CAPÍTULO 29

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El sol matutino inunda mi habitación con una luz cálida, y mientras me preparo para salir, siento una mezcla de emoción y determinación. Hoy no es solo otro día de reuniones y decisiones empresariales; hoy me propongo explorar Capri, no como una turista común, sino con el ojo agudo de alguien que busca inspiración para transformar el hotel en un lugar que combine lujo con autenticidad.

He pasado la mañana revisando algunos detalles finales del hotel, y ahora siento la necesidad de salir, de perderme entre las callejuelas y acantilados de esta hermosa isla. Sin embargo, al vestirme, opto por un atuendo que refleja más mi estado de ánimo que la practicidad: unos pantalones ajustados, una blusa elegante y unas botas de cuero que, aunque sofisticadas, no son las más adecuadas para una larga caminata. Decido peinarme con dos trenzas que caen sobre mis hombros, un peinado simple pero que me da una sensación de control sobre mi imagen.

Salgo de la habitación con paso decidido, lista para enfrentar el día, pero no he avanzado mucho cuando me encuentro con Max, apoyado despreocupadamente en una columna del pasillo. Su postura es relajada, como si estuviera allí por casualidad, pero sé que no hay nada casual en Max. Siempre parece saber dónde estar y cuándo, como si estuviera un paso por delante.

Sus ojos se iluminan al verme, recorriendo mi atuendo con diversión y curiosidad. No puedo evitar notar cómo su sonrisa se ensancha, llena de esa confianza que siempre lo rodea.

—¿Y a dónde vas con ese estilo tan... único? —pregunta, inclinando la cabeza ligeramente, su tono es suave, pero cargado de sarcasmo.

Lo miro fijamente, sin ganas de responder a sus juegos. Estoy decidida a no dejar que su actitud ligera afecte mi día. Sin embargo, Max no se deja intimidar tan fácilmente. Da un paso hacia adelante, bloqueando mi camino con una destreza que parece casi natural.

—Espera, ¿no me vas a decir a dónde vas? —insiste, un poco más serio, pero aún mantiene ese matiz juguetón.

—Voy a hacer un recorrido turístico —respondo, con un tono que deja claro que no tengo intención de prolongar la conversación—. Quiero explorar Capri, ver qué ideas puedo incorporar al hotel.

Max asiente lentamente, y puedo ver en sus ojos que no ha terminado con sus preguntas. Sus palabras son cuidadosamente elegidas, como siempre, pero esta vez noto un leve destello de preocupación detrás de su sonrisa.

—Eso suena genial —dice, como si estuviera considerando algo importante—. Pero... ¿estás segura de que quieres ir así? —Sus ojos bajan hasta mis botas, y luego suben nuevamente a mi blusa y mis trenzas—. No creo que esos zapatos sobrevivan al primer callejón, por no mencionar que te verías mucho más cómoda con algo más adecuado.

Sus palabras son más una provocación que una sugerencia, y aunque sé que tiene razón, la irritación comienza a crecer en mi interior. Intento pasar de largo, pero Max se coloca de nuevo en mi camino, con esa sonrisa que siempre parece estar a punto de soltar un comentario ingenioso.

—Mira, Yara —continúa—. Te prometí que iríamos de compras, y honestamente, lo que llevas no va con el lugar. Capri tiene su estilo, y creo que podríamos encontrar algo más apropiado... y cómodo.

—Puedo ir sola —respondo, cortante, pero él no parece inmutarse.

Se ríe suavemente, como si mis palabras fueran exactamente lo que esperaba escuchar. Da un paso hacia un lado, pero no lo suficiente como para dejarme pasar sin más.

—Lo sé, puedes hacer lo que quieras —dice con esa mezcla de encanto y sarcasmo que lo caracteriza—. Pero, ¿por qué no dejar que te acompañe? Después de todo, podrías necesitar a alguien que te guíe a las mejores tiendas. Y, quién sabe, tal vez hasta me dejes sugerir algunas prendas.

VIDAS CRUZADAS | #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora