CAPÍTULO 21

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Rocco entra en la habitación como una tormenta furiosa, su energía es casi palpable. Los ojos, normalmente fríos y calculadores, ahora están llenos de un fuego oscuro que me hace retroceder un paso sin pensarlo. Siento un nudo formarse en mi estómago, un instinto primitivo que me advierte del peligro inminente. En su mano, aprieta un trozo de papel arrugado, uno de mis dibujos, y la ira que emana de él es casi sofocante.

—¿Qué demonios es esto? —su voz corta el aire como un cuchillo, cada palabra es una acusación cargada de veneno.

Me obligo a mantener la compostura, a no mostrar el temor que amenaza con paralizarme. Miro el papel que sostiene, y reconozco de inmediato el dibujo que contiene. Son los ojos que he estado trazando una y otra vez, los mismos ojos que me han atormentado en sueños y recuerdos.

—Es solo un dibujo —le explico, intentando que mi voz suene tranquila, aunque siento cómo mi garganta se cierra. Miro esos ojos dibujados, ahora arrugados y deformados en sus manos, y un destello de ira comienza a crecer en mí.

Pero Rocco no escucha. Su expresión se tuerce en una mueca de desprecio, y da un paso hacia mí, su sombra se proyecta sobre mí como una amenaza tangible.

—¿Solo un dibujo? —repite con una risa sarcástica que me provoca un escalofrío—. ¿Crees que soy idiota, Yara? ¿A quién estás viendo cuando haces esto? ¿Qué significa para ti? ¿Es una especie de venganza, porque te atreves a pensar que puedes jugar conmigo como yo lo hice con Clara?

La brutalidad de sus palabras me deja sin aliento por un momento. No puedo creer que me esté acusando de algo tan absurdo, pero al mismo tiempo, no debería sorprenderme. Siempre ha tenido una manera retorcida de ver el mundo, de ver nuestras vidas, como si todo girara en torno a su control y sus deseos.

—¿Estás mal de la cabeza? —le respondo, mi voz se eleva con una mezcla de incredulidad y rabia—. ¡No puedo salir de esta casa! No tengo a nadie. No puedo ver a nadie, y lo sabes muy bien.

Mis palabras parecen rebotar contra la pared de su egoísmo, pero sé que he tocado un nervio. Frunce el ceño, sus ojos se entrecierran mientras me mira con una furia creciente. La tensión en la habitación es casi insoportable.

—No me hables así —gruñe, su mano se cierra en un puño, y por un momento, temo que esté a punto de golpearme—. No quiero lastimarte, Yara. Pero tú misma te lo buscas cuando eres tan irrespetuosa, cuando te atreves a desafiarme. ¿No entiendes que eso solo me deja una opción?

El nudo en mi estómago se aprieta, pero esta vez no es solo miedo. Es indignación y desprecio por el hombre que una vez creí conocer. Miro el puño que amenaza con descargarse sobre mí y siento que algo dentro de mí se rompe, algo que no volverá a ser lo mismo.

—¿Una opción? —mi voz sale afilada, cargada de un sarcasmo que nunca antes había mostrado—. ¿Golpearme es tu única opción? ¿Castigarme por algo que ni siquiera tiene sentido? ¿Eso es lo que te hace sentir poderoso? ¿Es eso lo que te da la ilusión de control?

Rocco se detiene, sorprendido por mi respuesta. Sus ojos brillan con rabia, pero también hay algo más allí, algo que no puedo identificar del todo. Su mano tiembla ligeramente, como si estuviera conteniendo la furia que amenaza con desbordarse.

—Siempre tienes que decir algo, ¿verdad? —escupe, lleno de resentimiento y algo que parece frustración—. Siempre tienes que desafiarme, como si no entendieras lo que significa ser una esposa. Es como si estuvieras pidiendo que te enseñe tu lugar.

Cada palabra es una puñalada, pero no retrocedo. No puedo permitirme el lujo de ser la misma mujer sumisa que ha soportado tanto. Algo dentro de mí se ha endurecido, y aunque sé que la violencia puede ser inminente, no me dejaré quebrar sin luchar.

—Tu lugar... —murmura, casi con desdén, mientras me observa con ojos entrecerrados, evaluando cada una de mis reacciones.

—No necesito que me enseñes nada —replico, mi voz es baja, pero firme—. Y si crees que puedes doblegarme con tus celos patéticos y tus amenazas, te estás engañando a ti mismo.

La sorpresa se apodera de su rostro, pero solo dura un segundo antes de que su expresión vuelva a endurecerse. Da un paso hacia adelante, acortando la distancia entre nosotros, con su puño aún cerrado, como si estuviera debatiendo internamente si usarlo o no.

—Tienes agallas, lo admitiré —dice con un tono que pretende ser calmado, pero que no puede ocultar la tensión que se arremolina dentro de él—. Pero no olvides que soy yo quien tiene el control aquí. Si sigues desafiándome, si sigues cruzando esa línea, no me dejarás más opción que enseñarte quién manda.

Sus palabras traen recuerdos de todas esas veces en las que su ira me ha dejado marcas visibles e invisibles. Pero ahora, mientras me mira con esos ojos que solo ven lo que quieren ver, algo en mí se niega a ceder, a permitir que su poder sobre mí siga creciendo.

—Haz lo que quieras —le espeto, mi voz se endurece con una mezcla de desprecio y desafío—. Pero cada vez que levantas la mano contra mí, cada vez que intentas aplastarme, solo me haces más fuerte. No puedes romperme.

Por un instante, todo queda suspendido. Nos miramos, dos fuerzas en conflicto, y sé que cualquier cosa puede suceder. Pero esta vez, algo en mi mirada, en mi postura, lo detiene. Veo cómo su puño, que había amenazado con descargarse sobre mí, lentamente se relaja. No por debilidad, sino porque entiende que este juego ha cambiado.

Rocco suelta un gruñido, se gira bruscamente y sale de la habitación, dejando tras de sí una tensión densa, pero también una victoria silenciosa. Mis manos aún tiemblan, pero no es por miedo, sino por la fuerza que siento crecer dentro de mí.

Me quedo de pie en medio de la habitación, respirando profundamente mientras las ondas de adrenalina comienzan a disiparse. La sombra de Rocco aún se cierne sobre mí, pero ahora, por primera vez, siento que he ganado algo más que una batalla. Siento que he recuperado un poco de mí misma, un poco de esa mujer que él ha intentado destruir durante tanto tiempo.

 Siento que he recuperado un poco de mí misma, un poco de esa mujer que él ha intentado destruir durante tanto tiempo

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VIDAS CRUZADAS | #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora