Somewhere Only We Know | Stanford Pines

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Sus pies descendieron sobre la pequeña colina que se presentaba ante sus ojos espectadores

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Sus pies descendieron sobre la pequeña colina que se presentaba ante sus ojos espectadores.
Tu, tomaste su mano con delicadeza, queriendo No alertarlo. Tanto tiempo fuera que ya no se acordaba del suave toque de tu piel, de tus dedos rozando con los suyos.

Ford te miró con ojos sorprendidos detrás de sus lentes ligeramente rayados. Tu, por otro lado, le regalaste una sonrisa honesta. Aquellas que demostraban amor y anhelo, aquella cosa que se habían prometido desde ya hace años.

—¿Estás bien?—. Preguntaste, apretando más el agarre de tu mano contra la suya.

—S...si, si. Estoy bien—. Respondió a medida que ambos seguían avanzando por el bosque. Justo en ese momento, una suave brisa sacudió las hojas de los altos pinos que los rodeaban, casi expectantes de lo que estaban diciendo.

—Pues...casi siempre que dices eso, es todo lo contrario—. Alzaste la mano que sostenía la de él, sin separarla de esta, solamente mirando el anillo que ambos tenían en común, signo del lazo eterno que los unía—. Más bien, creo que te preocupa algo. ¿Que es?

Ford trago de los nervios. ¿Cómo podías conocerlo tanto al punto de poder deducir eso? Hasta incluso pensaba que no se conocía a sí mismo.

Ford se detuvo por un momento y tú lo hiciste con él, y lo viste mirando hacia el suelo cubierto de hojas, como si estuviera buscando las palabras adecuadas en los patrones irregulares del terreno. Su mano, cálida y temblorosa al mismo tiempo, se aferró un poco más a la tuya, como si estuviera buscando apoyo.

—Es... complicado— respondió finalmente, su voz siendo arrastrada por la brisa que soplaba entre los árboles.

El silencio que siguió fue cómodo, aunque cargado de una expectación suave. Ambos sabían que había algo más detrás de su vacilante respuesta, algo que lo había estado preocupando desde que regresaron a este lugar, uno lleno de recuerdos y promesas de un pasado lejano.

Le diste un pequeño apretón en la mano, como una forma de recordarle que estabas ahí, que lo escucharías sin importar lo que tuviera que decir.

—Llevamos tantos años lejos de aquí... de nosotros— comenzó con voz baja, casi como si estuviera hablando más para sí mismo que para ti—. Y aunque me prometí que algún día regresaría contigo, ahora que estamos aquí... no estoy seguro de si soy el mismo de antes.

Te detuviste a su lado, girándote suavemente para mirarlo. Sus ojos detrás de esos lentes se veían más cansados, más llenos de experiencias difíciles que cuando eras más joven y fué absorbido por aquel portal. Sin embargo, también había algo más profundo, una chispa que no había desaparecido del todo.

—Ford...— susurraste suavemente, levantando tu otra mano para colocarla sobre su mejilla, sintiendo el contorno de su piel áspera bajo tus dedos—. No tienes que ser el mismo de antes. Hemos cambiado, ambos lo hemos hecho. Pero eso no significa que lo que tenemos haya cambiado.

Ford cerró los ojos por un momento, inclinándose apenas hacia el toque de tu mano, como si quisiera dejarse llevar por el consuelo que le ofrecías. La brisa movía su cabello gris con suavidad, y las hojas crujían bajo sus pies, pero en ese momento todo parecía estar en calma.

—Pero... ¿qué pasa si no es suficiente? —preguntó, abriendo los ojos y encontrándose con los tuyos—. ¿Y si... lo que soy ahora no es lo que necesitas?

Sonreíste suavemente, acercándote un poco más a él, dejando que tu frente tocara la suya mientras sentías su respiración entrecortada.

—Siempre has sido suficiente, Stanford— dijiste, con total sinceridad—. Lo que hemos pasado solo nos ha hecho más fuertes, más conscientes de lo que significa estar el uno para el otro. Aunque ya no seamos aquellos adolescentes explorando el significado del amor, aún nos amamos el uno al otro. Ya no somos esos jóvenes que no sabían que querían hacer con sus vidas, somos mucho más. Ahora tenemos la certeza de que somos. No importa cuánto cambies no importa cuánto cambie yo, siempre serás la persona que amo. Siempre serás mi hogar.

Ford exhaló lentamente, como si tus palabras hubieran aliviado un peso que llevaba cargando durante años. Su mano apretó la tuya con más fuerza, como si estuviera aferrándose a esa promesa, a ese vínculo que los había unido desde el principio.

—Gracias...— susurró, su voz quebrándose un poco—. Gracias por no rendirte conmigo.

—No. Tu, gracias por volver—. Sonreiste, dejando que tu mano bajara de su mejilla hacia su hombro, apretandolo un poco, con cariño.

—No sé qué habría hecho sin ti—dijo suavemente—. Todo este tiempo, en todos esos lugares… pensar en ti me mantuvo cuerdo.

Tu sonrisa se amplió al escuchar esas palabras, y diste un paso más cerca de él, sintiendo la conexión profunda entre ambos.

—Yo tambien te extrañé—susurraste—. Y aquí estás y ahora estamos juntos.

Sin poder contenerse, Ford te atrajo hacia él, envolviéndote en un abrazo fuerte y reconfortante. Era como si quisiera asegurarse de que estabas realmente ahí, de que todo esto era real. Su rostro se apoyó en tu hombro, y por un momento, ambos permanecieron así, en silencio, en paz.

—Prometo no alejarme otra vez—murmuró Ford, con una ligera voz temblorosa—. No ahora que sé lo que tengo.

—Y no lo harás—respondiste con una sonrisa, devolviéndole el abrazo con la misma intensidad—. Ni pienses que te dejaré.

Ford soltó una pequeña risa ante tu comentario y ambos permanecieron un rato más, disfrutando de la tranquilidad de ese lugar, sabiendo que, pase lo que pase, siempre se tendrían el uno al otro.

𝙂𝙍𝘼𝙑𝙄𝙏𝙔 𝙁𝘼𝙇𝙇𝙎 ๏ภє-รђ๏ՇรDonde viven las historias. Descúbrelo ahora