𝟐𝟗

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Luffy permanecía junto a la cama, observando el cuerpo de Law con una intensidad casi reverente. Lo veía descansar profundamente, envuelto en una serenidad que pocas veces mostraba. Su pecho subía y bajaba con cada respiración tranquila, los músculos tensos relajados al fin, y su piel tatuada brillaba bajo la luz tenue de la habitación. Cada vez que miraba a Law, su deseo crecía, pero no solo era eso. Era más profundo, más complicado.

El cabello negro de Law estaba desordenado sobre la almohada de Luffy, pero lo que más llamaba la atención era la forma en que estaba acurrucado, aferrado a la almohada con una vulnerabilidad que rara vez se permitía mostrar. Luffy se inclinó, besando suavemente su frente y luego sus labios. Sentía el calor de su cuerpo, el suave aroma que siempre lo envolvía, ese olor dulce y cargado de feromonas que parecía llamarlo sin descanso.

Sus ojos recorrieron cada detalle de Law, como si intentara memorizarlo todo. Su pecho firme, fuerte, con los tatuajes oscuros que resaltaban sobre su piel pálida. Las cicatrices en su torso no hacían más que acentuar su atractivo. Law no era solo fuerte, sino que había soportado mucho. Y aún así, había algo tan delicado en él, algo que lo hacía imposible de ignorar.

Sus pezones redondos y respingados parecían exigir atención, y Luffy se mordió el labio, conteniendo el impulso de inclinarse para besarlos. Pero lo que más lo atraía era la forma de su cintura. Law tenía un cuerpo fuerte, pero su cintura era estrecha, perfectamente marcada, como si su piel estuviera hecha para ser acariciada. Más abajo, sus caderas amplias y redondeadas creaban un contraste perfecto con su cintura, atrayendo la mirada de Luffy como un imán.

Sus piernas largas y delgadas, sus muslos gruesos pero fuertes y firmes, descansaban extendidos sobre la cama. A Luffy le fascinaban. Eran perfectas, sensuales en cada curva y línea. No podía dejar de admirar cómo esas piernas se movían con tanta elegancia y firmeza en batalla. Y luego estaba su trasero... Pequeño, pero perfectamente redondeado, firme bajo la tela que lo cubría, tan tentador que Luffy no podía evitar desear acercarse y palparlo.

Cada parte de Law lo seducía de una manera diferente. Era como si su cuerpo estuviera hecho para atraerlo, para enredarlo en una espiral de deseo imposible de controlar. Luffy sintió una oleada de calor recorrer su piel mientras seguía observándolo, incapaz de apartar la mirada. Los tatuajes en sus brazos, el corazon negro en su pecho, las líneas que adornaban su piel lo hacían ver aún más intenso. Law es su tipo en todos los sentidos: fuerte, decidido, pero con una belleza que casi lo hacía parecer irreal.

Se mordió el labio una vez más, su mente sumergida en una tormenta de sentimientos. No sabía cómo describir lo que sentía: ¿Era amor? ¿Deseo? ¿O algo aún más profundo? Lo único que sabía era que quería quedarse a su lado para siempre, ser el único que lo cuidara, el único que lo viera así de vulnerable, así de suyo. Quería que Law lo eligiera, que lo dejara marcarlo con la misma intensidad con la que él lo deseaba.

Luffy dejó su sombrero sobre la cabeza de Law, como un gesto silencioso de protección, antes de salir de la habitación por un momento. Necesitaba despejar la mente, aunque no podía evitar pensar en cómo cada parte del cuerpo de Law lo había atraído como si fuera un imán.

En el exterior, se encontró con Chopper y Bepo, pescando, este último en su forma humana. Luffy sabía que Bepo había estado cerca de Law en momentos importantes, y el pensamiento de alguien más cerca de él, especialmente en su celo, le provocaba una ola de celos que luchaba por contener.

—¿Cómo está?—preguntó Chopper—. ¿Necesita supresores?

Luffy negó con la cabeza, tratando de controlar la tensión en su voz.

—Está bien, logré que se durmiera. Aunque... Es difícil. Es como un cachorro que se resiste

Bepo, nervioso, sonrió y suspiró.

EL HARÉN DEL REY:  𝙴𝙻 𝙸𝙽𝙸𝙲𝙸𝙾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora