—¡Papá!
Baltimore despertó sobresaltado cuando Camila lo llamó. El hombre respiró, se quitó el cinturón de seguridad y buscó a su hija que estaba en su asiento especial. La pequeña lloraba como si hubiera tenido una pesadilla. Marito dormía.
—Ya, mi vida—musitó contra su cabecita en un intento de calmarla—. Ya pasó.
«Se parece a mí, desde pequeña siempre tuve muchísimas pesadillas».
Eddie recordó aquel comentario de Holy cuando se levantaba y cuidaba a su hija. Baltimore la arropó entre sus brazos y se sentó. Todavía estaban en el aire, por fortuna, ninguno de los dos pequeños sufrió dolores en los oídos.
—¿Quieres que le traiga el biberón?—Eddie se giró hacia el hombre a su lado que ya estaba despierto. Eddie negó.
—No te preocupes, yo me encargo.
—Tonterías—replicó Mario—. Quédate con ella, Regreso en un minuto.
Mario se levantó del sillón y se dirigió al sector de la cocina. Todos dormían. Era un vuelo de casi dieciocho horas por lo que Jared llevaba a su compañero de vuelo. Un ruso llamado Fiodor al que Jared le decía Gio, porque bueno, Jared era un hijo de puta que creía que tenía el derecho de cambiarle el nombre a la gente porque a él le parecía horrible.
Mario buscó agua caliente y procedió a preparar la infusión para la pequeña.
—¿Ahora haces de papá?
El hombre colocó el agua caliente en el biberón y dos cucharadas de leche.
—¿Cómo estás, Étienne? ¿No sabías a quien molestar y has venido aquí?
—No te molestaba tanto cuando estaba debajo de ti, ¿recuerdas?
Mario dio un suspiro y mezcló la preparación.
—¿Qué sucede ahora? ¿Vas a arrepentirte de haberte acostado conmigo?
Étienne chasqueó la lengua y se cruzó de brazos.
—Ese tipo va a abandonarte de nuevo—recriminó—. No importa todas las mentiras que te haya dicho. Es ese tipo de persona. Le gusta dejar de lado a la gente cuando las cosas se ponen feas.
Mario sonrió. Estaba claro que ese imbécil no tenía ni puta idea de quién era Eddie Baltimore, pero él tampoco tenía ganas de explicarle o hacer una defensa de él.
—Lo amo, Étienne—confesó sin tapujos—. Ódiame por darte esperanzas, por pensar que podría mantenerme alejado, pero fue imposible. Sí, ódiame todo lo que quieras porque lo merezco, pero si hoy estuviera contigo te estaría mintiendo a ti y a mí. Créeme, nunca sería capaz de darte lo que mereces.
Étienne tragó saliva. Enojado y resentido por lo sucedido, por la verdad que le caía como una bofetada.
—No me busques cuando te abandone de nuevo.
ESTÁS LEYENDO
PENUMBRAS S.B.O Libro 13 (Romance gay +18)
RomansaLa vida de Eddie Baltimore siempre fue difícil. Con un padre alcohólico y una madre ausente, su único refugio desde muy temprana edad fue su amigo Mario. Uno que con el tiempo se convirtió en algo más. Alguien por el que estaba dispuesto a dar todo...