𝟐𝟖

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Law jadeaba con dificultad, su pecho subiendo y bajando mientras el calor en su cuerpo se hacía más insoportable. El lubricante seguía fluyendo lentamente, empapando el nido que había hecho con la ropa de Luffy. Su olor, ese aroma dulce comparable al de un helado derretido, era casi abrumador ahora. Las feromonas llenaban la habitación, envolviendo a Luffy en una tentación constante.

Se colocó entre las piernas de Law, sus ojos fijos en los del omega, que lo miraba con una mezcla de necesidad y desesperación. Sin más preámbulos, Luffy lo besó, apoderándose de sus labios con una urgencia voraz, como si ese contacto fuera la única cosa que lo mantenía cuerdo. Law respondió de inmediato, abriendo los labios, sacando la lengua como una súplica silenciosa. Luffy la atrapó, chupándola con avidez, sintiendo cómo el cuerpo de Law se tensaba aún más bajo él.

Una mano de Luffy se deslizó hasta el miembro mojado de Law, acariciándolo primero con lentitud, pero aumentando el ritmo al escuchar los gemidos que escapaban de los labios del omega. Los gemidos de Law eran suaves al principio, pero rápidamente se convirtieron en jadeos irregulares, incapaces de contener la mezcla de placer y necesidad que lo consumía. Luffy disfrutaba cada segundo, la piel caliente de Law bajo sus dedos, su vulnerabilidad.

—Uhm, alfa...

Podía sentir cómo la cabeza le daba vueltas, el aroma de Law era casi intoxicante. Ese dulce olor, comparable al helado más apetecible en un día caluroso, se mezclaba con las feromonas que ambos cuerpos desprendían, y lo volvía todo aún más intenso.

—Alfa... Yo...

Pero Luffy no se detenía. Law intentaba juntar sus piernas por la intensidad del placer, pero Luffy las separó de nuevo, colocando sus manos firmemente en los muslos del omega, manteniéndolo abierto para él.

—No vas a cerrarte ahora, Torao Déjame saborearte

El calor y la presión de la succión hicieron que Law tirara de los cabellos de Luffy, su espalda arqueándose tanto que casi parecía que iba a romperse. Luffy chupaba con un ritmo firme, moviendo su lengua a lo largo del eje, deleitándose con cada temblor que recorría el cuerpo de Law.

—Yo... No puedo...—Law cerró los ojos, sus caderas moviéndose de manera involuntaria mientras se hundía más en la boca del alfa. La sensación de la lengua de Luffy recorriendo cada parte de su piel, húmeda y caliente, lo estaba volviendo loco.

El grito que Law soltó llenó la habitación. Su espalda se arqueó involuntariamente, sus manos se enterraron en el cabello de Luffy, jalándolo con desesperación. El alfa lo chupaba con una pasión cruda, ahuecando sus mejillas mientras sus labios se deslizaban arriba y abajo, saboreando cada centímetro. Law gemía sin control, su cuerpo temblando mientras su mente se deshacía en una nube de placer. Era demasiado, y aun así no quería que se detuviera.

—Alfa... Yo...—gimió Law, sus palabras quebradas por el éxtasis. Cerró los ojos, su respiración errática, mientras su cuerpo alcanzaba el borde del orgasmo.

Pero Luffy no se detuvo. Lo chupaba con hambre, como si el sabor de Law fuera lo único que importaba en ese momento. Sus dedos tantearon el agujero húmedo de Law, rozando apenas la entrada, pero sin entrar. Ese toque ligero hizo que Law gritara, apretando las sábanas con fuerza.

—Alfa, por favor...—susurró Law, sus palabras apenas audibles entre jadeos.

Luffy lo levantó ligeramente, sujetando sus muslos y separando aún más sus piernas. Con un gemido final, Law se dejó llevar por el orgasmo, su cuerpo sacudido por oleadas de placer mientras Luffy no dejaba de chuparlo, tragando todo con un placer casi salvaje.

—Estás delicioso, precioso—murmuró Luffy, sus palabras roncas y cargadas de deseo.

Antes de que Law pudiera siquiera recuperarse, Luffy lo giró con un movimiento decidido, inclinándolo sobre el nido. Palmeó su nalga, haciendo que Law gruñera, y sin más advertencia, lamió el lubricante natural que se había formado. El sonido húmedo y su lengua moviéndose con precisión hicieron que Law gimiera, su cuerpo retorciéndose una vez más. El alfa estaba completamente poseído, lamiendo y chupando como si no pudiera detenerse.

EL HARÉN DEL REY:  𝙴𝙻 𝙸𝙽𝙸𝙲𝙸𝙾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora