21 Idilio 💖🔥

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—Mario.—Eddie gimió y se estremeció, envuelto en los brazos del hombre que no había dejado su cuerpo desde que tocaron la cama después de una ducha y hacer dormir a sus hijos.

Mario lo sostenía de perfil. Sus brazos atenazaban el cuerpo magro sobre el que embestía con potencia y desesperación. Las sábanas y las mantas estaban hechas un ovillo en sus pies. La luz de la lámpara en la mesa de noche iluminaba sus cuerpos con suavidad. Un brillo perlado los cubría. Mario respiraba sobre el lateral de su cuello y, de vez en cuando, chupaba la piel.

—Solo una vez más—musitó el hombre y besó su nuca—. Lo prometo.

—No creo tus promesas.—Eddie gimió cuando el pene rozó su próstata—. Has dicho eso la última hora.

—No puedes culparme por aprovecharte en mi cama.—Mario intensificó el agarre, su cuerpo unido y encajando a la perfección con el de su amante—. No puedes culparme por mi anhelo de recuperar el tiempo perdido, incluso cuando es imposible.

Eddie giró su rostro hacia el hombre detrás de él. Sus mejillas sonrojadas, el azul de sus orbes se había diluido en la oscuridad de sus pupilas dilatadas. Mario lo besó y arremetió sobre su boca y su cuerpo. Esa era una característica de la «Bestia». Cuando follaba lo hacía con cada célula. Se olvidaba del mundo. Todo lo que existía era ese hombre apresado entre sus brazos que se derretía en gemidos y miradas suplicantes y ansiosas de más.

La lluvia los acompañó desde que arribaron a Ciudad del Cabo. El llegar a su hogar, al sitio en el cual vivieron por muchos años, provocó un mareo en Eddie. Había demasiadas emociones en juego. La pérdida de Holy, el ataque, reencontrarse con sus amigos, conocer a Étienne, Mario metiéndose de nuevo en su vida, y Eddie aceptando todo lo que viniera de él.

Mario recorrió con su mano firme la cadera del hombre delante de él, observó el punto de unión de sus cuerpos, la manera en que desaparecía en su entrada. Nunca se cansaría de esto, nunca más se separaría de su único amor, sin importar todo lo que tuvieran que pasar, esta vez, era definitivo.

La mano resbaló por la cadera sudada y fue hacia el pene goteante. Mario lo masturbó y Eddie hizo su cabeza hacia atrás para darle acceso a su cuello, a su mandíbula, a su boca, a todo que Mario quisiera porque era inútil poner resistencia cuando todo su cuerpo se abrió para recibirlo con felicidad y plenitud.

Los problemas estaban más allá de la puerta de ese departamento. Eddie era consciente de que había decisiones cruciales que tomar, que su vida estaba en riesgo al igual que la de sus hijos, sin embargo, ahí, con ese hombre haciéndole el amor y llevándolo al éxtasis una y otra vez los problemas parecían lejanos, como si nunca pudieran alcanzarlos,

Su esencia se derramó sobre la mano de su amante, oprimió el pene en su interior y Mario se vino en el condón. La habitación, de pronto, se tornó cálida, sus respiraciones acompasadas, los besos tibios que ahora se brindaban en los brazos del otro.

PENUMBRAS S.B.O Libro 13 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora