—¡Sí hombre! ¡Sí! ¡Estamos en la estación de policía! —Jared hablaba por teléfono a Damián y Martin quien estaban cuidando a sus hijos—¿Qué sucedió? ¡Se desató el infierno! ¡Eso pasó!
Marie Carreras iba a y venía del otro lado del cristal con su ayudante ¿Qué carajo buscarían ahora? Un hombre de raza negra con un traje impecable prácticamente tatuado a su cuerpo llegó en ese momento.
—¿Y ese? —preguntó Mario y se movió del asiento. Tenía un corte en el brazo que apenas fue revisado.
Baltimore tensó la mandíbula. Los habían tratado peor que criminales, ni siquiera los llevaron al hospital. Bruno también tenía heridas y todos estaban allí desde hacía dos horas sin saber qué les deparaba.
—Por lo visto no le gusta mucho a la inspectora—señaló Baltimore. Sus hijos dormían en sus brazos, por lo cual entendió que solo estaban demorados y no detenidos. Dio un suspiro y se enfocó en Étienne quien tenía dagas en sus impresionantes ojos verdes.
—¿Qué? ¿Tienes algo para decirme? —Baltimore lo desafió.
—¿Estás feliz ahora? —replicó—¡Mira dónde estamos!
—No te pedí que te quedaras, a ninguno de ustedes, y aunque agradezco que estén aquí, no me responsabilizo de sus decisiones.
Étienne sonrió y negó.
—Eres de esos bastardos mimados a los cuales nunca les faltó nada—agregó con el asco subiendo por su garganta—.No sé cómo alguna vez formaste parte de este equipo. No tienes lo suficiente. Lo has demostrado mientras lo único que hacías era cuidar de tus hijos.
—Por supuesto, debería haber revoleado a los mocosos y salir como un maldito kamikaze y quedar como un colador. Buena estrategia, genio—replicó Luciano quien estaba al lado de Alexander.
—Nadie está hablando contigo. —Étienne le dio una mirada asesina—. Estoy hablando con la princesa que se cree con derecho a ignorarme.
El silencio reinó en cada rincón de ese espacio que era demasiado pequeño y asfixiante para un grupo tan grande de personas. Eddie observó a sus hijos, los cuales, había logrado calmar. Debían ir al hospital, necesitaban atención médica.
—Tenía cinco años, es mi primer recuerdo de una golpiza por parte de mi padre. —Étienne se enfocó en el hombre que solo relataba una historia y no despegaba su vista de sus pequeños—. Una fractura en el brazo. Nadie dijo nada en el hospital. Era moneda corriente de dónde venía. Era tan delgado que mis costillas se adherían a mi espalda. Apenas nos alcanzaba para sobrevivir. A los diez años conseguí mi primer empleo. Me pagaban una miseria. Una miseria que mi padre me quitaba para gastar en alcohol. Comíamos lo que encontrábamos, repartía periódicos, folletos publicitarios, todo lo que podía, y aun así nunca fue suficiente. Mi padre jamás dejó de golpearme, jamás dejó de odiarme, ni a mí, ni a mi madre quien soportaba todo en silencio. Cuando dices que no tengo lo suficiente, lo considero un acierto. Nunca tuve lo suficiente, nunca fui suficiente y, aun así, lo logré. Fui capaz de salir de esa vida, fui capaz de darme una oportunidad. De vivir, de salir con tantas mujeres como pude. Fui capaz de enamorarme de mi mejor amigo, y dejarlo cuando me demostró que seguía sin ser suficiente.
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PENUMBRAS S.B.O Libro 13 (Romance gay +18)
RomansaLa vida de Eddie Baltimore siempre fue difícil. Con un padre alcohólico y una madre ausente, su único refugio desde muy temprana edad fue su amigo Mario. Uno que con el tiempo se convirtió en algo más. Alguien por el que estaba dispuesto a dar todo...