𝟑𝟎

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Law finalmente había salido de la ducha. Su mente, por primera vez en días, se sentía más clara, el calor abrasador del celo estaba llegando a su fin. Se vistió con calma, escogiendo unos shorts simples y una camiseta negra. Aún no estaba preparado para los apodos que Luffy solía usar. "Amor", "Precioso", "Lindo", "Torao"... cada palabra, por más cariñosa que fuera, lo hacía sentirse vulnerable. No estaba acostumbrado a tanta ternura, y aunque una parte de él las atesoraba en lo más profundo de su corazón, todavía le resultaba extraño recibirlas.

El dormitorio olía a una mezcla de ellos dos, la cama había quedado inutilizable después de su último encuentro, y Luffy lo esperaba sentado en el colchón improvisado en el suelo, sonriéndole con esa dulzura que sólo él tenía. Sus brazos de goma se estiraron sin esfuerzo, rodeando a Law y trayéndolo hacia su cuerpo con una calidez reconfortante. Lo abrazó fuerte, como si quisiera asegurarse de que Law estuviera realmente allí, de que todo estaba bien.

—¿Cómo te sientes, amor?—susurró Luffy mientras aspiraba el aroma de su cabello, plantando un suave beso en su frente.

Law desvió la mirada, incómodo. Sabía que Luffy lo hacía por cariño, pero esos apodos lo desarmaban.

—Dejemos esos apodos para cuando esté en celo—murmuró.

Luffy asintió sin reproches, sin perder la ternura en su expresión.

—Entendido

—Estoy más calmado—continuó, recostando su cabeza en el pecho de Luffy—. Sólo siento unos leves espasmos, pero con los supresores estaré bien

Luffy volvió a asentir, apretando su abrazo. Se restregó ligeramente contra él, dejando su propio aroma impregnado en la piel de Law, como un instinto natural, asegurándose de que el mundo supiera que él estaba allí, con él.

—Torao...—susurró Luffy, esta vez más serio—. No usé preservativo... Lo siento... Yo...

Law lo notó: Las mejillas de Luffy estaban encendidas, pero más que vergüenza, era decepción. Decepción consigo mismo.

—Descuida—Law acarició suavemente la mejilla de Luffy, queriendo calmar la ansiedad que se filtraba en sus palabras—. Me inyecto anticonceptivos, siempre lo he hecho. Además, puedo tomar la píldora si es necesario

Luffy dejó escapar un suspiro aliviado y volvió a besar su frente, como si ese simple gesto pudiera borrar cualquier preocupación.

—Si hubieras quedado embarazado por mi culpa, no me lo perdonaría—murmuró, su voz temblando ligeramente—. Debería cuidarte, protegerte... El cachorro debe ser una decisión tuya, no un accidente mío

Law, conmovido por la sinceridad y la angustia que se reflejaba en cada palabra de Luffy, lo abrazó más fuerte. La idea de ser padre no era algo que hubiera considerado seriamente hasta ese momento, pero sabía que era algo importante, algo que debía discutirse en el futuro.

—Oi...—susurró Law, acariciando la mejilla de Luffy—. Ser padres es una decisión que debemos tomar juntos. No sé cuándo, ni cómo, pero si llega el momento, lo hablaremos. Aún no estoy listo

Luffy lo miró desde su regazo, con esos ojos oscuros que siempre parecían llenos de amor y devoción. Sonrió suavemente y se refugió de nuevo en el pecho de Law, como si allí encontrara la seguridad que necesitaba.

—Cuando tú estés listo, lo haremos—susurró, acomodándose más contra su cuerpo—. No importa cuándo, sólo quiero que sea contigo

Law sintió el calor de esas palabras derritiendo las últimas barreras que quedaban entre ellos. Asintió, cerrando los ojos, disfrutando del silencio y la intimidad del momento, sabiendo que, por ahora, todo estaba bien.

EL HARÉN DEL REY:  𝙴𝙻 𝙸𝙽𝙸𝙲𝙸𝙾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora