Capítulo 08

170 29 3
                                    

Rebecca entendió a la perfección la explicación del oficial del Comando Antinarcóticos sobre el procedimiento de revisión que se llevaría a cabo en su maleta. No tuvo problema con que se hiciera la inspección porque era incapaz de cometer un delito, en especial en otro país. Y todo su ser estaba tranquilo hasta que vio que el hisopo que introdujeron en el corte que le hicieron a la cartera se puso azul. Sí, lo entendió. «Si se pone azul, es porque hay algún tipo de narcótico dentro de esa cartera.» Las palabras del oficial resonaban en su cabeza mientras, con ojos casi desorbitados, miraba el hisopo con la punta azul. ¡Azul!

Su respiración se agitó con el paso de los segundos, a medida que su corazón se aceleraba. Ella continuaba con la vista puesta en la punta del hisopo, entendiendo lo que el color azul significaba; reprodujo en su mente el momento en que Engfa dejó sobre la cama la bolsa con las carteras que eran para sus primas. Todo era un oscuro torbellino en su cabeza. El estómago se le contrajo y tuvo ganas de vomitar. Y su cuerpo comenzó a temblar.

Los presentes en la Sala de Reconciliación la observaban; su piel se perló de sudor y su rostro reflejaba confusión. Rebecca miró al oficial cuando le habló.

—Positivo para cocaína —le anunció y se paró frente a ella—. Rebecca Armstrong, está usted detenida por porte de estupefacientes.

Esas palabras la golpearon y la sacaron de la oscuridad en la que se encontraba. Sonrió, incrédula. Nada de lo que vivía en esos instantes tenía sentido.

—No, no, no. Esto es un error, esas carteras no son mías —dijo con la voz distHengionada y dio un paso atrás, alejándose del hombre.

El oficial antinarcóticos torció el gesto, ya estaba acostumbrado a presenciar ese tipo de negación tras cada incautación. Siempre era la misma actuación.

—Usted aceptó que esa es su maleta, ¿cierto? —le preguntó con un tono condescendiente.

Lo miró con los ojos casi desorbitados.

—Sí, es mi maleta, pero esas carteras no son mías. Son para las primas de mi novia. Ella se las envió conmigo —explicó al tiempo que sacaba el teléfono del bolsillo del pantalón—. Mire, déjeme llamarla y todo esto se aclarará —dijo buscando el contacto de Engfa. Las manos le temblaban, apenas podía manipular el dispositivo.

El oficial miró al policía que sacó las esposas en cuanto el narcotest dio positivo. Ambos intercambiaron miradas cansinas, ya conocían de sobra la escena.

Rebecca marcó el contacto de Engfa. Respiró aliviada cuando oyó su voz.

Mi amor, ¿ya estás en el avión?

Ella miró al oficial.

—Eng, tengo un problema aquí —le anunció con la voz quebrantada—. Encontraron algo en las carteras de tus primas. ¿Puedes venir a explicarlo?

—durante unos segundos hubo silencio en la línea—. ¿Eng?

El costo del paraiso (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora