CAPÍTULO 27

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La brisa marina acaricia mi piel mientras el silencio entre Max y yo se vuelve más denso, más cargado de una tensión que ni siquiera el viento puede disipar. Las estrellas nos observan desde lo alto, como testigos silenciosos de un momento que parece estirarse en el tiempo. Max sigue inclinado hacia mí, sus ojos están fijos en los míos, llenos de una intensidad que no había notado antes, o tal vez había ignorado deliberadamente.

Puedo sentir su presencia tan cerca de mí que por un instante, el mundo exterior parece desvanecerse. Es como si solo existiéramos nosotros dos, bajo este cielo estrellado, rodeados por la oscuridad que solo la noche puede ofrecer. Su mirada no deja de penetrarme, y sé lo que está pensando, lo que probablemente está a punto de hacer. La cercanía, la electricidad en el aire, todo apunta hacia un único desenlace.

El pensamiento me asusta y me hace reaccionar casi instintivamente. Mi cuerpo se tensa, y de repente, me pongo de pie, alejándome de él, rompiendo el hechizo que nos había envuelto. Mi corazón late con fuerza, no solo por su cercanía, sino también por lo que casi sucedió, por lo que podría haber sucedido si no hubiera dado ese paso atrás.

—Es tarde —le recuerdo, tratando de sonar tranquila, aunque mi voz tiembla ligeramente—. Creo que es momento de descansar.

Él me mira, visiblemente sorprendido por mi repentina retirada, pero no tarda en recomponerse. Una sonrisa, tan encantadora como siempre, se forma en sus labios, pero hay algo en sus ojos que me hace pensar que este no es el final.

—¿Segura? —pregunta, su tono es suave, casi seductor—. La noche apenas comienza, Yara. Podríamos quedarnos un poco más, disfrutar del silencio, de las estrellas. Me gusta tu compañía, lo sabes.

Su voz es como una caricia, un intento deliberado de tentarme a quedarme. Pero sé que si me quedo, si le doy esa oportunidad, algo más sucederá, algo para lo que no estoy preparada. Sacudo la cabeza, sintiendo cómo la tensión en mi pecho se intensifica.

—No, de verdad. Es tarde y mañana será un día largo —respondo, intentando sonar firme, como si el mero hecho de decirlo en voz alta pudiera convencerme de que es la decisión correcta.

Max mantiene su sonrisa, pero puedo ver que no está completamente satisfecho con mi respuesta. Sin embargo, no insiste más. Sus ojos me observan con diversión y algo más profundo, una chispa de desafío que no había notado antes, o quizás, había preferido no ver.

—De acuerdo, como desees —murmura.

Nos dirigimos de regreso al hotel, caminando en silencio. Cada paso que doy siento el peso de lo que casi ocurrió, la cercanía que Max estuvo a punto de cruzar. Él camina a mi lado, tranquilo y relajado, pero la distancia que mantengo entre nosotros es deliberada, una barrera física que necesito mantener para poder ordenar mis pensamientos. Estimo a Max, solo eso. Ha sido una buena persona, un buen amigo.

Cuando llegamos a las habitaciones, se detiene frente a la puerta de la mía. Nos quedamos en silencio por un momento, el aire entre nosotros está cargado de palabras no dichas, de emociones contenidas.

—Gracias por la velada —decido romper el silencio. Mi voz es suave, casi insegura, pero necesito decir algo para cerrar este capítulo de la noche—. Fue... agradable.

Max sonríe, pero esta vez, su sonrisa tiene un toque de picardía, como si disfrutara del efecto que ha tenido en mí. Sus ojos no dejan los míos, y siento que está evaluando cada una de mis reacciones, cada pequeño gesto.

—El placer fue todo mío —responde, en tono es seductor, pero también juguetón—. Aunque creo que la noche podría haber sido aún más interesante si nos hubiéramos quedado un poco más. Pero bueno, siempre habrá otra noche, ¿no crees?

VIDAS CRUZADAS | #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora