CAPÍTULO 37

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Entro en la sala de reuniones, sintiendo la calidez del sol que se filtra por las ventanas, inundando el espacio con una luz dorada. Mi corazón late con fuerza, pero me esfuerzo por mantener la calma. Este es mi momento, y no puedo permitirme flaquear. Camino con pasos decididos hacia la mesa principal, donde todos los ojos se posan en mí. Hoy es un día importante. Quiero mostrarles que estoy aquí para hacer una diferencia.

Coloco mis documentos sobre la mesa con cuidado, alineándolos perfectamente, como si el orden exterior pudiera reflejar la tranquilidad interior que intento alcanzar. Tomo aire y sonrío a los presentes.

—Buenos días a todos —comienzo, tratando de transmitir seguridad en mi voz—. He estado hablando con algunos miembros del personal y, después de varias conversaciones, se me han ocurrido algunas ideas que podrían darle un nuevo enfoque a la experiencia de nuestros huéspedes en el hotel.

Puedo sentir la curiosidad en la sala. Me miran con interés, expectantes, y eso me da la energía que necesito para continuar. Siento que estoy caminando en una cuerda floja, pero sé que puedo mantener el equilibrio.

—Shiana, una de nuestras meseras, me ha proporcionado una lista de actividades y lugares que no son tan conocidos por los turistas, pero que son muy significativos para los habitantes de Capri. Creo que sería interesante integrar algunas de estas experiencias en nuestras ofertas para los huéspedes —explico, desplegando algunos documentos sobre la mesa—. Podríamos, por ejemplo, organizar noches temáticas basadas en las tradiciones locales.

Miro a mi alrededor, buscando signos de aprobación en sus rostros. El director creativo asiente, lo cual me da un pequeño empujón de confianza. Los demás también parecen intrigados, intercambiando miradas que me dicen que estoy en el camino correcto.

—También he pensado en crear itinerarios personalizados para aquellos huéspedes que deseen explorar la verdadera esencia de Capri, lejos de las rutas turísticas habituales —añado, ganando fuerza con cada palabra—. Lugares donde puedan vivir la isla como lo hacen sus habitantes, desde mercados locales hasta rituales tradicionales bajo la luna llena.

Cuando levanto la vista, mis ojos se encuentran con los de Max. Él me observa con esa especie de admiración y diversión que me desconcierta cada vez más. No puedo evitar que un ligero rubor me suba a las mejillas, pero me obligo a mantener la compostura.

—Eso suena fascinante, señora Carvalho —dice el director creativo, tomando notas con entusiasmo—. Es una propuesta que podría no solo atraer a un público más diverso, sino también ofrecer a nuestros huéspedes una experiencia verdaderamente única.

Asiento, satisfecha con su reacción.

—Exactamente. Quiero que cuando la gente se vaya de aquí, sienta que ha conocido Capri de una manera que no esperaba. Que se lleve consigo no sólo recuerdos, sino también una conexión genuina con la cultura de la isla.

Max sigue mirándome, y sé que va a decir algo. Lo siento de la manera en que su sonrisa se ensancha ligeramente antes de hablar.

—Me parece una excelente idea, Yara. Aunque, debo decir, la "Noche de Jazz" fue especialmente memorable. Claro, eso fue gracias a tu compañía.

Intento no reírme, aunque mis labios se curvan involuntariamente. Siempre encuentra la manera de mezclar los negocios con ese juego constante de seducción.

—Gracias, señor Moura —respondo, intentando que mi tono sea profesional—. Pero como dije, es el tipo de experiencia que quiero que todos nuestros huéspedes vivan, no solo nosotros.

El director creativo sigue hablando de cómo podemos implementar estas ideas, y yo me concentro en los detalles, aunque siento la mirada de Max sobre mí. De vez en cuando, susurra algún comentario en voz baja, lo suficientemente bajo para que solo yo lo escuche.

VIDAS CRUZADAS | #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora