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James se sentó en el bordillo de la bañera, saboreándose con la simple imagen de Sean tan cerca de él, lo agarró de las caderas y lo acercó a su rostro. Sean no pudo evitar reír, cuando sintió a James acariciando sus nalgas con su rostro de una forma tan tierna.

—James, ¿qué haces? —preguntó Sean sin poder tener visión de él, sólo sentir su tacto.

Pero James no le respondió, le abrió las nalgas haciéndolo soltar un gemido, para luego hundir su cara, aquello le causó tanta gracia a Sean, que sintió un suave cosquilleo recorrer su vientre, pero luego que sintió la lengua de James, juguetear con su apretada entrada, todo cambió, mordió sus labios y sus ojos se pusieron en blanco, aquellas lamidas eran realmente satisfactorias, su lengua entraba y salía de allí, mientras Sean no podía dejar de gemir. James le dio la vuelta en un acto incontrolado, y poniéndose de rodillas ante su novio, lamio y succiono su miembro, mientras movía sus dedos en su interior. Mordió su glande y sólo los labios de Sean anchándose en aprobación y gusto por lo que James le hacía.

Su boca, sus labios y la lengua de su novio, estaban ahí comiéndolo por completo, él casi a punto de correrse y sujetó la cabeza de James con sus manos para atraerlo más hasta su cuerpo. Tres de sus dedos entraron, y los metió tan profundo de manera que quedaran en movimiento hacia su punto interior de más placer. Sus dedos moviéndose con frenesí, mientras su lengua acariciaba su polla, y el orgasmo no tardó mucho en llegar. Entre un gemido, casi grito y un espasmo, Sean se corrió en su boca.

James lamió toda su esencia sintiendo el aroma a sexo en su piel y todavía sus dedos se movían dentro para exprimir las últimas oleadas de placer que quedaban en su cuerpo, James se incorporó y lo besó, tomándolo de la mano desesperado y sacándolo de la bañera, no podía esperar más así que lo llevó hacia la cama. Su miembro palpitando desesperadamente, y ya le dolía lo duro que estaba.

Sean cayó en la cama, y James se tumbó sobre él, viendo los ojos de su novio con las pupilas dilatadas de placer, leyendo el perverso deseo que lo consumía. Acercó su boca a la suya, y chupó sus labios, deleitándose con el gemido ahogado que brotó de la garganta de Sean. Sintió la lengua de James lamer sus labios, primero antes de combatir con la suya, sus lenguas se juntaron coordinadamente, Sean lo dejó manejar toda la situación, como hacia siempre.

James dominaba, sólo él.

—James, hazlo duro por favor, —suplicó Sean abriendo las piernas para él, y James no pudo dejar de sentir un escalofrío de gozo, nunca antes Sean había sido tan sumiso.

Lo agarró de las caderas y se posicionó entre sus piernas. Las embestidas fueron duras, porque su novio se lo había pedido, y sabía perfectamente que le gustaba, Sean se retorció aún más, gimiendo descontrolado al sentir como James tocaba su próstata, una y otra vez.

—Oh, joder, James...¡Más duro!

James aumentó el ritmo de las embestidas al escucharlo pedir por más. Adoraba hacerlo gritar de placer. Sean alzó las caderas involuntariamente anhelando aumentar aquella fricción que lo enloquecía, James pareció leer sus deseos en su expresión, porque con firmeza levantó sus piernas sobre sus hombros para tener más acceso a su interior, follándolo duro y tan profundo como pudo.

—¿Así, mi amor? ¿Te gusta?

—Me voy a correr otra vez, James —dijo Sean en una voz casi suplicante, las lágrimas de placer saliendo de sus ojos.

—Hazlo conmigo, bebé.

Cuando James dio las ultimas penetraciones, se corrió dentro de Sean y casi a la vez, Sean comenzaba a venirse sobre su pecho y parecía que convulsionaba, James lo recibió en su pecho y agarró la sabana que se encontraba a un lado de la cama para cubrirlos.

Bilogía Sangre Y Poder: Perversos Deseos I || BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora