𝟎𝟕

415 45 6
                                    

Law había extraído la sangre y la observaba detenidamente en el tubo de recolección. Luffy, con la expresión endurecida, aceptó a regañadientes la situación, pero ahora sorbía un jugo de tomate con visible desagrado. Chopper y él se mantenían concentrados, analizando cada detalle bajo la atenta mirada de Kureha. La veterana doctora, con su cabello plateado y su porte imponente, se mantenía en silencio.

—Vaya... Este niño debe tener una resistencia inhumana. O quizás ser de goma tiene más ventajas de las que creí—comentó Kureha, sus ojos entrecerrados con curiosidad.

Law asintió con la cabeza, su semblante tan frío y calculador como siempre.

—A pesar de las alteraciones químicas y la dosis considerable, sigue estable. Sin duda, esta droga del "amor" no ha hecho una reacción fuerte en él—se cruzó de brazos, pensativo—. Suele ser inmediata. Me quedaré con él un poco más. Hay algo que necesito confirmar

Kureha lo miró con cierta complicidad antes de llevarse el equipo de análisis. Antes de retirarse, le lanzó una mirada provocativa que dejó a Chopper desconcertado.

—Law... Podría ser peligroso—advirtió el moreno con el ceño fruncido—. Luffy es... es muy territorial y posesivo. Además, como médico de la tripulación, es bastante protector. No va a ser fácil que te deje despegarte de él, más en ese estado...

Law esbozó una leve sonrisa, sin rastro de preocupación en su rostro.

—Puedo manejarlo. Pero si esa droga sigue en su sistema podría ponerlo en un riesgo aún mayor. Hazme un favor, Chopper. Consigue un collar para evitar las mordeduras y, por si acaso, un poco de piedra marina

Chopper asintió, aunque la preocupación seguía pesando sobre sus hombros. Se despidió rápidamente.

El silencio que siguió fue denso. Law observó a Luffy, quien aún se mantenía de pie, como una bestia enjaulada, sus ojos oscuros brillando con una intensidad peligrosa.

Law lo escaneó con la mirada, acercándose lentamente. Sus ojos se clavaron en las pupilas del alfa, pero este no dijo nada. Simplemente lo observó en silencio antes de regresar a su vaso de jugo de tomate, del cual bebió un largo sorbo sin prisas. En ese instante, se escuchó un suave golpe en la puerta. Chopper regresó tras unos minutos, trayendo lo que Law había solicitado. Se inclinó hacia él y le susurró algo al oído; Law asintió sin decir palabra.

Cuando volvieron a quedarse solos, el silencio entre ellos se hizo palpable, como una presión invisible llenando la habitación. Finalmente, Luffy rompió la quietud, su voz algo vacilante.

—Puedo irme a mi habitación... aún estamos a tiempo. No he sentido nada...

Law no respondió. En lugar de ello, se puso el collar ante mordidas con movimientos precisos, casi rituales, como si lo hubiera hecho mil veces antes. La pregunta que soltó a continuación cayó como un peso en el aire.

—¿Hay algo que necesites durante el celo?

Luffy dejó el vaso en la mesita de noche y, sin mirar a Law, se sentó en la orilla de la cama. Por alguna razón, sus mejillas se habían teñido de un leve tono rojizo. Comenzó a silbar, queriendo ignorar la pregunta que lo incomodaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Pero la mirada intensa de Law, casi perforante, lo obligó a rendirse ante la verdad.

—Nunca los he pasado solo—confesó Luffy, sus ojos clavándose en los de Law—. Siempre he estado con betas y omegas. No pido nada en especial… Solo que, durante los primeros días, pierdo la capacidad de hablar y no dejo que salgan de mi cama. Tampoco dejo que nadie más entre en mi cuarto

Law lo miró fijamente, observando cada pequeño detalle: La forma en que Luffy se movía inquieto en la orilla de la cama, el rubor que aún teñía sus mejillas, el leve temblor en sus manos. Sabía que Luffy estaba acostumbrado a tomar el control, a tener la última palabra, pero ahora lo veía diferente, vulnerable. Ese momento, esa confesión, lo hacía bajar las defensas que normalmente erguía como un muro infranqueable.

EL HARÉN DEL REY:  𝙴𝙻 𝙸𝙽𝙸𝙲𝙸𝙾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora