CAPÍTULO 22

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La suave brisa acaricia mi piel mientras el sol, cálido y radiante, baña todo a mi alrededor con su luz dorada. Estoy en un prado extenso, lleno de flores silvestres que se mecen al compás del viento, creando una sinfonía de colores y aromas. La sensación de paz es tan abrumadora que por un momento, todo el dolor y la angustia que han marcado mi vida parecen haber desaparecido. Es un mundo de ensueño, un refugio perfecto donde el tiempo no tiene significado.

Lo veo a lo lejos, caminando hacia mí con una sonrisa que ilumina todo su rostro. Mi corazón, que en la realidad está envuelto en sombras, late con fuerza y esperanza. Es como si el universo se hubiera alineado solo para este momento, como si todos los caminos nos hubieran llevado a este encuentro. Él, mi antiguo amor, el hombre que siempre fue mi refugio, mi compañero, mi todo.

A medida que se acerca, el mundo a nuestro alrededor se desvanece, dejando solo su figura y la mía. Me envuelve con su mirada, una mirada que siempre tuvo el poder de leer cada rincón de mi alma. Esos ojos, profundos y llenos de vida, me observan con ternura. No puedo evitar sonreír, una sonrisa genuina que surge desde lo más profundo de mi ser.

—Siempre fuiste la razón detrás de cada pincelada, detrás de cada creación —murmura, llenando el espacio entre nosotros—. No solo inspirabas mi arte, Yara, tú eras mi arte.

Me acerco más a él, incapaz de resistir la atracción magnética que siempre ha existido entre nosotros. Mis dedos rozan su rostro, sintiendo la calidez de su piel, la familiaridad de cada línea y contorno. Todo en él es tan real, tan vívido, que mi corazón se inunda de una felicidad que creía perdida para siempre.

—Y tú fuiste la filosofía que le dio sentido a mi vida —le respondo, dejándome llevar por la emoción del momento—. Cada pensamiento, cada reflexión, todo tenía significado porque te tenía a ti.

Nos quedamos así, perdidos en la mirada del otro, mientras el mundo a nuestro alrededor se transforma en una explosión de colores y sensaciones. Nos rodean las flores, el cielo azul, el canto de los pájaros, pero nada de eso importa. Solo él y yo, juntos en este momento perfecto, donde todo lo demás es secundario.

Él se inclina hacia mí, sus labios rozan los míos en un beso que es tan suave como la brisa, pero tan profundo que siento que podría derretirme en sus brazos. El beso es una promesa, un recordatorio de todo lo que hemos compartido, de todo lo que podríamos haber sido si el destino no nos hubiera separado.

—Te he extrañado cada día —sus labios aún rozan los míos, sus palabras son una caricia para mi alma herida—. No ha pasado un solo momento en que no deseara estar contigo, compartir mi vida contigo.

Las lágrimas amenazan con brotar, pero no son lágrimas de tristeza. Son de un amor tan profundo, tan real, que me duele saber que esto es solo un sueño. Porque en este momento, nada importa más que él, nada es más real que el amor que siento.

—Yo también te he extrañado —mi voz se quiebra ligeramente—. Cada día sin ti ha sido una lucha, un recordatorio de lo que perdí.

Nos abrazamos, un abrazo que promete no soltarse nunca, que lucha contra la realidad que inevitablemente nos separará de nuevo. Pero por ahora, aquí en este sueño, no hay dolor, no hay sufrimiento. Solo amor, puro y simple.

Pero como todo sueño, este también comienza a desvanecerse. Siento que el calor de sus brazos alrededor de mí empieza a disiparse, como si el sol que nos ilumina estuviera desapareciendo poco a poco. Trato de aferrarme a él, de no dejarlo ir, pero es inútil. La realidad comienza a imponerse, su sombra oscura se extiende, y no puedo hacer nada para detenerla.

Me despierto de golpe, mi respiración es rápida y desordenada, y mi corazón late con fuerza en mi pecho. Estoy de vuelta en la fría y opresiva realidad, la luz del sol ha sido reemplazada por la penumbra de mi habitación. El calor de su abrazo se desvanece, dejando en su lugar el vacío que siempre siento cuando la soledad me rodea.

VIDAS CRUZADAS | #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora