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Lalisa


"¿Terminaste de hablar?" Le pregunté con mi voz tranquila que siempre uso cuando hablo con ella, y entonces sus ojos se abrieron de par en par; probablemente se dio cuenta de lo que había dicho y...

Ella estaba a punto de hablar, pero no la dejé porque sabía lo que diría.

Soy consciente de que todo lo que ha dicho es por celos y rabia. No quería hacerme daño de esa manera y tampoco puede evitar estallar de ira porque siempre ha sido así y le llevará tiempo cambiar ese mal hábito.

—Gracias por dejarme saber lo que piensas de mí, Nini. Lo aprecio y lo entiendo perfectamente. —Le di una sonrisa y giré la cabeza hacia donde se encontraban nuestros amigos.

Estoy consciente de que nuestros amigos han presenciado y escuchado todo ya que nos han estado observando desde que Nini empezó a gritar.

Todos nos miran con preocupación, Rosé parece que está a punto de llorar. Esa mujer es demasiado preciosa, llora con facilidad por cosas que la ponen triste.

La culpa era evidente en el rostro de Nini. "Lili, estoy... "

—No te preocupes, está bien. Es bueno que hayas descargado tu ira conmigo. —La interrumpí y extendí la mano hacia su cabeza, luego le di una palmadita suave—. Vámonos ahora; los fuegos artificiales comenzarán pronto.

Caminé delante de ella y arrastré a Seulgi y Rosé. Enganché mis brazos en los de ellas, ignorando su mirada preocupada.

"¿Estás bien, mono?", me preguntó Rosie, sonando muy preocupada por mí, y asentí.

—Por supuesto que sí —respondí sin mirarlos.

Llegamos a un lugar muy lindo y nos sentamos en el pasto. Miré el cielo oscuro y esperé los fuegos artificiales.

-Lali-me llamó Seulgi.

-Oso, estoy bien. No te preocupes, porque estoy feliz de que me haya contado todo lo que piensa sobre mí y nuestra relación.

—Te creo, mono —le dije con la cabeza.

Saqué mi teléfono y le envié un mensaje de texto a mi hermano para pedirle que me recogiera porque sentía que ya no podía quedarme aquí por más tiempo.

-Tomen, muchachos, unas papas fritas. -Mina nos las ofreció y las aceptamos gustosamente.

Los fuegos artificiales empezarían en cinco minutos y, de repente, alguien me tocó los hombros. Me di la vuelta y era mi hermano.

—Vamos, Pokpak. —Me tendió la mano y la acepté. Luego me ayudó a levantarme.

Me di unas palmaditas en los pantalones para quitarme la suciedad y noté que todos me miraban.

- ¿A dónde vas? - me preguntó Jisooni.

—Tenemos algo que decirnos —respondió Bambam por mí, intentando ayudarme a salir de la situación.

Pero los fuegos artificiales comenzarán pronto. ¿Puedes quedarte aquí primero, Limario? Jisooni inclinó un poco la cabeza para tener una buena vista de mi rostro. Probablemente quiera ver mi expresión.

Bambam me bloqueó un poco el paso y me dijo: "No se preocupe, señorita Kim, soy su hermano. Ella estará bien y tenemos que ir a un lugar muy importante".

Jisooni suspiró derrotada.

Me aclaré la garganta y dije: "Todos, vamos a seguir adelante. ¡Disfruten de los fuegos artificiales!".

Nos despedimos y caminamos rápidamente hasta el estacionamiento donde estacionó su auto deportivo. Bambam me abrió la puerta del auto y entré.

Durante el trayecto no me preguntó nada. Simplemente condujo en silencio y me llevó hasta el acantilado desde donde podíamos contemplar una hermosa vista de Seúl.

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