12 De perdón, redención y venganza

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La mejor manera de matar a alguien en tu corazón

es dejarlo morir lentamente en tu mente,

sin nombrarlo, sin llamarle, sin escribirle, sin buscarle.

—Joaquín Sabina



Camila no paraba de llorar. Eddie la tenía en sus brazos mientras Luciano cargaba a Marito. Era una pequeña iglesia a las afueras de Miami. Era el sitio donde Eddie y Holy se habían casado años atrás. Ese lugar había estado teñido de risas y felicidad, de esperanzas de un futuro mejor mientras que ahora solo albergaba un ataúd cerrado sobre el cual el personal del hospital y los amigos de Holy dejaban flores.

El sacerdote habló sobre perdón y redención, sobre la fuerza que los seres humanos deben tener para superar cualquier problema, cualquier condición.

¿Qué era el perdón?

Eddie se preguntó mientras tenía a su lado a un hombre que jamás esperó de nuevo en su vida ¿Significaba dar una nueva oportunidad? ¿Darse a uno mismo la chance para seguir adelante? ¿Liberar a quien nos lastimó? ¿Dar amor a pesar del dolor infligido?

Eddie Baltimore estaba seguro de que todas las respuestas que uno pudiera darse eran correctas. Mientras tenía a su hija durmiendo en su pecho se imaginó a sí mismo como a un guerrero cansado, uno que solo deseaba vivir en paz con su familia, o con lo que quedaba de ella.

«La paz solo es un extremo de la guerra. Si quieres una, prepárate para la otra».

A veces, Luciano de Almeida lo sorprendía. El modo en que pasaba de un promiscuo descerebrado a un hombre con profundo sentido de la reflexión. Entendía la frase, el sentido, y fue angustiante saber que la paz estaba muy lejos cuando los asesinos de su esposa todavía estaban libres y, con seguridad, se regodeaban de su triunfo.

Quizás Jared tenía razón, él no era un hombre común que debía conformarse con las migajas de la justicia, él podía tomar la justicia en su propia mano y hacer pagar a cada uno de esos hijos de puta.

¿Estaba dispuesto a llevar esto hasta las últimas consecuencias?

Camila se removió en sus brazos y supo de inmediato la respuesta. No, era incapaz de hacerlo. El Eddie Baltimore que desafiaba y escupía al mundo había quedado relevado bajo pilas y pilas de emociones, de sentimientos que lo hacían vulnerable, que lo hacían sentirse humano, incluso cuando, por muchos años, se sintió un dios de la guerra.

—¿Estás bien? —El hombre a su lado presionó la mano sobre su pierna con firmeza, trayéndolo a ese momento. Al ataúd, las flores, y el discurso del sacerdote que carecía de idea sobre la pérdida de un ser querido.

—¿Debo responder? —musitó hacia Mario. Fue entonces cuando todo el discurso sobre perdón y redención tuvo sentido.

—Eddie—Mario acarició su pierna—, estoy contigo. Háblame.

PENUMBRAS S.B.O Libro 13 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora