Eddie observó la luna mientras se acomodaba en el asiento del avión de Jared Callum, luego de haber puesto a sus hijos en un par de lugares frente a él. Los dos pequeños habían despertado de buen humor esa mañana, casi tan bien como su padre, de hecho, Eddie no recordaba la última vez que durmió tan feliz y saciado en los brazos de alguien. Contuvo la culpa que hizo un remolino en su corazón y en su mente.
«Ella no está y le gustaría que fueras feliz».
Holy no era una persona egoísta, pese al dolor, Baltimore sabía que ella desearía que el padre de sus hijos no fuera un alma en pena. Quizás fue demasiado repentino, tal vez, la pasión que vibraba en su ser solo necesitaba una excusa.
No había parte de su cuerpo que no sintiera el huracán devastador que azotó la alfombra y el sofá de su sala la noche anterior. Eddie había sido incapaz de mancillar el lecho que compartió con su esposa. No era justo para ella ni tampoco para su memoria, pero, por primera vez desde que esta locura tomó forma, se preguntó si era justo para él desear algo con desesperación y privarse de ello.
Eddie levantó su vista y observó al enorme hombre que hablaba con Alexander en los primeros asientos del avión. Era la primera vez que lo veía sonreír desde su reencuentro, desde que la vida, como fuera, decidió que sus caminos volvieran a cruzarse.
Mario llevaba un pantalón y una camiseta azul oscura, similar a la vestimenta que usaba en las operaciones. Baltimore se humedeció los labios y lo recorrió con su mirada, del mismo modo a cómo lo hizo la noche anterior cuando estuvo desnudo. Desde su cabello oscuro como el ébano, su cuello esbelto y musculoso, sus pectorales amplios y tonificados, sus pezones que se adherían a la tela que no dejaba nada a la imaginación. Eddie tensó la mandíbula. Ese hombre lo volvía loco y lo peor es que estaba encantado.
Los pensamientos cargados de fuego y lujuria se enredaron en su cabeza, de la misma forma a como sus cuerpos danzaron la noche anterior. Eddie olvidó cuánto le gustaba ser penetrado por Mario, había guardado en su memoria el anhelo de estar en su interior cálido y abrasador también.
—Me hablaste de futuro, pero ni siquiera sé si tenemos uno.
—Me conformo con tu presente, con este momento, incluso si mañana muero, seré muy feliz al saber que una vez más fuimos uno.
Era difícil encontrar las palabras adecuadas para expresar todo lo que sentía cada vez que las manos de Mario Nessman tocaban su cuerpo. La manera en que lo quemaban, en que lo arrasaban y se adherían a cada centímetro de piel sudada y deseosa.
—Te amo, siempre te he amado, pero creo que ya lo sabías.
—Me gusta que me lo digas.
—Pues te lo diré toda la noche, todos los días, el tiempo que nos quede.
El corazón se le encogió. La realidad golpeando su rostro y mostrándole que estaban en peligro, que la amenaza estaba latente. No quería que sus compañeros se arriesgaran más por él ni por sus hijos, pero, como el fiscal les comentó, la familia de Holy no eran hombres que se quedarían con los brazos cruzados.
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PENUMBRAS S.B.O Libro 13 (Romance gay +18)
RomanceLa vida de Eddie Baltimore siempre fue difícil. Con un padre alcohólico y una madre ausente, su único refugio desde muy temprana edad fue su amigo Mario. Uno que con el tiempo se convirtió en algo más. Alguien por el que estaba dispuesto a dar todo...