𝟏𝟎

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Después de cinco días de encierro en esas cuatro paredes, Luffy finalmente había logrado recuperar el control sobre sí mismo y volver a hablar. Sin embargo, ahora la atmósfera entre ellos era incómoda, casi irrespirable. Luffy, consciente de lo que había sucedido, se alejó de él, con los ojos llenos de una mezcla de culpa y confusión, y solo pudo murmurar una disculpa apresurada..

«Lo siento… no debí hacerlo. Fue un error que te quedaras conmigo»

Esas palabras resonaron en la mente de Law, golpeándolo con una intensidad inesperada. Por alguna razón, esa disculpa llevaba un peso que él no había anticipado. Era como si, por un instante fugaz, durante el celo del alfa, hubiera sentido algo diferente: aceptación. Como si, en esa confusión de instintos, Luffy lo hubiera dejado entrar en su mundo. Pero ahora, con la conciencia restaurada, todo volvía a ser lo que siempre había sido: nada.

Law tamborileaba sus dedos en el escritorio, una tensión creciente palpando en el aire. De repente, se levantó de golpe, con una decisión casi furiosa. Los ojos de la tripulación de Luffy lo seguían de cerca, desconfiados, como si esperaran que él, en cualquier momento, pudiera traicionarlos. Había una brecha insalvable entre ellos, un abismo de sospechas que todavía no se había superado.

—Los llamé aquí para informarles—comenzó Law, su voz firme, aunque la tensión era evidente en su mandíbula apretada—. Wanda y Riku han estado suministrando drogas a Mugiwara-ya con la intención de controlarlo. Pero como habrán visto, no funcionó… tal vez porque Luffy no los aceptó como compañeros. Deben estar atentos. Doflamingo podría haber enviado espías para seguir sus movimientos

El silencio que siguió fue casi asfixiante. La tripulación se miraba entre sí, asimilando la información con seriedad, pero con una chispa de duda aún presente. Law continuó, sin detenerse a ver sus reacciones.

—Mi equipo ha llevado a cabo una investigación y hemos confirmado que ellos son los traidores—dijo, tendiéndole un folder a Zoro. Dentro, fotografías y documentos detallaban cada prueba.

Zoro tomó el folder, pero no sin antes fruncir el ceño con desconfianza. El aire entre ellos se volvió aún más denso, casi sofocante.

—Debemos partir pronto a Dressrosa—añadió Law, volviendo su mirada hacia todos—. Si logramos que Doflamingo caiga, Kaido lo seguirá eventualmente

—¿Y cómo sabemos que todo esto es verdad?—objetó Zoro, su tono lleno de desafío—. Hemos descubierto que en algún momento fuiste parte de la Marina. ¿Ibas a decírselo a nuestro capitán?

La pregunta cayó como una bomba. Las miradas se clavaron en Law, quien se quedó inmóvil, pero no intimidado. Se cruzó de brazos, enfrentando a Zoro con la misma frialdad que había caracterizado siempre su relación.

—Sí, lo fui—admitió Law, sin vacilar—. Fue un periodo corto en mi adolescencia. Y lo que comparta con Luffy no es asunto suyo

El aire entre ellos parecía cargar electricidad estática. Law sabía que, en ese momento, cada palabra suya era un paso sobre una cuerda floja, pero no iba a retractarse.

—Puedo ser el peor de todos—añadió con la voz gélida—, pero cumplo con mi palabra

Sin esperar una respuesta, Law giró sobre sus talones y salió de la sala, con los puños apretados y la rabia hirviendo bajo su piel como una llama imposible de contener. Sus pasos resonaban pesados en el pasillo hasta que llegó a la prisión, donde Wanda y Riku habían sido encerrados. Los guardias lo dejaron pasar sin preguntas. Sabían mejor que nadie que cuando Law estaba en ese estado, lo último que deseaban era cruzarse en su camino.

EL HARÉN DEL REY:  𝙴𝙻 𝙸𝙽𝙸𝙲𝙸𝙾   𝙻𝚄𝙻𝙰𝚆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora