CAPÍTULO 33

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Max me mira con esa sonrisa juguetona que parece ser parte natural de su rostro, pero esta vez hay algo diferente en sus ojos, una intensidad que hace que mi corazón lata un poco más rápido. Él se inclina hacia mí, sus labios rozan suavemente los míos, apenas es un toque, un susurro de lo que podría ser un beso, pero se aparta ligeramente, dejando el aire entre nosotros cargado de anticipación.

—Gracias, Yara —susurra, su voz es un murmullo íntimo que me hace estremecer.

Lo miro a los ojos, tratando de entender por qué me está agradeciendo. ¿Por qué esa palabra, en este momento, después de lo que ha pasado entre nosotros? Las preguntas se arremolinan en mi mente, pero antes de que pueda formular una, responde a mi confusión con una sonrisa suave, casi reverente.

—Gracias por hacerme el hombre más feliz de la vida —continúa, su tono es serio, pero hay una calidez en él.

Sus palabras me toman por sorpresa, un torrente de emociones me invade, haciéndome sentir vulnerable pero al mismo tiempo segura, como si estuviera exactamente donde necesito estar. Max, siempre tan sarcástico, tan seguro de sí mismo, ahora se muestra ante mí con una sinceridad que me conmueve profundamente.

—No tienes por qué agradecerme —respondo, tratando de mantener mi voz firme, pero noto cómo tiembla ligeramente.

Max niega con la cabeza, su mano acaricia mi mejilla con una suavidad que me desarma por completo.

—Sí, sí tengo que hacerlo —insiste, sus ojos buscan los míos, como si quisiera asegurarse de que entienda el significado de sus palabras—. Porque anoche, me diste algo que pensé que no podía tener... paz, felicidad... tú.

Siento que mi corazón se acelera, cada palabra suya parece resonar en mi interior, llenando cada rincón de mi ser con una calidez que no había sentido en años. Su mano se desliza por mi rostro, trazando líneas invisibles que me hacen sentir más viva, más conectada con él que nunca antes.

—Max... —trato de decir algo, pero me encuentro perdida en la intensidad de sus ojos, en la manera en que me mira, como si yo fuera lo más precioso que ha visto.

—No quiero que pienses ni por un segundo que me arrepiento de lo que pasó —su voz es firme, pero hay una suavidad en ella que me reconforta—. Porque lo único de lo que me arrepiento es de no haberte conocido antes, no haber hecho esto mucho antes.

Sus palabras me dejan sin aliento, y aunque no suelo ser del tipo que se deja llevar por palabras bonitas, no puedo evitar sentir cómo se derrumban las barreras que había construido alrededor de mi corazón. Él, con su arrogancia, su sarcasmo, y ahora, con esta ternura que nunca había visto, me está rompiendo de la mejor manera posible.

Nos quedamos en silencio por un momento, simplemente mirándonos, dejando que las palabras no dichas floten en el aire entre nosotros. Finalmente, me acerco a él, buscando el calor de su cuerpo, y Max responde envolviéndome en sus brazos, sosteniéndome con una suavidad que contrasta con la intensidad de sus palabras.

—Gracias a ti —murmuro contra su pecho, dejando que el momento se asiente en mi interior.

Max me aprieta un poco más, como si quisiera asegurarse de que estoy realmente aquí, de que esto es real. Nos quedamos así, en silencio, dejando que la tranquilidad de la noche nos envuelva, sintiendo que, de alguna manera, algo ha cambiado entre nosotros, algo que ni él ni yo estamos preparados para enfrentar todavía, pero que sabemos que existe.

Y mientras cierro los ojos, escuchando el ritmo constante de su corazón, me permito creer, aunque sea por un instante, que tal vez, solo tal vez, las cosas pueden ser diferentes. Que tal vez, después de todo, hay espacio en mi vida para algo más que el dolor y la resignación. Quizás, Max es la persona que estaba esperando, sin siquiera darme cuenta.

VIDAS CRUZADAS | #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora