CAPÍTULO 31

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Los últimos días han sido una montaña rusa de responsabilidades y desafíos. Las reuniones con el equipo del hotel han sido intensas, y las quejas de los empleados parecen no tener fin. La presión de adaptarme a este nuevo rol es abrumadora, pero al mismo tiempo, me siento motivada por la oportunidad de demostrar mi valía en un entorno tan exigente.

Esta tarde, mientras reviso los últimos informes en la tranquilidad de mi habitación, suena un ligero golpe en la puerta. Al abrir, me encuentro con una de las meseras del hotel, quien se acerca con una sonrisa cálida y un poco de timidez en sus ojos.

—Señora Carvalho, disculpe la interrupción —comienza, con un tono amable—. Sé que ha tenido días muy ocupados, pero quería invitarla a una noche de baile en un restaurante local. Es una velada especial, con la temática de "Maestros del Jazz". Pensé que podría disfrutar de un poco de música y relajación después de tanto trabajo.

La invitación me toma por sorpresa. No es común que alguien me invite a eventos sociales fuera del contexto de negocios, y la idea de una noche de jazz, lejos de las preocupaciones diarias, suena como una tentación imposible de resistir.

—Gracias por la invitación, suena encantador —respondo, sonriendo—. ¿Cómo debería vestirme?

—Es un evento elegante, algo acorde a la temática. Estoy segura de que se verá maravillosa, como siempre —agrega la mesera, sonriendo con simpatía.

Asiento, agradecida por la invitación. Después de todo lo que ha ocurrido, una noche de música y baile podría ser justo lo que necesito para desconectar y recargar energías.

Mientras me preparo para la noche, me encuentro buscando entre mi ropa algo que encaje con la temática. Mis manos se encuentran un vestido largo y negro, con detalles dorados que se destellan a la luz. El vestido es perfecto para la ocasión: clásico, con un toque de sensualidad en el escote y la espalda descubierta. Al ponérmelo, siento cómo la tela suave acaricia mi piel, y al mirarme en el espejo, me doy cuenta de que he logrado capturar un poco la esencia de la elegancia del jazz. Dejo mi cabello suelto en suaves ondas que caen sobre mis hombros, y un toque de labial rojo da el toque final a mi apariencia.

Me detengo un momento para mirarme en el espejo, examinando mi reflejo. No solo me veo diferente, sino que me siento diferente. Como si esta noche, pudiera ser alguien más, alguien más segura, más empoderada. Una mujer que sabe lo que quiere y no teme ir por ello.

Cuando estoy lista, escucho un suave golpe en la puerta. Al abrir, Max está allí, esperándome. Se apoya con aire despreocupado contra el marco de la puerta, con esa sonrisa que siempre parece jugar en los rincones de sus labios. Sus ojos, al verme, recorren mi figura con sorpresa y admiración.

—Estás... —comienza, pero parece quedarse sin palabras por un segundo—. Estás absolutamente espectacular, Yara.

—Gracias —respondo, con una sonrisa que refleja tanto timidez como gratitud—. Tú tampoco te ves mal.

Max está impecablemente vestido, con un traje que realza su figura, y una corbata que aporta un toque de color a su atuendo oscuro. Él me ofrece su brazo con un gesto elegante y cortés, y lo acepto, sintiendo la calidez de su presencia a mi lado mientras nos dirigimos hacia el restaurante.

El restaurante es todo lo que podría esperar de una noche dedicada al jazz. Las luces son tenues, creando un ambiente íntimo y acogedor. El suave murmullo de las conversaciones se mezcla con las notas de una banda en vivo que toca en el escenario, llenando el aire con melodías suaves y envolventes. Las mesas están dispuestas alrededor de la pista de baile, y en cada una, las velas parpadean suavemente, proyectando sombras que bailan al ritmo de la música.

VIDAS CRUZADAS | #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora