𝟑𝟏

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Con el guardián desvanecido, el volcán volvió a la calma, pero la tensión en el aire no desapareció. Luffy, Zoro y Law se quedaron un momento en silencio, observando el imponente Poneglyph que brillaba tenuemente bajo la luz residual del Ojo Eterno. La batalla había sido intensa, pero sabían que lo más importante estaba a punto de comenzar.

Luffy se lanzó hacia el Poneglyph, emocionado, pero Law lo detuvo nuevamente, esta vez con un tono más urgente.

—No tan rápido, sombrero de paja. El guardián fue solo una parte de la prueba. Aún no sabemos qué más puede estar esperando aquí.

Zoro desenfundó sus espadas, siempre preparado para un nuevo combate.

—Tienes razón. Esa cosa no era lo suficientemente fuerte como para ser el final.

De repente, el suelo bajo ellos empezó a vibrar de nuevo, pero esta vez no era el volcán lo que se agitaba. Desde el fondo del lago, un brillo rojo emergía, creciendo en intensidad. El Ojo Eterno no se había apagado por completo. Al contrario, parecía estar más activo que nunca.

—¡No puede ser!—exclamó Law, sus ojos fijos en el centro del lago—. ¡Eso es... un mecanismo de activación!

El agua del lago comenzó a agitarse violentamente, y una estructura masiva de piedra emergió, revelando un mecanismo antiguo y complejo. El Ojo Eterno era más que un simple lago. Era una llave, una puerta que ahora comenzaba a abrirse.

—¡Vamos, Law! ¡No hay tiempo para dudar!—gritó Luffy, lanzándose sin pensarlo hacia la estructura que emergía, su cuerpo cubierto en Haki.

Zoro lo siguió de cerca, con sus espadas listas para cualquier cosa que se presentara. El sonido de mecanismos antiguos se oía a su alrededor, como si la misma montaña estuviera despertando.

De repente, del centro del lago emergió una enorme criatura mecánica, hecha de metal y piedra, con ojos que brillaban como brasas. Era un guardián mucho más formidable que el anterior, y su aparición desató una ola de calor abrasador que hizo que el aire alrededor se ondulara.

—¡Esto no termina!—rugió Zoro, lanzándose al ataque con sus espadas, mientras Luffy, sin perder el ritmo, cargaba hacia la criatura, su cuerpo envuelto en llamas.

La criatura respondió con una ráfaga de fuego y rayos, llenando el aire con una energía destructiva. Pero Luffy y Zoro no retrocedieron. Cada ataque era feroz, y cada movimiento era más rápido y preciso que el anterior.

Law, mientras tanto, analizaba rápidamente el mecanismo que se revelaba ante él. Sabía que debían cerrar ese portal antes de que algo aún peor emergiera.

—¡Cubran mis espaldas!—gritó Law, mientras activaba su Room y comenzaba a manipular el entorno, tratando de encontrar una manera de detener el flujo de energía que alimentaba al guardián.

Luffy y Zoro se movían en perfecta sincronía, atacando los puntos débiles de la criatura mientras Law trabajaba. Pero el tiempo se agotaba rápidamente. La criatura, aunque poderosa, empezaba a mostrar signos de desgaste bajo los intensos ataques combinados.

Finalmente, Law localizó el núcleo del mecanismo, un brillante cristal en el centro de la estructura. Con un rápido movimiento de su espada, lo cortó en dos, desactivando la fuente de poder que mantenía al guardián activo.

Con un último estallido de energía, la criatura mecánica se desplomó, y el portal que había comenzado a abrirse se cerró, sellando el poder que emanaba del Ojo Eterno.

Luffy, jadeando pero sonriendo como siempre, se volvió hacia sus compañeros.

—¡Lo hicimos! Ahora sí... ¡El One Piece está más cerca que nunca!

EL HARÉN DEL REY:  𝙴𝙻 𝙸𝙽𝙸𝙲𝙸𝙾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora