𝟰𝟭. 𝗝𝗨𝗦𝗧 𝗔 𝗟𝗜𝗚𝗛𝗧𝗡𝗜𝗡𝗚...

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JUST A LIGHTINHG...
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Aris dejó caer algunos pedazos de madera en la fogata y tomo asiento a mi lado.
Ya estaba entrando la noche, todos mirábamos el fuego con tristeza, confusión, molestia, nostalgia... Éramos un revoltijo de emociones, se podía notar en las caras de todos.

— ¿No se supone que éramos inmunes? —habló Minho con la mirada fija en el suelo.

— No todos —respondió Teresa— Creo yo

Le di una mirada de reojo.

— Si Winston pudo infectarse entonces también nosotros —dedujo Newt.

— Jamás creí decir que… era mejor el área —dijo Sartén con lágrimas en los ojos.

— Puede que lo fuera… —concordó Matt.

Tenían algo de razón, ahí al menos estábamos todos juntos, vivíamos felices.

•••

A la mañana siguiente el ambiente parecía ser el mismo. Todos estaban más callados que nunca, nadie compartía miradas con nadie, mucho menos palabra.
Nadie tuvo que hablar para que todos supiéramos que era hora de irnos cuando el sol se asomó.

Recogí las pocas cosas que traía conmigo, me puse el pañuelo cubriendo la mitad de mi rostro y emprendí camino junto a los demás por el caluroso desierto, que cada vez parecía hacerse más grande y más lejano a las montañas.
Nos habíamos quedado sin agua, sin energía, sin fuerzas…

Pero bajo ninguna circunstancia nos permitiriamos parar, al menos yo no. Mucha gente había muerto para que nosotros pudiéramos estar aquí, y no iba a defraudarlos rindiendome.

Estaba perdida en mis pensamientos cuando sentí que alguien toco mi hombro; era Aris.

— Puede que no sea el mejor momento, pero creo que teníamos una conversación pendiente —dijo con cuidado. Sonreí mínimamente y asentí.

Los demás estaban ajenos a nosotros, cada quien absorto en su propia mente.

— ¿Qué era lo que querías decirme?

— Por alguna razón presiento que tú ya lo sabes, y que incluso lo supiste antes que yo —confesó.

— Es probable, pero depende si estamos hablando de lo mismo —sonreí divertida al ver las vueltas que le dábamos.

— Creo que lo hacemos —sonrió igual que yo.

Guardamos silencio un momento, manteniendo la sonrisa.

— ¿Recuerdas la promesa que me hiciste? —dijo rompiendo ese silencio, no pude evitar engrandecer mi sonrisa, definitivamente hablábamos de lo mismo.

— Supongo que conservaré mi meñique —bromee y ambos reimos.

— ¿Puedo... Puedo abrazarte? —tartamudeo al decirlo, apenado.

Me frene en seco al escucharlo. Dios, ¿Tenía que preguntar?

— Claro que sí, hermanito —el rubio sonrió y extendió sus brazos para envolverme en un reconfortante abrazo que recibí inmediatamente.

𝗔𝗟𝗟 𝗙𝗢𝗥 𝗨𝗦  • 𝔱𝔥𝔢 𝔪𝔞𝔷𝔢 𝔯𝔲𝔫𝔫𝔢𝔯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora