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-¿Qué te dijo Clave esta vez?- preguntaste con malhumor, acomodándote en el sillón rojo de la habitación que compartías con Ford.
Ford, que estaba de pie junto a su escritorio, se quedó en silencio por un momento antes de responder, sin siquiera mirarte a los ojos como solía hacer.
-Nada importante. Solo quiso hablar conmigo, eso es todo- dijo en un tono que no logró tranquilizarte.
Frunciste el ceño, sin poder ocultar tu descontento. La presencia constante de Bill, o "Clave" como preferías llamarlo, era algo que te causaba una inquietud profunda, una que no podías ignorar.
-¿Estás seguro? No creo que Bill te hable sin querer algo a cambio. Ese demonio no perdona a nadie- insististe, tratando de sonsacar la verdad que sabías Ford no te estaba contando por completo.
Además, el hecho que quiera solamente hablar con tu prometido y no contigo, también te llenaba de dudas. Cada vez que Ford se encerraba en el sótano, más específicamente en su estudio, lo encontrabas meditando y de vez en cuando, Bill poseía su cuerpo.
Ya habías hablado con él sobre que aquellas cosas no te agradaban para nada y que las dejara de hacer, pero estás siguieron como si hablarle a Ford fuera hablarle a la mismísima pared de metal del sótano.
Ford desvió la mirada hacia su escritorio, jugando con una pluma entre sus dedos, claramente incómodo con la conversación.
-No digas esas cosas de Bill- replicó después de unos segundos-. No es alguien malo.
Tus ojos se abrieron con incredulidad ante esa afirmación. Sabías que Ford era un hombre extremadamente inteligente, pero en ese momento, te costaba entender cómo podía ser tan ciego ante la verdadera naturaleza de Bill.
-¿Cómo puedes decir eso?- preguntaste, extendiendo tus manos en signo de exclamación-. Apenas lo conoces hace unos meses. No pongas en un altar su imagen.
Ford suspiró, finalmente girándose hacia ti, aunque aún evitaba el contacto visual directo.
-Lo que quiero decir es que Bill no es tan simple como parece. Sí, es alguien raro, pero también es una fuente de conocimiento invaluable. Hay cosas que he aprendido gracias a él que nunca hubiera imaginado- trató de justificar, aunque su voz sonaba menos convincente de lo que habría querido-. Además, sin él, mi investigación estuviera aún atascada. Bill es la clave de lo que estoy haciendo ahora.
