiempo, los labios de James buscaron una vez más los contrarios, los cuales lo recibieron con un estimado goce que lo hizo arder en cuestión de segundos. Perdiendo por completo la cordura y disfrutando de lo deliciosos que se sentían los carnosos y dulces labios de Sean siendo mordidos por los suyos propios, él ejerció fuerza en el cuerpo contario hasta que el pelinegro estuvo sentado sobre la madera del escritorio; sus manos pasando por la espalda de James y jalando su cabello, mientras que el castaño lo apretaba más contra sí, acariciando la espalda baja de Sean y entrometiéndose en la cinturilla de su pantalón.

- Uh, James - murmuró, separándose de los otros labios por escasos segundos. Sentía una molestia conocida en su estómago, mezclada de la anticipación y ansias. ¿estaba siendo, devorado por su estudiante? Aquello no estaba bien y no evitó la punzada de culpa que lo amordazó de inmediato, aunque hubiera deseado hacerlo-. Para, para.

- ¿Hm? - Cuestionó, sus labios hinchados cuando se separó unos segundos y sus ojos lujuriosos iluminando toda el aula. Sean de inmediato se pasó una mano por el rostro, por completo confundido. Ya había dejado que sus fuerzas fallasen la primera vez, ¿pero acaso sería capaz de hacerlo? - . ¿Pasa algo?

- No, bueno sí - respondió, negando con la cabeza y pensando en su relación. Su real relación. Imágenes de Zoe mezclándose con las de James y la desagradable jaqueca volviendo en cuestión de segundos. Sacando el cuerpo de James de entre sus piernas, él bajó del escritorio y alisó sus ropas, sintiéndose avergonzado por haber perdido la cordura de aquel terrible modo-. Escucha, creo que debo pensarlo.

- ¿Pensar qué?

- Esto, todo lo que ha pasado y está por suceder.

- Creí que ya habías tomado una decisión - intentando no parecer herido, James irguió la espalda y peinó su cabello, tomando una distancia prudente entre el otro cuerpo y el suyo propio. Su corazón dolió y el miedo comenzó a invadirlo, ¿eso qué significaba?

- Sí, pero, creo que necesito algo más de tiempo, no es sencillo el cargo de conciencia que me cae encima, James - murmuró, su mirada baja y evitando encontrarse con la contraria. Tragó saliva, su corazón repiqueteando veloz y sus manos temblando. Sean no podía creerse lo que estaba comenzando a hacer con su vida, y con su futura esposa. ¿De verdad él quería causarle aquel daño? ¿Engañarla?

»- Yo creo que necesito apartar mi moral de toda esta situación antes de poder involucrarme contigo, así evitaré sentirme mal cuando llegue a casa. - Sean negó, suspirando y cogiendo su maletín; cuando se atrevió a mirar a James, éste yacía serio, aunque sin notarse molesto o decepcionado, Sean volvió a alabar su grandioso poder para ocultar emociones en el momento indicado.

- Bien - dejó saber, encogiendo sus hombros y pareciendo desinteresado. Apretó sus labios, guardando las manos en los bolsillos de su pantalón; aunque con su orgullo pisoteado, se atrevió a sonreír-. Sólo debes aprender a dejarte llevar, Sean. No pienses demasiado, eso tan sólo lo complica todo.

Sean le sonrió, sincero. Aquellas palabras, habían sido las más filosóficas que James hubiera pronunciado en su vida; se sintió orgulloso de ello y riendo, él caminó hacia la puerta. Las imágenes de minutos antes llenando su cabeza y la preciosa sensación de los labios de James besándolo, creando escalofríos en su cuerpo.

Antes de que Sean pudiera salir, James le hizo una seña y convirtiendo su gesto en aquél lleno de picardía y sugerencia que acostumbraba, el pelinegro rodó los ojos, aunque sus dientes asomándose en la más ampliada sonrisa

»- Para la próxima no escapará, Profesor Dante.

El ojimiel sonrió, un sonrojo notorio apoderándose de sus mejillas cuando estuvo en la puerta abierta. Peinando un mechón de cabello detrás de su oreja, intentó parecer coqueto; y cuando James mordió su labio ante la sexy imagen, Sean se volteó; una nueva y más fuerte carcajada abandonando su garganta.

- Procuraré no huir, James.

Aquella noche Sean le había mandado un mensaje de texto a su prometida, en donde le dejaba saber que tenía exámenes que corregir y clases que preparar otra vez, por supuesto era una enorme mentira, porque en realidad debía cubrir dos horas de turno en el bar, estas serian muy bien pagas y no podía faltar, lo que menos deseaba era encontrarse con sus estudiantes, pero imposible, esos chicos frecuentaban mucho el local y más James, en cuanto lo vio trabajar ahí no se despegaba del lugar.

Cuando estaba en el centro del lugar, llevando bebidas de un lugar a otro sin cesar, por la puerta entraba un hombre joven bien vestido, el cual creía conocer el lugar porque fue directamente a una mesa en el fondo, la cual parecía ser su mesa habitual, era la primera vez que Sean veía al desconocido pisar el lugar, alguien no muy grato ya que Manu soltaba la bandeja, acompañado de maldiciones mirando en dirección a James, que estaba en la mesa de billar de siempre.

-Sean, llévale este wiski al cliente y dile que va por la casa- dijo Manu preocupado- Iré a por Arón.

Manu salió rápidamente de la barra y corrió a la oficina del jefe. Sean sin saber lo que pasaba obedeció, tomó el vaso de wiski y lo colocó en la bandeja.

¿Quién era aquel hombre y porque había mirado hacia James?

Mientras caminaba hacia la mesa del hombre, su mirada se posó sobre la de James, provocando un fuerte estremecimiento en él, ya que el chico mantenía sus ojos más oscuros de lo normal.

-La casa invita- indicó Sean poniendo el vaso junto a una servilleta en la mesa.

El desconocido levantó la mirada y le dedicó una perfecta sonrisa, Sean tragó seco de lo guapo que era aquel tipo, tenia un cabello castaño espeso y unos penetrantes ojos celestes, llamaba la atención porque realmente hacia juego con su bronceada piel, perfectos tatuajes adornaban su cuello y gran parte de su brazo derecho haciéndolo ver más deseable.

-Gracias ¿Eres nuevo? -Sean asintió únicamente con la cabeza. -Soy Adam -se presentó- Debo admitir que Arón contrata hombres cada vez más guapo -Halagó coqueto -¿Tú eres?

Sean tuvo la intensión de presentarse, cuando sintió las fuertes manos de alguien más agarrar su brazo derecho, provocando que se alejara lo suficiente de aquella mesa, confundido y silencioso, vio que se trataba de James.

-¿Qué demonios haces aquí? -gruñó fuera de sí.

-¡Oh, James! -Adam se echó a reír a medida que se ponía de pie. -Estaba muy bien acompañado hasta que llegaste tú -dijo burlón mirando a Sean coqueto. -¿Me dirás como te llamas muñeco? -Sean tragó rudo sintiendo la mirada de ambos hombres sobre él.

-Sean Dante.

Adam sonrió satisfecho y acercándose un poco a este, llevó sus manos a sus caderas.

-No te atrevas a tocarlo.

La mirada de James estaba fija en Adam, mientras que este dejaba una gran cantidad de billetes dentro del vaso que antes contenía el liquido amargo, antes de marcharse, empujó a James a un lado, para susurrarle algo en el oído Sean, que abría los ojos a medida que escuchaba el cálido aliento sobre su piel, cuando el tipo se alejó, James apretó los puños con fuerza.

-Sean, tú turno ha terminado. -Habló Arón tomándolo por sorpresa, no había cumplido su horario completo, pero el jefe había decidido que era mejor que acabara. -James, ven a mi oficina.

El chico caminó enfurecido hacia la oficina de Arón, el cual se hizo a un lado recibiéndolo, este no se pudo contener y comenzar a destruir todo lo que encontraba a su lado, el hombre se quedó a un lado del lugar esperando que James lograra calmarse.

-No debiste darle el empleo a Sean.

-No sabía que era tú profesor.

-No es solo eso.

-Ya me he dado cuenta que te gusta, pero si en realidad deseas protegerlo de este ambiente, empieza por no meterte con Adam.

James arqueó una ceja: - Es un idiota ¿Viste como miraba a Sean?

-Nada diferente de como lo miras tú. -Arón caminó hacia su puesto, una vez ahí se apoyó en la mesa. - Me queda claro que te mueres por follarte a tu profesor.

-Es más que eso.

-Realmente no me interesa lo que quieras hacer con Sean, me dijo que necesitaba mucho el dinero, así que por favor déjalo en paz.

Bilogía Sangre Y Poder: Perversos Deseos I || BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora