James respiraba hondo mientras caminaba por la acera en dirección al bar. La noche era fría y oscura, y el aire fresco se mezclaba con los aromas de la ciudad. Sentía una tensión creciente en su pecho, como si cada paso que daba aumentara el peso de lo que tenía que hacer. No podía dejar las cosas así con Sean; le debía una explicación, aunque temía que a Sean no le importara lo que tuviera que decirle. Pero debía intentarlo.
Al llegar al bar, se detuvo un momento en la entrada. El lugar estaba especialmente concurrido esa noche, la música y las risas resonando en el aire. Las luces parpadeaban de manera intermitente, creando un ambiente vibrante y caótico. A través de la multitud, James vio a sus amigos reunidos alrededor de la mesa de billar, mientras Sean estaba detrás de la barra sirviendo bebidas. La visión de Sean, tan concentrado y atractivo como siempre, le hizo apretar los puños, determinándose a abordar el asunto de una vez por todas.
—¡Ey, James! Pensamos que no vendrías hoy —gritó Mark, apoyándose en el palo de billar con una sonrisa despreocupada.
James levantó una mano en señal de saludo, pero su atención estaba fija en Sean. Sin perder más tiempo, se abrió paso entre la multitud, su corazón latiendo con fuerza. Cada paso parecía llevarlo más cerca de un abismo del que no estaba seguro si quería saltar.
Al llegar a la barra, Sean lo vio y dejó la bandeja de bebidas sobre la superficie de madera. La expresión en su rostro era de clara incomodidad.
— No podemos hablar aquí, James —dijo Sean, su voz firme pero con un matiz de resignación—. Ya sé lo que vienes a decirme y no me interesa.
James sintió un chispazo de frustración. Antes de que Sean pudiera alejarse, lo tomó del brazo, sus dedos apretando con fuerza.
—Te interesa, porque entre Adam y yo no hay nada —se explicó James, sus ojos llenos de sinceridad y desesperación.
Sean se soltó bruscamente, su mirada llena de escepticismo y celos.
—Lo vi besándote. A una persona que supuestamente odias o con la que te llevas mal no la besas de esa manera —espetó Sean, la amargura evidente en su voz.
James se acercó más, su rostro a solo unos centímetros del de Sean.
—Sean, si me dejas explicarte...
—¡Te dije que no me interesa! —interrumpió Sean, su voz elevándose ligeramente.
Con un movimiento rápido, James acorraló a Sean contra la barra, sus cuerpos casi pegados. La tensión entre ellos era palpable, cada respiración compartida cargada de emociones reprimidas.
—Estás celoso —dijo James, su voz baja pero intensa.
Sean desvió la mirada, su mandíbula apretándose.
—No, que no se te olvide que me voy a casar dentro de seis meses y...
—Como me vuelvas a decir algo de tu supuesta boda de mentiras con la rata de biblioteca, te pego un beso aquí delante de todos —interrumpió James, su voz firme y desafiante.
Sean lo miró, sus ojos oscuros llenos de una mezcla de furia y deseo. Por un momento, el ruido del bar desapareció, y solo quedaron ellos dos, atrapados en una lucha de voluntades y sentimientos. La respiración de Sean se aceleró, y sus labios se entreabrieron, como si estuviera a punto de decir algo, pero las palabras no salieron.
La tensión era insoportable. James se inclinó un poco más cerca, susurrando en el oído de Sean.
—Dime que no sientes nada por mí y me iré.
Sean cerró los ojos, su cuerpo temblando ligeramente. Sabía que mentiría si dijera esas palabras. El conflicto interno era evidente en cada fibra de su ser. Finalmente, abrió los ojos y miró a James, una mezcla de vulnerabilidad y resolución en su mirada.
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Bilogía Sangre Y Poder: Perversos Deseos I || BL
DiversosHistoria I. Sean Dante es un respetado profesor de literatura, comprometido con su novia y a punto de casarse. Sin embargo, bajo su apariencia de cordura y lealtad, se esconde un oscuro deseo que solo James Martín, su estudiante más odiado, logra d...