Los corredores comenzaban a quedar vacíos, de igual manera, James sabía que no podía confiarse demasiado. Con un leve trote, él revisó todas y cada una de las aulas en las que, su profesor favorito estuviera dando clases o terminando, por supuesto.
Esperaba que no fuera demasiado tarde y su corazón palpitaba a la velocidad de una estrella fugaz al pensar en que podría no encontrarse con Sean en la universidad, junto con la emoción extrema de poder terminar de cumplir su mayor sueño.Acostarse con Sean o en este caso, follarlo contra el escritorio.
Cuando sintió sus manos comenzar a sudar, se preocupó de sí mismo. ¿Acaso estaba nervioso? El sólo pensarlo le sacó una risa inmediata y llegando al último salón del piso tres en el edificio, respiró con profundidad. Al momento de abrir la puerta, sintió el corazón latir con fuerza y éste de inmediato intentó salir por su boca cuando observó al precioso hombre por completo concentrado en unos exámenes sobre su escritorio.
— Permiso — llamó, pronunciando con voz grave cuando cerró la puerta tras de sí.Las ansias recorriendo su anatomía entera y la excitación anticipante abrasando sus pulmones, impidiéndole la respiración. Cuando la preciosa mirada miel se elevó de su trabajo, presenció las ligeras mejillas sonrojadas que se hicieron notar, aquello fue un buen recibimiento.
— Señor Martín — murmuró el mayor, peinando su típico mechón de cabello detrás de la oreja; sonrió—. Que sorpresa, adelante.
— Gracias — James sonrió, un gesto lleno de lascivia cuando se aproximó al escritorio y recostó su cadera de éste, sus ojos conectados con los contrarios.
— No te vi este día, creí que no habías asistido a clases — murmuró, mordiendo el interior de su labio cuando se sintió demasiado avergonzado.La sonrisa del pelinegro extendiéndose y la mirada miel bajando para encontrarse con los papeles aglomerados en sus manos.
— ¿Estás al pendiente de mí? — Cuestionó, una mirada divertida cuando sintió la lujuria comenzar a trepar por su garganta, no pudiendo ser retenida por varios minutos más. James se mordió la lengua, deseando poder esperarse un tiempo adicional. Luchando por ello—. Que interesante, vaya.
— No, no es eso — dijo de inmediato, elevando su mirada y sintiéndose ahogado. Percibió el calor abrasar su rostro y odió el momento en que el sonrojo furioso se apoderó de él. —Creo que debo agradecerte que me cuidaras anoche en el trabajo. —dijo encantador.James soltó una pronta risa, —¿Me lo agradece o es que le gustó mucho mi actitud?
—No quise decir eso.
— ¿Entonces qué es, Profesor Dante? — Interrogó, un tono jocoso cuando elevó sus cejas, haciendo que el pelinegro soltase una risilla nerviosa. Desde luego, queriendo devorarlo en aquel justo momento y evitando cometer una completa locura.
— Yo... — comenzó, gesticulando con sus manos, notándose nervioso. Aquello encendió aún más la chispa de deseo que arremetía y quemaba el cuerpo entero de James, quien, tras relamerse los labios, se inclinó lo suficiente hasta poder coger el rostro precioso entre sus manos y acortar el espacio innecesario. Probando los suaves y expertos labios del pelinegro, una vez más.
Los latidos del mayor de inmediato imitaron a los de James, quien percibía su corazón loco. Desde luego, después de una exagerada depresión la mañana entera, la mejor cura no era nada más que los labios de Sean besándolo de aquella deliciosa manera que había echado de menos. Porque, por supuesto, después de aquel primer beso, James no pudo sacar la sensación maravillosa de su boca.
Dejándose llevar, él ojimiel cerró sus ojos y se deleitó con el insuperable beso que estaba recibiendo. La textura de los labios de James era suave y adictiva, su lengua cálida acariciaba la suya propia casi con malicia. Sus respiraciones se escuchaban agitadas y la temperatura estaba comenzando a subir. Sean no había pensado del todo en aquello; por supuesto, él aún se encontraba inseguro, pero le era inevitable resistirse ante tal hombre pues, no se cansaría de admitir que James era precioso.
Empujando la silla hacia atrás, James buscó una mejor posición para seguir devorando la boca de su profesor, sin siquiera separarse un milímetro y jadeando en la cavidad contraria. Sentía como su pantalón comenzaba a quedar apretado y es que millones de imágenes surcaron por su cabeza.
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Bilogía Sangre Y Poder: Perversos Deseos I || BL
RandomHistoria I. Sean Dante es un respetado profesor de literatura, comprometido con su novia y a punto de casarse. Sin embargo, bajo su apariencia de cordura y lealtad, se esconde un oscuro deseo que solo James Martín, su estudiante más odiado, logra d...