CAPÍTULO 7

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Me miro en el espejo, tratando de reconocerme en el reflejo que devuelve la superficie pulida. El maquillaje es casi perfecto, logrando disimular el moretón que adorna mi mejilla. Sin embargo, por más capas de base y polvo que haya aplicado, no puedo borrar la sensación de dolor que late bajo mi piel. El dolor físico es solo una parte, la más fácil de ocultar.

El vestido que llevo puesto es uno de sus favoritos, un diseño que eligió para mí durante uno de sus viajes. Es elegante, confortable, pero también ajustado y restrictivo, como si estuviera hecho para moldearme en la imagen que él quiere que sea. Mientras aliso la tela con mis manos, siento cómo el material me envuelve, creando una barrera entre quien soy y lo que debo parecer.

Mis dedos tiemblan ligeramente mientras coloco el collar de perlas en mi cuello, ajustando el cierre con una precisión que he aprendido con los años. Cada detalle cuenta, cada pieza de este rompecabezas debe encajar perfectamente para que todo esté en orden cuando Rocco me vea. No puedo permitirme errores, no hoy.

Recuerdo la primera vez que me preparé de esta manera para él. La emoción que sentía, la ilusión de ser amada y deseada por alguien como Rocco, se ha desvanecido con el tiempo, reemplazada por una fría rutina que sigue porque no tengo otra opción. Ahora, lo que una vez fue amor, o al menos algo que se le parecía, se ha transformado en una necesidad de cumplir con las expectativas, de evitar cualquier chispa que pueda encender su temperamento.

El perfume que él me regaló descansa en mi tocador. Lo tomo y aplico una pequeña cantidad en mis muñecas y detrás de las orejas, como sé que a él le gusta. El aroma es suave, floral, pero en mi nariz se ha vuelto casi asfixiante. Es un recordatorio constante de la persona que debo ser cuando él está cerca, una persona que parece tan lejana de quien realmente soy.

Miro mis manos mientras termino de prepararme. Están tan cuidadas, tan perfectas en apariencia, pero sé lo que esconden. Sé que, bajo esa superficie pulida, hay una mujer que ha aprendido a sobrevivir en un mundo donde no tiene control. Cada gesto, cada movimiento que hago, está calculado para mantener la paz, para asegurarme de que Rocco vea lo que quiere ver: una esposa devota, una mujer que vive para él.

Mientras coloco los últimos detalles en mi peinado, mi mente viaja a los momentos que compartimos cuando todo esto comenzó. Recuerdo cómo me hacía sentir especial, cómo cada palabra suya parecía llenarme de una sensación de importancia. Pero esos días se sienten tan lejanos ahora. Lo que una vez fue un sentimiento de amor y admiración, ahora se ha convertido en una responsabilidad, en un deber que debo cumplir, sin importar lo que realmente sienta.

Me aparto del espejo observando el resultado final. La mujer que me mira desde el reflejo es perfecta, impecable en su apariencia, justo lo que Rocco espera ver. Pero detrás de esa fachada, estoy yo, la verdadera Yara, escondida bajo capas de maquillaje, telas y perfume. Siento un nudo en el estómago mientras me doy cuenta de que, aunque puedo ocultar el moretón, no puedo borrar la verdad de mi situación.

Me estoy ajustando los últimos detalles frente al espejo cuando escucho un golpe seco en la puerta. No necesito que digan nada para saber quién está del otro lado. El solo pensamiento de enfrentar a mi padre en este momento hace que mis manos se tiemblen ligeramente. Respiro hondo, intentando calmarme, pero el miedo se arremolina en mi interior, difícil de contener.

—Adelante —digo con voz suave, aunque en mi interior, desearía poder cerrar la puerta y evitar esta conversación.

La puerta se abre lentamente, y la imponente figura de mi padre aparece en el umbral. Su presencia llena la habitación de inmediato, como siempre lo hace. Cada vez que está cerca, es como si el aire se volviera más denso, más pesado. Hay algo en la manera en que me observa, en cómo sus ojos recorren mi figura, que siempre me hace sentir diminuta, insuficiente.

VIDAS CRUZADAS | #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora