CAPÍTULO 36

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Max me guía con cuidado hacia el interior de la habitación, sin soltar mi mano. La tensión entre nosotros es palpable, una corriente eléctrica que parece intensificarse con cada paso. Cuando llegamos al centro de la habitación, él se detiene y me observa por un momento, como si quisiera grabar este instante en su memoria.

—¿Te imaginas un futuro a mi lado? —Su voz es suave, casi temerosa de la respuesta, pero cargada de una sinceridad que me desarma.

Mis ojos se encuentran con los suyos, y por un momento, el mundo exterior desaparece. Solo existimos nosotros dos, en este espacio íntimo, compartiendo algo que va más allá de lo físico. Noto cómo sus labios se curvan en una sonrisa cuando asiento lentamente, apenas un movimiento que confirma lo que ambos ya sabemos.

—Sí, lo imagino —respondo, mi voz es apenas un susurro, pero la emoción que la acompaña es profunda, tan profunda que siento un nudo formarse en mi garganta.

Max se acerca un poco más, sus manos suben hasta mi rostro, acariciando mis mejillas con una ternura que me hace estremecer. Sus ojos brillan con una intensidad que no había visto antes, una mezcla de deseo, ternura y algo más, algo que parece prometerme el mundo si solo lo dejo entrar.

—Entonces, ¿qué te parece si creamos nuestra historia? —Su tono es juguetón, pero hay una seriedad subyacente en sus palabras que no puedo ignorar.

—¿Nuestra historia? —pregunto, tratando de entender lo que quiere decir.

—Sí, nuestra historia —responde con una sonrisa, y sus manos comienzan a deslizarse por mis brazos, como si quisiera asegurarme que lo que está diciendo es real—. Una historia donde somos felices, donde cada día es una nueva aventura, y donde al final del día siempre volvemos el uno al otro.

La idea de una vida juntos, de crear algo hermoso entre nosotros, me llena de un calor que se extiende por todo mi cuerpo. La ternura en su voz, la promesa implícita de un futuro juntos, me hace sentir un hormigueo en la piel.

—Yara... —se inclina hacia mí, sus labios apenas rozan los míos, tan suaves que me hace cerrar los ojos y disfrutar del contacto—. ¿Alguna vez has pensado en tener hijos?

La pregunta me toma por sorpresa, y mis ojos se abren de nuevo para encontrar los suyos. Hay una seriedad en su mirada que me hace sentir una mezcla de emociones que no esperaba. Trago saliva, intentando procesar lo que acaba de decirme.

—Es uno de mis mayores sueños —admito, sintiendo cómo mi voz se quiebra un poco al final.

Nunca había hablado de esto con nadie de esta manera, tan abiertamente, tan vulnerable. Siempre fue un deseo guardado en lo más profundo de mi corazón, algo que no me atreví a compartir por miedo a que se desvaneciera al ser pronunciado en voz alta.

Max me mira con ternura y admiración. Su sonrisa se suaviza, y puedo ver el amor en sus ojos, un amor que no está basado en el deseo de esta noche, sino en algo mucho más profundo, algo que va más allá de este momento.

—Entonces, vamos a hacer que ese sueño se haga realidad —murmura, su voz es tan baja que apenas puedo oírla, pero el significado de sus palabras resuena en mi pecho como un eco.

Sus manos vuelven a mi rostro, acariciándolo con tanta delicadeza que siento como si estuviera tocando algo sagrado. Me besa de nuevo, esta vez más profundamente, más intensamente, y todo en mi interior responde a él. Su lengua roza la mía, suave al principio, pero luego más demandante, y yo me entrego a ese beso, a la pasión que surge entre nosotros como una marea imparable.

El beso se vuelve más intenso, más hambriento, y siento cómo mi cuerpo se presiona contra el suyo, buscando más, necesitando más. Sus manos descienden por mis costados, explorando cada centímetro de mi piel con un deseo que se iguala al mío. Desliza sus dedos bajo el camisón, levantándolo lentamente, como si quisiera prolongar el momento, disfrutar de cada segundo antes de quitarlo por completo.

VIDAS CRUZADAS | #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora