𝟏𝟕

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Luffy levantó la ropa y el sombrero con manos temblorosas y se la llevó consigo, su mirada oscura y perdida en pensamientos sombríos. Todos lo esperaban en la cubierta, el ambiente cargado de una tensión casi palpable. Shachi yacía en la enfermería, su vida pendía de un hilo, apenas aferrándose a la conciencia después de una fuga desesperada. El barco crujía con el vaivén de las olas, pero todo parecía inmóvil mientras el silencio los envolvía.

Luffy, sin decir una palabra, se dirigió a su camarote. Cerró la puerta tras de sí con un leve chirrido, apenas audible, como si el sonido mismo temiera perturbarlo. En sus manos sostenía los objetos personales de Law, su peso parecía más abrumador que nunca. Al sentarse en el borde de la cama, su cuerpo se desplomó, y abrazó los objetos con fuerza, como si aferrarse a ellos pudiera traer de vuelta al hombre que quería. Sus lágrimas comenzaron a caer, calientes y silenciosas, empapando la tela que sostenía. Intentó contenerlas, pero fue inútil. No podía, no quería aceptar que lo había perdido. No otra vez.

El dolor en su pecho era profundo, como si estuviera siendo desgarrado desde adentro. No podía soportar la idea de perder a Law, no cuando finalmente había encontrado a alguien con quien construir algo más que una alianza. Desde aquel día en Punk Hazard, algo había cambiado en él. Law ya no era solo un aliado estratégico; se había convertido en alguien mucho más importante, en un punto de anclaje en su vida errática. Tal vez no lo habían dicho en voz alta, tal vez no había un título claro, pero en lo profundo de su corazón, Luffy sabía que deseaba verlo con ojos de amor, que Law lo mirara como alguien digno de sus sentimientos.

Cerró los ojos y respiró hondo, el eco de su promesa resonaba en su mente: lo cortejaría, lo cuidaría, lo protegería. Pero ahora... ¿Dónde estaba Law? ¿Qué le había hecho Barbanegra?

Luffy apretó los puños con furia, el dolor se transformaba en ira pura. No le importaba cuántos mares tuviera que cruzar, cuántos enemigos tuviera que enfrentar. Él encontraría a Law, y lo traería de vuelta, sin importar el precio.

Con renovada ilusión, se levantó de la cama y ordenó que todo fuera limpiado. Caminó hacia la proa del barco, su presencia imponente y decidida. Los demás lo esperaban allí, observándolo con incertidumbre. El viento soplaba con fuerza, agitando su cabello y la bandera de los Sombrero de Paja ondeaba ferozmente sobre sus cabezas.

—Convoquen a Bartolomeo y a los demás—ordenó con una voz grave y decidida—. Encontraremos a Law. Y le declararemos la guerra a Barbanegra

Chopper y Usopp intercambiaron miradas aterradas, abrazándose el uno al otro mientras el miedo los invadía.

—¡Estás loco!—gritó Usopp, su voz temblando—. ¡No podemos hacerlo! ¡Es Barbanegra!

Sin embargo, Robin y Franky asintieron, comprendiendo la gravedad de la situación. Zoro, con una media sonrisa, se adelantó, golpeándole el pecho con un puño en señal de lealtad.

—¿No habías dicho que no necesitabas una flota grande?—bromeó Zoro, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y orgullo—. Me hieres, capitán

Luffy le devolvió la mirada, la determinación ardiendo en sus ojos oscuros.

—Confío en ustedes—dijo con firmeza—, pero necesitaremos más. El Nuevo Mundo nos está esperando, y esta vez vamos por todo

—Ese es mi chico—sonrió Zoro, orgulloso.

El resto de la tripulación, contagiados por la decisión de su capitán, se cuadraron firmemente.

—¡Entendido!—gritaron al unísono, listos para la batalla que se avecinaba.

Luffy se giró hacia Robin, la estratega silenciosa del grupo.

EL HARÉN DEL REY:  𝙴𝙻 𝙸𝙽𝙸𝙲𝙸𝙾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora