𝟏𝟑

223 27 0
                                    

Las paredes del castillo seguían temblando ligeramente por el impacto de su ataque, y el aire alrededor estaba impregnado del polvo levantado por la destrucción. Luffy no apartaba la vista de su compañero, su mente en una vorágine de emociones: alivio, preocupación y una rabia apenas contenida por lo que había sufrido Law.

Chopper trabajaba rápidamente, aplicando vendajes y medicamentos improvisados para estabilizar a Law. Su expresión, normalmente infantil y amistosa, estaba grave, pero decidida.

—¡Necesito más suministros!—exclamó Chopper—. Law ha perdido mucha sangre. Si no lo estabilizo pronto...

Nami se giró rápidamente hacia Usopp.

—¡Usopp, corre y consigue todo lo que Chopper necesite!

Usopp, tembloroso pero obediente, asintió y salió corriendo entre los escombros hacia donde habían dejado el resto de los suministros médicos. Sanji encendió un cigarro, mirando a Luffy con una mezcla de alivio y preocupación.

—¿Qué pasó con Doflamingo?—preguntó Sanji, exhalando lentamente—. ¿Está muerto?

Luffy negó con la cabeza, su mirada aún fija en el cielo. A pesar de la distancia, podía sentir la presencia lejana de su enemigo.

—No está muerto—dijo Luffy con una voz baja y ronca—. Pero ya no podrá seguir haciendo daño... por ahora

Zoro soltó un gruñido, descansando su mano sobre el mango de su espada.

—Ese tipo es como una cucaracha. Siempre encuentra la forma de volver. Pero no se va a atrever a mostrarse pronto después de lo que le hiciste, Luffy

Mientras Chopper continuaba atendiendo a Law, una tensión palpable comenzó a formarse en el aire. El sonido de pasos pesados resonó en la distancia, seguido por una serie de murmullos apagados. En el horizonte, un grupo de figuras se acercaba. Las insignias de la Marina eran inconfundibles, y al frente de ellos caminaba Fujitora, su bastón golpeando el suelo con cada paso.

Luffy, a pesar de su agotamiento, se puso de pie lentamente, sus ojos enfocados en el almirante.

—¡Fujitora!—gritó Luffy, con una mezcla de desafío y cansancio en su voz—. ¿Vienes a pelear?

El almirante se detuvo a unos metros de distancia, sus ojos cubiertos por la venda que siempre llevaba. Su expresión, aunque tranquila, transmitía una profunda tristeza.

—No, Mugiwara—dijo Fujitora en tono solemne—. No he venido a pelear. Esta batalla... no debería haber ocurrido en primer lugar. Este reino ha sufrido demasiado por culpa de Doflamingo y de la negligencia del Gobierno Mundial

La tripulación de Luffy observaba con cautela mientras Fujitora continuaba hablando, su voz resonando con un pesar palpable.

—He tomado una decisión, y sé que el mundo no me perdonará por ello—habló Fujitora—. Pero hoy, no voy a arrestar a ninguno de ustedes. Ni a Law, ni a ti, Mugiwara. Lo que hicieron aquí fue justo, y Dressrosa necesita tiempo para sanar

Luffy, sorprendido, pero sin bajar la guardia, asintió lentamente. Aunque su instinto natural era desconfiar de la Marina, podía sentir que Fujitora no mentía. El almirante, sin embargo, no había terminado.

—Pero no me malinterpretes—añadió Fujitora, su voz volviéndose más grave—. Este no es el fin. La próxima vez que nos crucemos, seré yo quien te persiga. Porque, aunque detuviste a Doflamingo, sigues siendo un pirata. Y la justicia te alcanzará, tarde o temprano

Zoro apretó la mano en su katana, pero Luffy levantó una mano, indicando que no debían actuar.

—Entiendo—respondió Luffy, con una sonrisa débil pero desafiante—. Nos veremos de nuevo, cuando llegue ese momento

EL HARÉN DEL REY:  𝙴𝙻 𝙸𝙽𝙸𝙲𝙸𝙾   𝙻𝚄𝙻𝙰𝚆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora