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Luffy recorrió el castillo buscando a Law, pero no había ni rastro de él. Era como si hubiera desaparecido sin dejar huellas. Una parte de él le decía que debía confiar, que todo estaría bien, pero la otra lo empujaba a lanzarse a buscarlo, a asegurarse de que nada malo hubiera ocurrido. Law siempre calculaba cada uno de sus movimientos, eso Luffy lo sabía bien, pero ¿Hasta qué punto?

Los pensamientos de Luffy fueron interrumpidos cuando recordó a Wanda y Riku. ¿Dónde estaban ellos? Miró a los guardias que custodiaban la entrada del cuarto donde debían estar retenidos. Los hombres se miraron entre sí, con el ceño fruncido y notoria confusión en sus rostros.

—¿Dónde están los prisioneros?—demandó Luffy, su tono grave y autoritario.

—El señor Trafalgar nos ordenó liberarlos—respondió uno de los guardias, claramente nervioso—. Se los llevó con sus betas, alteza

La mente de Luffy empezó a trabajar rápido, intentando descifrar qué significaba todo eso. Decidido a obtener respuestas, buscó a Jinbei. Tenía que hablar con Nakamura; él debía saber algo.

Cuando finalmente lo encontró, Nakamura volteó, y la expresión en su rostro lo delataba: miedo. Un sudor frío cubría su frente.

—Habla—exigió Luffy con una intensidad que hizo que el hombre tragara saliva—. ¿Cuál era el verdadero motivo de Mingo para venir y llevárselo?

Nakamura bajó la mirada, incómodo bajo la presión.

—En realidad... no lo sé. Doflamingo me pidió que lo acompañara, pero él nunca revela sus verdaderas intenciones. Es demasiado receloso, alteza. No le importa la opinión de los demás ni lo que su gente piense

Luffy intercambió una mirada con Jinbei, quien suspiró con pesadez.

—Law debe tener sus razones—dijo Jinbei con voz calmada, aunque sus ojos reflejaban la misma preocupación que sentía Luffy—. Tal vez está haciendo esto para demostrar lealtad a su tío. Recuerda que tiene que seguir fingiendo. Es tu aliado... pero, ¿podemos confiar en él?

Luffy apretó los puños, su interior dividido entre la confianza y la duda. Quería confiar en Law, pero la incertidumbre lo corroía.

—Siempre apoyamos a un amigo—respondió finalmente. Sabía que Law estaba arriesgando mucho, pero las circunstancias eran peligrosas, y el destino de muchos pendía de un hilo invisible.

Jinbei le dio una palmada en el hombro, ofreciéndole un apoyo silencioso.

—Estaremos contigo. Los chicos y yo investigaremos lo que podamos

Con eso, Luffy entró en la habitación de Law. El lugar estaba impecable, meticulosamente ordenado. El aire estaba impregnado con un aroma suave y familiar: el de Law. Solo con olerlo, Luffy sintió una calma inesperada. Era extraño, pero el olor de Law lo relajaba, lo atraía de una manera que no había experimentado antes. Era algo sutil, pero poderoso, como si el aroma lo envolviera y lo reconfortara.

Su mente divagó mientras recorría el lugar con la vista. Law era diferente. Sus tatuajes intimidaban, sí, pero Luffy conocía al hombre detrás de esa fachada dura. Había visto su vulnerabilidad, lo había sentido temblar entre sus manos. No podía negar que había algo en Law que lo atraía, Había una tensión creciente en su interior, una mezcla de emociones que no podía identificar del todo. ¿Qué era lo que realmente sentía por él?

Salió de la habitación y se fue en busca de su tripulación.


...
Las horas se convirtieron en días. Luffy había reunido a toda su tripulación y, sin más demora, zarpaban rumbo a Dressrosa. No había tiempo para preguntas ni para titubeos; el mensaje que había llegado era tan escueto como raro: «Vuelvo pronto».

EL HARÉN DEL REY:  𝙴𝙻 𝙸𝙽𝙸𝙲𝙸𝙾   𝙻𝚄𝙻𝙰𝚆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora