𝟮𝟭. 𝗥𝗨𝗡 𝗢𝗥 𝗗𝗜𝗘

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RUN OR DIE
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Una vez que la luz del día empezó a hacerse presente, y que, gracias al cielo Minho y yo ya estábamos vestidos de nuevo, el sonido de la puerta nos hizo llevar la mirada hacia esta. Dejando ver a los dos chicos responsables de que estuviéramos en este lugar.

— Buenos días. —saludo el moreno entrando primero.

— ¿Siguen vivos? ¿Los dos? —dijo el rubio asomándose detrás de el.

— Eso parece. —dijo Alby frunciendo el ceño al vernos tan tranquilos.

Estábamos a unos pocos metros de distancia, sentados en el suelo y jugando con una pequeña pelota que encontramos, lanzándola una y otra vez al contrario.

— ¿Cómo están, chicos? —pregunto Alby, aún confundido acercándose a nosotros. Ninguno respondió— Veo que ambos están bien, no parecen tener heridas ni hay nada roto. ¿Todo bien con ustedes? —sonrio un poco.

— ¿Se quedaron mudos? —dijo el rubio al ver que lo ignoramos. Paso una mano frente a nuestras caras— Si. Están descompuestos, sabía que no podía salir todo tan bien.

El pelinegro y yo lo miramos sin gracia.
Habíamos acordado hacer la ley del hielo con ellos, pues, aunque su plan había funcionado, no fue nada agradable al inicio.

— Chicos. ¿Pasa algo? —pregunto el moreno preocupado.

Mire al pelinegro, el me miró de vuelta y con un levantamiento de cejas me dió a entender que hablara yo.

— Pasa... Que no queremos hablar con ustedes. —le mostré una falsa sonrisa.

— Ay, vamos chicos. ¿Están molestos con nosotros? —dijo el rubio con gracia.

— No pueden ponerse así. No nos dejaron otra opción. —¿Ni siquiera una disculpa? Hacíamos bien en ignorarlos— ¿Y después de todo, funcionó, no? Al menos se unieron en nuestra contra.

— No pueden quejarse, nosotros somos quienes deberíamos estar molestos con ustedes, y en lugar de eso, buscamos soluciones para sus problemas. —recalco la penúltima palabra.

— ¿Y que quieren? ¿Qué les agradezcamos? —dijo Minho lanzandome la pelota.

— Es lo mínimo. —dijo el rubio de forma egocéntrica.

— ¡Gracias, chicos, por traernos aquí con engaños, encerrarnos y dejarnos aquí en contra de nuestra voluntad; lo cual es secuestro. Mil gracias, son los mejores! —dije con sarcasmo y emoción fingida— A, y lo mejor de todo. Gracias por dejarnos sin cenar. —les lanze la pelota, logrando golpear el hombro de Newt.

— No se pongan así, este fue nuestro último recurso. Y funcionó por lo que veo. —le di una mala mirada, sabiendo que tenía razón. Fue gracias a ellos que esto pasó. Minho y yo nos levantamos del suelo quedando frente a los muchachos.

— ¿Podemos desayunar? ¿O quieren que nos quedemos una semana más? —fingí una sonrisa.

— Eso depende. ¿Problema solucionado? —elevo una ceja.

Minho paso un brazo por mis hombros y yo pase el mío por su cintura; ya que era a dónde mi altura me lo permitía; ambos sonreímos de la forma más falsa que pudimos.

𝗔𝗟𝗟 𝗙𝗢𝗥 𝗨𝗦  • 𝔱𝔥𝔢 𝔪𝔞𝔷𝔢 𝔯𝔲𝔫𝔫𝔢𝔯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora