𝐄𝐗𝐓𝐑𝐀 𝟑.𝟓

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La atmósfera en la habitación era insoportable. Luffy se mantenía de pie, rígido como una cuerda a punto de romperse, con los puños apretados y los ojos ardiendo de una mezcla de furia y dolor. Se pasó la mano por el cabello, tirando de él con frustración, antes de dar un paso brusco hacia Law, que lo observaba con una calma aparente, aunque sus ojos traicionaban un brillo de herida profunda.

—¿Lo ves a escondidas, Law?—preguntó Luffy con la voz rasposa, tratando de controlar la tormenta que llevaba dentro—. ¿Te has reunido con Smoker sin que yo lo supiera?

Law no respondió de inmediato, manteniendo su mirada fija en él, inmutable, como si medir las palabras pudiera evitar que la situación explotara.

—No—respondió finalmente, su tono seco, cortante—. No lo he visto, Luffy

Pero esas palabras, lejos de calmar a Luffy, parecieron encender aún más su ira.

—¡Entonces, explícame por qué está siempre en el medio!—rugió, cerrando la distancia entre ellos y tomando a Law de la muñeca, su agarre firme, casi desesperado—. ¿Por qué siempre actúa como si tuviera algún derecho sobre ti?

Law alzó una ceja, su expresión endureciéndose, pero no retrocedió ni un paso.

—Porque no puede aceptar la realidad, Luffy. Y la realidad es que tú eres mi esposo, no él.

—¡No me vengas con eso!—bramó Luffy, sacudiéndolo levemente antes de soltarlo con brusquedad. Se pasó las manos por la cara, intentando contener el temblor de su cuerpo—. ¿Y Eustass Kid?—continuó, su voz más baja pero igual de peligrosa—. ¿Quién demonios es ese tipo, y por qué me manda una carta diciendo lo bien que saben tus labios?

Law cerró los ojos por un momento, como si esa pregunta hubiera sido el golpe final que lo desgastaba. Suspiró profundamente antes de responder.

—Kid... Es del pasado. Era un idiota con el que experimenté en mi adolescencia. Quería entenderme, saber lo que me gustaba. Fue algo estúpido, fugaz, y jamás volvió a significar nada para mí

Luffy soltó una risa amarga, incrédula, y negó con la cabeza.

—Smoker, Kid, cualquiera. Todo quedó atrás, todo son errores, pero ¿Yo qué? ¿Soy solo el tonto que carga con todo eso ahora?

Law lo observó en silencio, su mandíbula apretada, cada palabra de Luffy clavándose como un puñal.

—Te di todo, Law. Todo lo que soy, todo lo que tengo. He luchado, he sacrificado, he hecho cosas que jamás imaginé por ti. ¿Y tú? Sigues escondiéndote detrás de tus malditos secretos, solo quiero comprenderte mejor, saber todo de ti y amarte con todo

Luffy lo miró fijamente, sus ojos ardiendo de una furia mezclada con dolor.

—Si descubro que me estás mintiendo, que hay algo que no me estás diciendo, esto... Esto se acaba

Law lo dejó hablar, lo dejó descargar su furia, pero cuando Luffy terminó, avanzó un paso hacia él, su mirada afilada y su voz como un cuchillo.

—¿Eso es lo que piensas de mí?—habló con frialdad, cada palabra cuidadosamente controlada pero cargada de veneno—. ¿Que soy alguien que podría traicionarte, Luffy? ¿Que sería capaz de romper nuestros votos como si no significaran nada?

Luffy abrió la boca para responder, pero Law levantó una mano, deteniéndolo.

—Escúchame bien—su tono era bajo, pero con una intensidad que llenaba la habitación—. Renuncié a todo lo que conocía, arriesgué mi vida, mi alma, por ti. Te di el último Poneglyp, mi confianza, mi virginidad. Todo. Y ahora tú, la única persona en la que confié lo suficiente para entregarle todo lo que soy, me miras como si fuera un traidor

EL HARÉN DEL REY:  𝙴𝙻 𝙸𝙽𝙸𝙲𝙸𝙾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora